Reflexiones de Esperanza: Efesios: Análisis de las peticiones de la segunda oración de Pablo en la Carta a los Efesios (Parte XVII)

 “14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”   (Efesios 3:14-21)            

La reflexión anterior nos permitió comenzar a analizar la habitación del corazón en la que residen nuestros procesos decisionales. Estas reflexiones forman parte de nuestros análisis de la segunda oración que el Apóstol Pablo nos regala en su Carta a los Efesios (Efe 3:14-21). La segunda petición de esa oración dice lo siguiente:

“17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones,” (Efesios 3:17a).

En esa reflexión vimos que Dios no cancela nuestra libertad para la toma de decisiones. Su consejo es que consideremos buscar Su dirección para que evitemos contratiempos innecesarios (Prov 16:1-33). El consejo y la dirección del Señor nos permitirán estar alineados con Sus planes y Sus propósitos.

Vimos en esa reflexión que los seres humanos hemos sido investidos con capacidades y conocimiento, inteligencia y sabiduría para la toma de decisiones. Estas cualidades son enriquecidas con la presencia del Espíritu Santo, quien nos empodera con capacidades, con dones de gracia para llevar a cabo estos procesos (Rom 15:14; 1 Cor 1:5; 12:8; 2 Cor 8:7)
           
Parecería obvio que esta clase de capacitación nos debe mover a tomar decisiones correctas, dentro de la voluntad y los propósitos del Señor. La realidad es que esto no es siempre así. En ocasiones nuestro libre albedrío nos conduce a escoger por encima o fuera de la aptitud que se nos ha concedido (Heb 13:20-21), fuera de la voluntad divina. En otros casos, esa libertad para escoger no puede conducir a seleccionar qué cosas haremos para el Señor y cuáles no. Recordamos que el texto bíblico afirma que todo los que hacemos lo que tenemos que hacer como para el Señor (Col 3:16-17, 23-25).

Es importante reiterar que la ética del Reino de Dios está por encima de la ética de los seres humanos. Los requisitos de las teorías éticas utilitarias, deontológicas y de virtudes palidecen ante los reclamos de la Palabra de Dios.  

La Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres escogidos por Dios que decidieron hacer cosas incorrectas. Uno de ellos es Abram. La Biblia nos ofrece la oportunidad de ver a Abram y a Sarai decidir irse para Egipto porque había hambre en la Tierra Prometida.

“10 Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra.” (Génesis 12:10)
           
Debemos entender que nosotros no tenemos la libertad de contradecir a Dios. El Señor había plantado a Abram y a Sarai en la Tierra Prometida: ese era su lugar.

“6 Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. 7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. 8 Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová.” (Génesis 12:6-8)

Las necesidades inmediatas condujeron a Abram y a Sarai a tomar la decisión de abandonar el lugar en el que Dios les había establecido para irse a Egipto.

Esta decisión estuvo matizada por otras decisiones incorrectas. Esto es un elemento común que se repite en los procesos en los que tomamos decisiones equivocadas. En el caso de Abram y Sarai, la primera decisión equivocada los condujo a elaborar un plan basado en una mentira.

“11 Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; 12 y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. 13 Ahora, pues, dí que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti.” (Génesis 12:11-13)

Algunos puristas han esgrimido que Abram no estaba mintiendo cuando dijo esto, toda vez que Sarai era su media hermana; hija de su padre, pero de otra mujer (Gén 20:12). La realidad es que una media verdad no es una verdad: es una mentira.

Dios no evitó que Abram hiciera esto. Tampoco lo evitó cuando Abraham volvió a repetir esta mala decisión cuando habitaba como forastero en Gerar (Gén 20:1-18).

Las malas decisiones acarrean resultados que pueden afectar nuestras vidas por mucho tiempo. El caso de Abram no es la excepción. Abram y Sarai salieron de Egipto acompañados por una sierva egipcia: Agar. El capítulo 16 del libro de Génesis nos presenta la historia bíblica en la que Agar se convierte en protagonista de una tragedia que nos ha acompañado por cerca de tres (3) milenios: las luchas fratricidas entre los hijos de Abraham. Esto es, las luchas entre los hijos de Isaac, hijo de Sara y los hijos de Ismael, hijo de Agar.

Este ejemplo bíblico es muy poderoso. Nosotros no tenemos la autoridad para contradecir a Dios. Cuando lo hacemos tenemos que entender que esto trae consigo la inclinación a acompañar ese error con otros errores. Además, que los efectos de esas malas decisiones traerán consigo resultados y complicaciones difíciles y muy dolorosas.

Otra enseñanza que podemos extraer de esta historia de Abraham es que hay una alta probabilidad de que las malas decisiones sean estimuladas por temores, debilidades, la impaciencia o preocupaciones que no hemos aprendido a manejar correctamente. Reiteramos que Abraham cometió este error en más de una ocasión. Este dato comprueba que ningún ser humano está exento de que esto le pueda ocurrir. Dicho de otra manera, si esto le ocurrió a Abraham, el padre de la fe (Rom 4:11), entonces le puede ocurrir a cualquiera.

Veamos una historia bíblica adicional acerca de hombres escogidos por Dios que tomaron decisiones equivocadas. En este caso hemos seleccionado una de las narrativas bíblicas acerca de Saúl, rey de Israel.

Comenzamos diciendo que la Biblia afirma que Saúl fue seleccionado por Dios para ser rey de Israel (1 Sam 9:17; 15:1). Las historias bíblicas acerca de este rey nos permiten ver a un ser humano movido por su impetuosidad, su impaciencia y su iniciativa. Saúl es un vivo ejemplo de aquellos creyentes que casi siempre se dejan dirigir por la iniciativa que provoca el momento y/o por la impaciencia que les impide esperar un poco más para poder recibir las bendiciones prometidas. El capítulo 13 del Primer Libro de Samuel nos presenta una narrativa extraordinaria acerca de esto.

Ese capítulo explica que Saúl había recibido instrucciones precisas de parte de Samuel para esperar a que él llegara y ofreciera sacrificios al Señor.

“8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba.” (1 Samuel 13:8)

La impaciencia se apoderó de Saúl y es allí que él decide no esperar más y ofrece los sacrificios como si él fuera sacerdote de Israel (v.9). Las razones que él esgrimió para haber hecho esto se han convertido en parte de la pedagogía acerca de la impaciencia:

  • porque vi que el pueblo se me desertaba,
  • y que tú no venías dentro del plazo señalado,
  • y que los filisteos estaban reunidos en Micmas. (v. 11)

Es importante destacar que Saúl y el pueblo habían recibido palabras de advertencia que les
indicaban que no podían desobedecer a Dios. Esas advertencias definían la garantía de la victoria.

“22 Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo. 23 Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto. 24 Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. 25 Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.” (1 Samuel 12:22-25)

Este pasaje bíblico puntualiza que la victoria dependía de la obediencia y de la fidelidad al
consejo divino. Saúl decidió cambiar estas reglas cuando vio que su fuerza militar había sido diezmada. Saúl había decidido que era más importante actuar, aunque esto representara la usurpación de una posición que no le correspondía. Todo esto porque él no podía esperar más. La tercera razón que él ofrece describe el efecto que pueden tener sobre nosotros las amenazas que podemos ver. Aquella amenaza que vemos y que antes había estado escondida (“mikmâsh”, H4363) puede ser capaz de hacernos olvidar u obviar las promesa del Señor. Esto nos puede conducir a tomar decisiones equivocadas.

El capítulo 15 del Primer Libro de Samuel es otro vivo ejemplo de esto. Allí se nos narra cómo es que Saúl decide desobedecer a Dios para agenciarse el botín de guerra producido por una victoria en el combate.

“9 Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.” (1 Samuel 15:9).

Tal y como sucedió en las narrativas bíblicas acerca de Abraham que acabamos de considerar, esta acción fue seguida por la mentira.

“13 Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová. 14 Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? ” (1 Samuel 15:13-14)
           
Dios utilizó el bramido de las vacas y el balido de las ovejas para descubrir la mentira de Saúl y la del pueblo. En otras palabras, todo lo que se hace en tinieblas en algún momento será sacado a la luz. No solo esto, sino que Saúl fue capaz de decirle a Samuel que lo que había retenido serviría como ofrenda de sacrificio para Dios.

“15 Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos.” (1 Samuel 15:15)

Estos versos bíblicos identifican la codicia que entra por los ojos (1 Jn 2:15) como el ente gestor de esta tragedia: todo aquello que vieron bueno y engordado no lo quisieron destruir. Este pasaje también dice que Saúl no asumió su responsabilidad: “porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas.” Además, los lectores de la Biblia deben subrayar que la respuesta de Saúl indica que el sacrificio sería para el Dios de Samuel; no para el Dios de Saúl: “para sacrificarlas a Jehová tu Dios.” Añadimos, que él había decidido destruir todo. Esto es, después de que su mentira había sido descubierta.

Otro dato que se deprende del proceder de Saúl es que no sabía trabajar en equipo. Su impaciencia operaba en contra del trabajo colaborativo. Saúl demostró con estas acciones que no sabía trabajar en equipo con Samuel. Por lo tanto, no estaba afinado con el hombre de Dios para escuchar la dirección divina. Muchas de las malas decisiones que tomamos están enmarcadas en esa realidad. En otras palabras, que estas tienden a producirse cuando permitimos que las situaciones que enfrentamos nos aíslen.

Estos pasajes bíblicos enseñan que los deseos de los ojos nos pueden conducir a tomar malas decisiones. Estos pasajes bíblicos dicen que esas malas decisiones nos pueden conducir a echarle la culpa a otros. Estos pasajes bíblicos nos enseñan que estos procesos hasta nos pueden alejar de Dios.

La inclinación de Saúl para resolver los problemas utilizando mentiras parece haber infectado a toda su familia. Lo sabemos porque esta fue la misma alternativa a la que acudió una de las hijas de Saúl, Mical, cuando dejó escapar a David para que Saúl no lo pudiera matar (1 Sal 19:10-17). Su primera respuesta: “está enfermo” (v. 14). Su segunda respuesta: “porque él me dijo: Déjame ir; si no, yo te mataré” (v. 17b). Ambas respuestas eran mentiras

Es muy interesante el dato de que la impulsividad de Saúl haya sido uno de los factores detonantes de sus malas decisiones y de sus fracasos. Esto es: “la predisposición a actuar o reaccionar de forma rápida, espontánea o inesperada ante estímulos o situaciones externas o internas (del propio individuo) sin existir una reflexión previa acerca de las posibles consecuencias de los comportamientos adoptados.”[1]
 
Sabemos que hay estudios recientes que relacionan la falta de control de impulsos con factores biológicos y estructuras de personalidad que poseen circuitos cerebrales específicos en donde esta se controla. [2],[3] Estos estudios apuntan que esta conducta puede estar asociada a varias psicopatologías.[4] No obstante, la Biblia es precisa cuando señala lo siguiente:
 
“32 Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” (Proverbios 16:32)
 
“28 Como ciudad derribada y sin muro Es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.” (Proverbios 25:28)
             
Ella es mucho más específica cuando nos dice que nosotros no hemos recibido espíritu de cobardía sino de poder, de amor y de dominio propio (2 Tim 1:7). Ella incide en esto cuando nos dice que la paciencia y la templanza son parte fundamental del fruto del Espíritu (Gál 5:22-23). Ella continúa abundando sobre esta medicina para la impulsividad cuando nos dice lo siguiente:
 
“7 El final de todo está cerca, así que manténganse sobrios y sepan controlarse. Eso los ayudará a orar.” (1 Pedro 4:7, PDT)
 
Reconocemos la importancia de este tema. Es por esto que dedicaremos nuestra próxima reflexión a la presentación de estrategias para conseguir dominar la impulsividad y exhibir el dominio propio.
Referencias
 
[1] https://gabinetpsicologicmataro.com/la-impulsividad-definicion-caracteristicas-y-estrategias-para-manejarla/
   
[2] https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1053811915003614
   
[3] https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/87565641.2016.1187033
   
[4] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4242429/pdf/nihms630046.pdf

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