Reflexiones de Esperanza: Efesios: Análisis de las peticiones de la segunda oración de Pablo en la Carta a los Efesios (Parte XIX)

“14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”   (Efesios 3:14-21)
           
En esta reflexión damos inicio al análisis de otra de las peticiones que Pablo formula en la oración que encontramos en el capítulo tres (3) de su Carta a los Efesios: Efesios 3:14-21. Esta petición dice lo siguiente:

“También ruego que arraigados y cimentados en amor…” (Efe 3:17b, Nueva Biblia de las Américas)
           
Esta es también la meta que Pablo espera que ocurra a partir de que Cristo ocupe las habitaciones del corazón del creyente. El Apóstol pide en esta oración que los creyentes en Cristo seamos afirmados y afianzados en el amor del Señor. Una cita directa de una de las fuentes consultadas nos ofrecerá la oportunidad de obtener un buen resumen del significado de esta expresión:

“Arraigados y fundamentados (v. 17) forman una metáfora tomada de la experiencia cotidiana de la gente. La primera palabra, arraigados (rizóo 4492), se refiere a las raíces de una planta bien sembrada, y la otra, fundamentados (themelióo 2311) implica la buena base que un constructor pone para que la casa que edifica permanezca en pie.
 
Como las raíces de una planta y la base de un edificio están normalmente escondidas de la vista y dan firmeza a lo que soportan, el amor en los cristianos es el elemento esencial para la estabilidad de éstos como iglesia. Este no es un amor superficial, es un amor que proviene del corazón propio de Dios y está transmitido al creyente por fe en Jesús quien es la expresión máxima de este amor divino (Juan 3:16). Con él en el corazón por medio de la fe, el amor de Cristo será la tierra fértil y firme en la cual las raíces y los cimientos del creyente y la iglesia se establecen. De este modo no serán movidos. Además, tendrán suficiente poder para asirse de o agarrar este amor multidimensional (v. 18). Este es el sentido de la cláusula seáis plenamente capaces de comprender.”[1]
             
Como bien destaca el Profesor Carro, el primer concepto que encontramos en esta oración, arraigados, es la traducción del vocablo griego “rhizoō” (G4492), que puede ser traducido como raíz o ser estable. El segundo concepto, cimentados, fundamentados, es la traducción del vocablo griego “themelioō” (G2311), que significa poner un fundamento (Mat 7:25; Heb 1:10; Lcs 6:48), cimentar la fe, (voz pasiva) ser cimentado, y/o ser afirmado (Efe 3:17; Col 1:23; 1 Ped 5:10).[2]
 
Es importante y muy relevante entender que el Apóstol Pablo es un ser humano nacido en medio oriente. La flora de gran parte de esta región del mundo casi siempre está expuesta al calor y a las sequías. Y tal como destaca otra fuente académica consultada[3], son las raíces las que garantizan la existencia y la permanencia de estas. En otras palabras, el Apóstol Pablo está echando mano de la estabilidad que las raíces le proporcionan a las plantas.
 
La Biblia posee varios pasajes en los que se utiliza esta metáfora, la de las raíces, para ejemplificar este axioma. Veamos algunos ejemplos de estos.
   
“3 El hombre no se afirmará por medio de la impiedad; Mas la raíz de los justos no será removida.” (Proverbios 12:3, RV 1960)
             
El énfasis es claro: los justos viven vidas estables y son por definición piadosos, porque este es uno de los fundamentos en los que están enraizados o arraigados.
   
“20 ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! 21 ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! 22 ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; 23 los que justifican al impío mediante cohecho, y al justo quitan su derecho! 24 Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel.” (Isaias 5:20-24)
             
La canción de la viña que nos regala el profeta Isaías dice que aquellos que persisten en pecar, en llamar malo a lo que es bueno y bueno a lo que es malo, atraen juicio sobre sí. Esto no ocurre porque Dios los castiga, sino porque sus raíces podridas no los permiten mantenerse firmes en los días en los que enfrentan dificultades. En una nota al calce, esta es la canción de la viña porque Israel es comparado aquí con una viña plantada por Dios.
 
“7 Ciertamente la viña de Jehová de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta deliciosa suya. Esperaba juicio, y he aquí vileza; justicia, y he aquí clamor.” (Isaias 5:7)
 
Las fuentes consultadas relacionan estas expresiones, las de las raíces, con las cuartillas que Moisés utiliza para alabar a Dios tan pronto el pueblo de Israel salió de Egipto y vio que el ejército de faraón perecía en el mar:
 
“17 Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad, En el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Jehová, En el santuario que tus manos, oh Jehová, han afirmado.” (Éxodo 15:17)
             
En otras palabras, que el pueblo de Israel fue sembrado, plantado para echar raíces en el monte de la heredad de Dios. Es por esto que nadie ha podido quitarles esa tierra.
 
Dios le repite esta promesa a David por medio del profeta Natán ante de que este rey abdicara su trono y dejara a su hijo Salomón reinando sobre Israel.
 
“10 Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio,” (2 Samuel 7:10)
               
El Apóstol Pablo conocía esta palabra profética. Dios había prometido sembrar, plantar a Su pueblo en una tierra que no le podría ser quitada.
 
Examinemos otro pasaje bíblico que utiliza esta metáfora, la de las raíces.
 
“11 El que labra su tierra se saciará de pan; Mas el que sigue a los vagabundos es falto de entendimiento. 12 Codicia el impío la red de los malvados; Mas la raíz de los justos dará fruto.
(Proverbios 12:11-12)
 
Estos versos bíblicos afirman que estar arraigados en Dios y en su Palabra garantiza una vida fructífera. Además, estos versos describen que la naturaleza del fundamento es la responsable de algo adicional a la estabilidad; que se pueda dar buen fruto.
 
Por otro lado, algunos de los juicios de Dios incluyen la remoción de las raíces que sostienen a los pueblos y a las personas.

“1 Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. 2 Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.”  (Malaquias 4:1-2)
             
Por último, la Biblia nos revela que esta metáfora también afirma el reverdecimiento y las oportunidades para experimentar nuevos comienzos luego de enfrentar grandes catástrofes.
  
“7 Hay esperanza para un árbol que ha sido cortado; puede retoñar nuevamente y echar renuevos. 8 Sus raíces pueden envejecer en la tierra y su tronco puede secarse, 9 pero con sólo sentir el agua crecerá de nuevo y le nacerán ramas nuevas.”  (Job 14:7-9, PDT)
             
La versión de este pasaje del libro de Job que nos regala La Nueva Biblia de Las Américas ha inspirado canciones que están vestidas de gracia y de eternidad:
 
“8 Aunque envejezcan sus raíces en la tierra, Y muera su tronco en el polvo, 9 Al olor del agua reverdecerá Y como una planta joven echará renuevos.” (Job 14:8-9, NBLA)
               
Uno de los hijos espirituales de esta casa, Ricardo Rodríguez ha convertido en poesía esas palabras eternas.

      “Vengo sediento cruzando desiertos                               Una vez más quebrantado
       Mis fuerzas ya por rendir                                                  Quedo tirado en el sol
       Y en el silencio a veces pienso                                         Pero la atmósfera cambia
       Que Dios se ha olvidado de mi                                        Los vientos levantan y hoy
                                                                          Coro 1
                                                                   Huele a lluvia
                                                    Algo en los cielos se escucha
                                                        Una tormenta oportuna
                                                       Sopla respuesta de Dios”[4]
   
El Apóstol Pablo conocía estas verdades eternas. Es por eso que decide pedir que los creyentes en Cristo puedan experimentar que han sido plantados, que están arraigados en el amor de Dios. Pablo sabía de la profecía de Isaías que anunciaba que el plan de redención puesto en marcha por Dios partía de la presencia del Mesías. Esta es una de las expresiones que encontramos dentro de las muchas cosas que Isaías dijo acerca del Salvador del mundo.
  
“Del tronco de Isaí saldrá un retoño; de sus raíces, un renuevo. 2 El Espíritu del SEÑOR siempre estará con este nuevo Rey. Le dará un espíritu de sabiduría y entendimiento; lo guiará y le dará poder. El Espíritu le permitirá conocer al SEÑOR; así le llenará de un respeto profundo por el SEÑOR. 3 Se deleitará mostrando respeto al SEÑOR. No juzgará según las apariencias, ni hará decisiones basado en rumores. 4 Sino que hará justicia a los pobres y decidirá honestamente a favor de los indefensos del país. Sus órdenes serán como una vara de castigo para el violento, y sus palabras harán que mueran los perversos. 5 La justicia será su cinturón y la fidelidad el ceñidor de sus caderas. 6 El lobo vivirá con el cordero, y el leopardo descansará al lado del cabrito. La ternera, el león y el becerrito vivirán juntos, y un niñito los cuidará. 7 La vaca pastará junto a la osa, y sus crías descansarán juntas. El león comerá pasto como el buey. 8 Un bebé jugará al lado del hueco de una cobra, y un recién nacido meterá la mano en el nido de una víbora. 9 No se harán daño ni se destrozarán en todo mi monte santo, porque la tierra estará llena del conocimiento del SEÑOR, así como las aguas cubren el mar. 10 Ese día la raíz de Isaí se levantará como una señal para los pueblos; las naciones lo buscarán y el lugar donde él viva será glorioso.”   (Isaias 11:1-10, PDT)
 
Algunos lectores pueden estar preguntándose por qué Pablo escoge el fundamento del amor de Dios para describir este proceso de arraigarse o de plantarse. Es obvio que Pablo, como buen discípulo de Gamaliel, conocía los detalles de la profecía bíblica. Otra profecía de Isaías debió haber sido traída su atención mediante la inspiración del Espíritu Santo. A continuación esta palabra profética:
  
“¿Quién va a creer lo que hemos oído? ¿A quién ha revelado el Señor su poder? 2 El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna que hunde sus raíces en la tierra seca. No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente; 3 los hombres lo despreciaban y lo rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento. Como a alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta. 4 Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y  humillado. 5 Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud. 6 Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros. 7 Fue maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y él se quedó callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la trasquilan. 8 Se lo llevaron injustamente, y no hubo quien lo defendiera; nadie se preocupó de su destino. Lo arrancaron de esta tierra, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo. 9 Lo enterraron al lado de hombres malvados, lo sepultaron con gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca. 10 El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento. Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado, tendrá larga vida y llegará a ver a sus descendientes; por medio de él tendrán éxito los planes del Señor. 11 Después de tanta aflicción verá la luz, y quedará satisfecho al saberlo;  el justo siervo del Señor liberará a muchos, pues cargará con la maldad de ellos. 12 Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes, y con los poderosos participará del triunfo, porque se entregó a la muerte  y fue contado entre los malvados, cuando en realidad cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores.” (Isaias 53:1-12, DHH)
               
Pablo sabía que Cristo, la raíz de Isaí, se había levantado de esa tumba, que había vencido la muerte. Cristo, el amor encarnado de Dios, puso su vida por nosotros en la cruz del Calvario. Fue por ese amor que se expuso a todos estos sufrimientos, vejámenes, torturas y castigos. Qué mejor lugar para estar arraigados que el amor de Dios en Cristo Jesús. Es por esto que Pablo pide que estemos “arraigados y cimentados en amor…” (Efe 3:17b, Nueva Biblia de las Américas).
Referencias  

[1] Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. . (1993–). Comentario bı́blico mundo hispano Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Filemón (1. ed., pp. 159–161). Editorial Mundo Hispano.

[2] Swanson, J. (1997). En Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo Testamento) (Edición electrónica.). Logos Bible Software.
   
[3] Maurer, C. (1964–). ῥίζα, ῥιζόω, ἐκριζόω (rhiza, rhizoo, ekrizoo). In G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological  dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 6, pp. 985–991). Eerdmans.

[4] Ricardo Rodríguez. Huele a Lluvia®, 2015. Pareel music.

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