Reflexiones de Esperanza: María y la historia de la navidad

“….Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.” (Lcs 2:51b)

La historia de la navidad es una de las narrativas más hermosas y tiernas de la humanidad. La ternura del amor de Dios encarnado en el Niño Dios en el pesebre, las narrativas acerca de José el Carpintero y María, la de los Pastores, la estrella y los sabios de oriente, son solo algunas de las historias más hermosas que haya recopilado la humanidad.

Estas narrativas tan hermosas han provocado cientos de miles de inspiraciones musicales extraordinarias. Una de estas, un himno escrito por Mark Lowry y Buddy Greene: “Mary, did you know?”[1] Lowry explicaba que al inicio de la década de los años 90 su pastor le pidió que escribiera un musical de navidad para su iglesia. En el proceso para desarrollar las composiciones Lowry terminó escribiendo una serie de monólogos basados en conversaciones con los personajes de la Navidad. Este himno es el resultado de unas de esas conversaciones. Lowry le preguntaba lo siguiente a María: ¿cuánto tú sabías?
             
En algunas de las estrofas de ese himno Lowry, con algunas contribuciones de Buddy Greene, le pregunta a María si ella sabía que en el algún momento su bebé caminaría sobre las aguas. Luego le pregunta si ella sabía que ese bebé salvaría a nuestros hijos y a nuestras hijas. Lowry avanza en su monólogo y le pregunta a María si ella sabía que su bebé la transformaría a ella en una nueva criatura; ese niño que ella dio a luz la traería a ella a la luz.
 
Lowry le sigue preguntando a María si ella sabía que su bebé le daría vista a los ciegos y que con su mano calmaría la tempestad con su mano. Luego procede a preguntar si ella sabía que ese bebé había caminado en donde caminan los ángeles.
 
En los planteamientos más excelsos de ese himno Lowry le pregunta a María que si ella sabía que cada vez que besaba el rostro de ese bebé estaba besando el rostro de Dios. Él le pregunta a María si ella sabía que su bebé era el Señor de toda la creación y que un día gobernará sobre todas las naciones.
 
Ahora bien, Lowry arriba al clímax de este himno preguntándole a María si ella sabía que su bebé era el Cordero perfecto del cielo y que el Niño que dormía en sus brazos es el Gran Yo Soy. Lowry termina el monólogo con una pregunta: “Oh María, María, ¿tú sabías esto?” (traducción libre).
 
Sin duda alguna que la letra de este himno, no solo es hermosa, sino que es un reto para el entendimiento que hemos desarrollado acerca de la navidad. Está demás decir que la musicalización de este himno es extraordinaria.
 
No hay duda alguna de que hay eternidad en la historia de la navidad que vemos a través de los ojos de María, así como desde los ojos de los otros personajes que encontramos en esas narrativas. Muchas preguntas que producen suspiros y muchos ángulos que nos conminan a mirar al Autor y Consumador de nuestra fe; el Señor de la navidad.
 
Es cierto que ver la historia de la navidad a través de los ojos de esta mujer nos obliga a formularnos muchas preguntas. Su historia de la navidad está llena de muchos detalles coloridos, intensos, emocionantes y capaces de sacudir la conciencia del ser humano más duro que pueda existir. Al mismo tiempo está llena de preguntas e inquietudes que han provocado la reflexión y la introspección de más de uno.
 
Es obvio que muchas de estas preguntas e inquietudes giran alrededor del Niño Dios y de su familia. Por ejemplo, ¿hacía milagros Jesús en su niñez? La respuesta es que no. En el Evangelio de Juan (Jn 2:11) nos dicen que su primera señal, el primer milagro de Jesús fue el que realizó en las bodas de Caná de Galilea. Por otro lado, ¿cuánto sabían María y José acerca de Jesús? ¿Sabía ella que en su vientre se estaba formando la encarnación del Dios Eterno, Creador de todas las cosas? La tentación para extrapolar respuestas basadas en lo que sentimos es muy grande. No obstante, las respuestas responsables para estas preguntas tienen que estar basadas en lo que la Biblia dice.
 
En primer lugar, la Biblia dice que María sabía que Jesús era un rey. En el Evangelio de Mateo (Mat 2:2) y en el de Lucas nos dicen que a José y a María les dejan saber que Jesús era el rey de los judíos y que el Señor Dios le daría el trono de David su padre.
 
“30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” (Lucas 1:30-33)
 
En segundo lugar, en el Evangelio de Mateo nos dicen que ellos sabían que Jesús era engendrado por el Espíritu Santo y que era el Salvador y el perdonador de los pecados del pueblo.
 
“20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mateo 1:20-21)
 
En el Evangelio de Mateo también nos dicen que ellos sabían Jesús traería a Dios al pueblo porque su nombre sería Emanuel: Dios con nosotros.
 
“22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.”  (Mateo 1:22-23)
 
En el Evangelio de Lucas (Lcs 2:8-19) nos dicen que ellos sabían que los ángeles habían descendido para adorar a Jesús. En ese mismo evangelio (Lcs 2:32) nos informan que ellos sabían que Jesús traería luz a los gentiles y que sería la gloria del pueblo de Dios. En ese evangelio (Lcs 2:35) nos dicen que ellos sabían que algunos aspectos de la vida de Jesús les produciría un dolor similar al que produce una espada que atraviesa el alma y que el propósito de estos dolores sería revelar los pensamientos de muchos corazones.
             
No hay duda de que la información vertida en los párrafos anteriores nos deja saber que ellos sabían muchas cosas acerca de Jesús. Sin embargo, esto no significa que pudieran entender a cabalidad el significado de todos esos datos. Es más, la Biblia nos dice que María decidió guardar todas estas cosas para meditarlas en su corazón.
 
Es de suponer que su conocimiento fue ampliado luego de la pasión y la muerte en el Calvario y del domingo de resurrección, pero particularmente por el Espíritu Santo luego de Pentecostés. La Biblia dice que ella y sus hijos estaban entre los 120 que recibieron al Espíritu Santo en el Aposento Alto; Hch 1:14). Es entonces acertado concluir que cuando Lucas la entrevista para documentar su Evangelio, ella sería capaz de hilvanar todos estos eventos e informaciones basada en una interpretación “post-evento” de todo lo acontecido.
             
Ahora bien, ¿qué significa guardar todas las cosas para meditarlas en el corazón? La respuesta a esta interrogante coloca a María como un factor definitorio, como una intérprete muy especial de lo que significa la navidad.
 
Algunas versiones bíblicas traducen este concepto (guardar o meditar en el corazón) como atesorar o conservar en su corazón. Algunas versiones anglosajonas lo traducen como “ponder.” La frase conceptual “guardar para meditar” (“diatereo”, G1301) implica observar con detenimiento, examinar, comparar una cosa con la otra. La Biblia identifica una expresión similar en María cuando escucha el testimonio de los pastores (Lcs 2:19) (“suntēreō”, G4933). Este concepto significa guardar en la memoria amarrando la información recibida con otros datos que ya se tienen. Lucas utiliza la expresión que estamos examinando (“diatereo”, G1301) cuando narra el encuentro que José y María tienen con Jesús en el templo luego de que este hubiera estado “perdido” durante tres días (Lcs 2:51). Es obvio que esta expresión es provocada por la influencia que Jesús tiene en otras personas. Él nos impulsa y nos conmina al
         
Ahora bien, ¿qué cosas ponderaba María? Es obvio que ella debía estar observando con
 detenimiento, examinando y comparando la naturaleza sobrenatural de Jesús. Ella, al verlo en acción desde el mismo momento de su nacimiento, debe haber comenzado a recordar las palabras del ángel Gabriel cuando este le dijo que el hijo que ella tendría sería grande y sería llamado el Hijo del Altísimo.
 
El Hijo del Altísimo no solo había estado dentro de ella, sino que ella tenía una oportunidad extraordinaria al poder desarrollar una relación muy personal con él. Este aspecto es sin duda alguna uno de los fundamentos de la fe Cristiana. Aquellos que somos de Cristo tenemos la bendición de poder desarrollar una relación muy personal con el Salvador del mundo. Es de esto que trata la navidad.
 
Por otro lado, no es de extrañar que como toda madre ella ponderara el potencial de Jesús. A ella se le había hecho una promesa (Lcs 1:32), no solo que sería grande, sino que Jesús traería consigo una estirpe única en su clase; realeza y deidad; le esperaba el trono de David. El potencial de Jesús era único. Conocer esto era extraordinario, pero vivir los efectos de ese poder desatado y en funciones en el corazón del ser humano sería más grande e importante. Es de esto que trata la navidad.
 
Al mismo tiempo, ella debía estar considerando todo lo que sabía acerca de Jesús a la luz del compromiso que ella había hecho con Dios. Su respuesta, que la encontramos en el Evangelio de Lucas (Lcs 1:38: “hágase conmigo conforme a tu palabra”), define un nivel de sensibilidad y receptividad (responsiveness) que ahora la obligaba a un compromiso de toda la vida con Jesucristo el Hijo de Dios. Es de esto que trata la navidad.
         
No es muy difícil intersecar aquí que ella pondere, que esté observando con detenimiento
 y examinando todo lo antes dicho a la luz de la atención que el cielo le está dando a su hijo. Las expresiones de los pastores, las de Ana y de Simeón (Lcs 2:25-38), la de los sabios que llegaron desde el oriente preguntando “Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.” Mt 2:2), son solo algunas de las que seguramente ella escuchó, ponderó y guardó en su corazón. El cielo había decidido hacerle saber al mundo que el Emanuel había nacido y es de esto que trata la navidad.
             
Tampoco es difícil concluir que María pondera todas estas cosas reconociendo que la sabiduría que tiene su hijo no solo no es normal, sino que no es terrenal (Stg 3:17-18). No se trata de Jesús supiera mucho. Se trata de que los sabios de la tierra se tienen que sentar alrededor de él maravillados ante sus respuestas. La Palabra encarnada de Dios entre nosotros subraya que nadie habla como habla Jesús. Nadie responde como él lo hace. Nadie ama como ama Jesús. Y en Jesús Dios establece el nivel de diálogo más elevado que jamás haya tenido la humanidad con Dios. Es de esto que trata la navidad.
 
¿Qué características poseen aquellos que como María se detienen a examinar, a observar con cuidado, a ponderar en su corazón lo que significa y hace Jesús? El Dr. Elmer Towns destaca en uno de sus muchos escritos que los que ponderan así saben ceder ante la Palabra de Dios y ante el Dios de la Palabra (Lcs 1:38). Es de esto que se trata la navidad.
 
Los que ponderan en su corazón estas cosas aprenden a ser humildes ante la majestad de Dios revelada en Jesús (Lcs 1:48). Es de esto que trata la navidad. Los que se detienen a ponderar en su corazón estas cosas obtienen un entendimiento de cuál es su rol ante Jesús y ante el mundo. Esta es la expresión de María que encontramos en el Evangelio de Juan; “hagan todo lo que él diga” (Jn 2:5). Es de esto que trata la navidad. Los que aprenden y deciden a detenerse a examinar, a observar con cuidado y a ponderar en su corazón lo que significa y hace Jesús adquieren una vida de excelencia. Estas son algunas de la expresiones bíblicas que encontramos a favor de esta mujer cuando le dicen; “salve muy favorecida” (Lcs 1:28). Es de esto que trata la navidad.
 
Los que deciden ponderar en su corazón lo que Jesús el Hijo de Dios es y lo que él hace, son bendecidos con el regocijo interno más grande que se pueda experimentar (Lcs 1:47). Este gozo emana de saber que ese Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro Salvador. Es de esto que trata la navidad. Los que ponderan estas cosas en su corazón se convierten en personas agradecidas (Lcs 1:49,50) y se sienten satisfechas por Dios (Lcs 1:53). Es de esto que trata la navidad.
             
A base de lo antes expuesto, María entonces se convierte en una de las mejores intérpretes del significado real de la navidad. Entendemos el significado de la navidad cuando somos capaces de detenernos a examinar, a observar con cuidado y a ponderar en el corazón lo que significa y hace Jesús. La navidad trata acerca de saber que tenemos la bendición de poder desarrollar una relación muy personal con el Salvador del mundo. La navidad trata acerca de saber que podemos ser capaces de ceder ante la Palabra de Dios. La navidad trata acerca de saber que podemos aprender a ser humildes ante la majestad de Dios revelada en Jesús, de obtener un entendimiento preciso sobre cuál es nuestro rol ante Jesús y ante el mundo, y de aprender a vivir una vida de excelencia. La navidad trata acerca de ser bendecidos con el regocijo interno más grande que se pueda experimentar porque sabemos que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro Salvador. La navidad trata acerca de ser personas agradecidas y satisfechas por Dios. Es de esto que trata la navidad.
 
Para desarrollar esta comprensión del significado de la navidad hay que comenzar reconociendo quién es Jesús, lo que el cielo dice de él y su naturaleza sobrenatural. Se comienza aceptando la oportunidad extraordinaria de poder desarrollar una relación muy personal con él y conocer los efectos del poder de Jesús desatado y en función en nuestros corazones. Se comienza a la luz del compromiso que hacemos con Dios por medio de Jesús su Hijo, el nivel de sensibilidad y receptividad que ahora nos obliga a un compromiso de toda la vida con Jesucristo el Hijo de Dios. Se comienza aceptando que la Palabra encarnada de Dios entre nosotros subraya que nadie habla como habla Jesús. La Palabra dice que nadie responde como él lo hace y que nadie ama como ama Jesús. Se comienza aceptando y ponderando que en Jesús Dios establece el nivel de diálogo más elevado que jamás haya tenido la humanidad con Dios.
 
La historia de María nos enseña que una vez ponderamos estas cosas, no solo adquirimos un entendimiento correcto del significado de la navidad, sino que somos transformados por los efectos del Niño de la Navidad en nuestros corazones.
Referencias
   
[1] http://www.praisegathering.com/media-files/pdf/gg5529_lyrics.pdf. Oh, Mary, Mary, did you know? © 1991 Word Music (admin. by Music Services), Rufus Music (admin. by Gaither Copyright Management). All rights reserved. Additional copyright include © 2011 Gaither Music Company (admin. by Gaither Copyright Management). All rights reserved.

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