Notas del Pastor MJ: Llorar con el que llora

Cada cierto tiempo ocurren eventos que nos hacen recordar que somos seres humanos. Digo esto porque vivimos tan a prisa y de una forma tan automática que en ocasiones nos volvemos insensibles al dolor de nuestro prójimo. De repente, llegan situaciones como los eventos atmosféricos, terremotos y las tragedias sociales y nos percatamos de que tenemos un corazón que es capaz de llorar con el que llora.

Esta semana hemos experimentado dos eventos de esta naturaleza. Los casos de Andrea Ruiz y Keishla Rodríguez han provocado que el pueblo entero esté de luto. Esto ha ocurrido en parte por el nivel de cobertura mediática, el cual no siempre es así para estos casos. Pero esto ha ocurrido también porque estos casos han tocado una fibra profunda en el corazón del pueblo. Tenemos una situación en nuestras manos para atender y esto mueve nuestro corazón a sentir compasión por los demás.

Pero de igual forma, estos eventos hacen que nos demos cuenta de que llevamos muchos dolores a cuestas, dolores que aun no se han resuelto. Las tragedias de los días recientes se han dado dentro de un contexto con el cual mucha gente se ha identificado. Por lo tanto, no solamente hemos sentido compasión ante el dolor de las familias que hoy sufren estos sucesos, sino que también nos hemos hecho conscientes de nuestro propio dolor. Son muchas las personas que han sido víctimas de maltrato que hoy están de luto. Son muchas las personas que han perdido seres queridos, por situaciones relacionadas al maltrato; y hoy andan de luto. Son muchos los padres que temen por sus hijos, porque saben que andan envueltos en potenciales situaciones de maltrato; y hoy ellos también están de luto.

El luto es algo que no se sobrepasa, sino que se atraviesa. Para poder trabajar con estos escenarios es necesario contar con las herramientas del cielo. Podemos elegir prestar atención a todas las opiniones que se ventilan acerca del tema en los medios y a través de las redes sociales. En cambio, podemos elegir escuchar la voz de Dios y prestar atención a las promesas de su Palabra. Lo primero puede llevarnos literalmente a la locura. Lo segundo va a traer paz a nuestro ser.

“Escucharé lo que hablará Jehová Dios; Porque hablará paz a su pueblo y a sus santos, Para que no se vuelvan a la locura”. (Salmo 85:8)

Necesitamos la paz de Dios, su cobertura, su presencia y su abrazo. Todas las familias, (incluyendo las de las víctimas y las de los victimarios) necesitan esto. Todos nosotros necesitamos esto. El Dios de misericordia nos ha visitado una y otra vez en ocasiones anteriores. Si prestamos atención a su voz él puede traer paz una vez más. Mi invitación es a que vengas a los brazos de Jesús para que recibas paz para manejar estos eventos. Ven a los brazos de Jesús para que recibas paz para manejar tus propios dolores y tu luto. Si hay algo que podemos concluir hoy es que todos necesitamos de Cristo. Afortunadamente, él siempre está a un clamor de distancia.

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