Reflexiones de Esperanza: Efesios: la estructura de la primera oración en esta carta

“15 Por esto, como sé que ustedes tienen fe en el Señor Jesús y amor para con todo el pueblo santo, 16 no dejo de dar gracias a Dios por ustedes, recordándolos en mis oraciones. 17 Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, al glorioso Padre, que les conceda el don espiritual de la sabiduría y se manifieste a ustedes, para que puedan conocerlo verdaderamente. 18 Pido que Dios les ilumine la mente, para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da al pueblo santo, 19 y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes. Este poder es el mismo que Dios mostró con tanta fuerza y potencia 20 cuando resucitó a Cristo y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, 21 poniéndolo por encima de todo poder, autoridad, dominio y señorío, y por encima de todo lo que existe, tanto en este tiempo como en el venidero. 22 Sometió todas las cosas bajo los pies de Cristo, y a Cristo mismo lo dio a la iglesia como cabeza de todo. 23 Pues la iglesia es el cuerpo de Cristo, de quien ella recibe su plenitud, ya que Cristo es quien lleva todas las cosas a su plenitud.”  (Efesios 1:15-23, Dios Habla Hoy)
           
Las reflexiones anteriores nos brindaron la oportunidad de conocer que las oraciones que aparecen en la Biblia  poseen sus propias estructuras. El análisis del Padre Nuestro sirvió como un gran lienzo, un gran “canvas”para realizar algunos ejercicios que nos ayudaron a llegar a esta conclusión.
           
Las oraciones que nos regala el Apóstol Pablo en la Carta a Los Efesios también poseen sus propias estructuras (Efe 1:15-23; 3:14-21). Las bases de estas estructuras son vitales en el desarrollo y la presentación del mensaje que estas oraciones comunican.
 
De entrada, ya sabemos que la oración, el clamor que Pablo hace y documenta en el primer capítulo de esta carta forma parte de las expresiones con las que este Apóstol celebra la Iglesia en Éfeso. El primer capítulo de esta carta es uno de celebración. Todo el capítulo es escrito utilizando dos oraciones. En la primera oración (Efe 1:1-14) el Apóstol celebra la bendición de esta Iglesia, y por ende de todas las Iglesias (Efe 1:1-3), él celebra la elección efectuada por la eterna misericordia de Dios (1:3-6), celebra la redención (1:7-10) y celebra la salvación (1:11-14). Pablo celebra que la Iglesia ha sido elegida, redimida y salvada. Pablo celebra esto mientras expresa alabanzas al Padre (v.6), al Hijo (v. 12) y al Espíritu Santo (v. 14). Repetimos, estas celebraciones son descritas en una sola oración que posee 203 palabras en su texto original.[1]
 
El remanente del primer capítulo es que el que nos ofrece la oportunidad de examinar el ruego, el clamor, la oración del Apóstol Pablo. Ese clamor, ese ruego, también es documentado en una sola oración que la versión Reina Valera de 1960 documenta utilizando 195 palabras.
 
Estos datos que hemos compartido nos permiten entender la complejidad que poseen las oraciones, los ruegos, el clamor paulino que encontramos en la Carta a Los Efesios. Adelantamos que estas complejidades nos obligan a presentar la estructura de esta oración echando mano de técnicas  similares a las que utilizan aquellos que ensamblan rompecabezas: ensamblar por separado varios segmentos del proyecto e ir uniéndolos en el proceso de completar la tarea.
 
Es en este ambiente de celebración que Pablo nos permite ver cómo es que él oraba. Hay que
puntualizar que los versos 15 al 23 del primer capítulo de esta carta sirven para continuar con la celebración, pero esta vez desde los escenarios de la oración. Veamos cómo él expresa esto:
 
“15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, ”  (Efesios 1:15-17, RV 1960)
 
En este segmento, Pablo utiliza los primeros versos de esta sección (vv. 15-17) para varias cosas. Él comienza describiendo qué es lo que lo ha motivado a orar por esta Iglesia. Él dice allí que se sintió convocado a orar por esa Iglesia porque lo que había escuchado acerca de la Iglesia en Éfeso. Esa Iglesia no se había limitado a desarrollar la fe salvadora que habían puesto en el Señor. Esa Iglesia había decidido al mismo tiempo que desarrollaba esa fe, trascender a una fe práctica, a la fe puesta en acción. Esto es, a una fe que practica el servicio y que lo hace motivada por el amor que Dios ha puesto en los corazones de los creyentes (v. 15).
 
Pablo expresa que su modelo y vida de oración es constante: él no cesa de dar gracias (v.16a). Además, Pablo dice que aquí que esa Iglesia es la motivación de sus oraciones (v. 16b).
 
Luego de esto, el Apóstol expresa que está pidiendo que el Padre le conceda a esa Iglesia algo que él llama el don espiritual de la sabiduría (v. 17, DHH). Esta es una expresión que otras versiones bíblicas recogen diciendo que se trata de la misma presencia del Espíritu como fuente de sabiduría (Palabra de Dios para Todos). Pablo explica que está pidiendo que la Iglesia reciba ese don, esa visitación del Espíritu, para que pudieran desarrollar un conocimiento verdadero del Señor. Así lo recoge la versión Dios Habla Hoy.
 
Sabemos que los lectores pueden estar hilvanando algunas de las implicaciones que poseen estas expresiones: las que encontramos en el primer segmento de esa oración.
 
Varios especialistas en el análisis de esta carta han señalado que hay algo más que da origen a esta oración. Estos exégetas bíblicos que Pablo no se había limitado a identificar las cosas que esta Iglesia poseía. Él sabía que esa Iglesia poseía la bendición de Dios, se sabía elegida por Dios, redimida, salvada, con fe puesta en acción y amor por el servicio. Pablo también había identificado algunas cosas que esta Iglesia carecía. Estas carencias son las que motivan el segundo segmento de esta oración.
 
El segundo segmento de esta oración nos muestra a Pablo pidiendo que la Iglesia reciba la revelación de Dios para poder conocerlo. Esta revelación le supliría a la Iglesia lo que esta no tenía. La provisión de estas necesidades requería la revelación de la verdad de Dios para poder entenderla y por ende, llegar a conocer mejor a Dios (PDT).
 
¿Qué cosas podemos encontrar mediante esa revelación? El Apóstol Pablo señala tres (3) cosas:
  • la esperanza a que Dios nos ha llamado, (ver el verso 4)
  • las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,  (vs 11 y 14)
  • la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, (2 Tim 1:7)
 
Hay varias maneras de acercarse a estas aseveraciones. Una ellas es puntualizar lo que le faltaba a esa Iglesia en relación a lo que esta tenía. La Iglesia en Éfeso tenía bendición y se sabía elegida por Dios, pero le faltaba esperanza. La Iglesia de Éfeso sabía que había sido redimida y salvada por Dios, pero desconocía el alcance de su herencia. La Iglesia de Éfeso poseía una fe y un amor práctico, pero carecía del poder de Dios. Esa Iglesia trabajaba muy bien, pero no conocía  a plenitud del poder de Dios.
 
Existe otra manera de acercarse a estas aseveraciones. ¿Podemos afirmar que Pablo puntualiza aquí  que la esperanza, el conocimiento y la convicción de la esperanza, así como la de la plenitud del poder de Dios sólo pueden ser conseguidos mediante revelación del Espíritu de Dios? La respuesta es que sí. El escritor del Libro del Deuteronomio nos permite afirmar esto cuando dice lo siguiente:
 
“29 Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.” (Deuteronomios 29:29)
             
Ernest Best ha dicho que la lealtad, la fe y el amor de la Iglesia de Éfeso no podían ser cuestionadas. Sin embargo, añade él, esto no era suficiente. Esta Iglesia necesitaba más y mejor conocimiento. No obstante el conocimiento que ella necesitaba no era para estar mucho más vivos en el área intelectual. Esta Iglesia necesitaba profundizar en la sabiduría y la inteligencia celestial, algo que Pablo ya había mencionado en el verso 8 de este mismo capítulo.

Recordemos que el principio de la  sabiduría a la que Pablo hace referencia aquí es el temor a Jehová (Pro R). Best dice que el conocimiento descrito aquí no es “insight”, percepción acerca de verdades científicas o artísticas. Se trata de revelación que va a afectar sus estilos de vida; cómo deben vivirlas.[2] Es obvio que este tipo de conocimiento tiene el propósito de que nos parezcamos más a Cristo.
 
Una manera de acercarse a este segmento es desde la perspectiva que nos ofrece reconocer que esta es una oración de iluminación. Todas las cosas que Pablo presenta aquí en oración requieren iluminación del Espíritu de Dios para poder hacer buen uso de estas.
 
“18 Pido que Dios les ilumine la mente, para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da al pueblo santo, 19 y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes.” (Efesios 1:18-19a, DHH)
 
El tercer segmento de esta oración está enfocado en la plenitud de Cristo y en Su poder. Este es un elemento distintivo e importante en esta carta. Permítanos explicar lo que esto significa utilizando modelos comparativos. Sabemos que existen muchos paralelismos entre esta carta y la Carta a Los Colosenses. No tenemos el espacio ni el tiempo para desarrollar un análisis comparativo entre ambas. Sin embargo, hay un dato extraordinariamente relevante que debemos compartir. La Carta a Los Colosenses posee la figura de Cristo como enfoque principal y lo celebra. La Carta a Los Efesios se enfoca primordialmente en la Iglesia. Es por esto que encontramos que son muy especiales los espacios que Pablo hace en la Carta a Los Efesios para presentarnos el tema de la plenitud de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Veamos lo que dice este segmento:
 
“Este poder es el mismo que Dios mostró con tanta fuerza y potencia 20 cuando resucitó a Cristo y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, 21 poniéndolo por encima de todo poder, autoridad, dominio y señorío, y por encima de todo lo que existe, tanto en este tiempo como en el venidero. 22 Sometió todas las cosas bajo los pies de Cristo, y a Cristo mismo lo dio a la iglesia como cabeza de todo. 23 Pues la iglesia es el cuerpo de Cristo, de quien ella recibe su plenitud, ya que Cristo es quien lleva todas las cosas a su plenitud.”  (Efesios 1:19b-23, DHH)
 
Pablo venía hablando acerca del poder de Dios en los versos anteriores. Él estaba describiendo varias manifestaciones del poder de Dios. Entre estos encontramos el poder de crear, el poder salvador y el poder santificador. Él utiliza esta coyuntura para migrar hacia la fuente de ese poder y cómo este se ha hecho disponible a través de la persona y de la acción salvífica de Cristo Jesús. El Cristo resucitado, que ascendió al cielo, está sentado a la diestra del Padre (v. 20).
 
Cristo está por encima de todo poder, todo poder, autoridad, dominio y señorío, y por encima de todo lo que existe, a través de todos los siglos (v.21). Cristo es la cabeza de la Iglesia y todas las cosas están sujetas a Él (v. 22).
 
Sir Isaac Newton tenía en uno de sus despachos una réplica exacta del sistema solar en miniatura. En el centro había una esfera dorada representando el sol y alrededor de este en forma elíptica, aparecían varias varas, distintas en tamaño, que representaban a los planetas, Mercurio, Venus, la Tierra, Marte y los otros planetas conocidos para esa fecha. El sistema había sido arreglado de tal modo que los planetas giraban en perfecta harmonía alrededor del sol.
 
Cuenta la historia que un amigo de Newton, que era ateo, fue a visitarlo en una ocasión y quedó maravillado por ese modelo. Después de haberlo estudiado por algunas horas se le escuchó decirle a Newton que él estaba sorprendido por la precisión de ese modelo y que quería saber quién le había ensamblado ese modelo. La respuesta de Newton lo dejó perplejo:
 
“Nadie: las piezas, las varas, las correas y todo lo demás llegaron solas y poco a poco se fueron  acomodando ellas mismas hasta alcanzar ser y poseer la perfección que has observado aquí. Luego de esto ellas mismas se pusieron de acuerdo para comenzar a girar con perfecta precisión y harmonía.”
 
El amigo de Newton entendió el mensaje.[3]
 
Cristo posee todo el poder y es Él el que creó todas las cosas y el que sujeta todo lo que existe con la palabra.
 
“3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,”  (Hebreos 1:3)
 
“3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”  (Hebreos 11:3)
 
La palabra que sale de la boca de Cristo es la que nos ha hecho nacer de nuevo:
  
“18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.”  (Santiago 1:18)
 
Este segmento, el último de la oración que encontramos en el primer capítulo de la Carta a Los Efesios, subraya que es por Cristo y de Cristo la Iglesia recibe su plenitud, el poder y la revelación del Espíritu (v. 23).
 
Muchas versiones bíblicas dicen con precisión que el verso 23 del primer capítulo de la Carta a Los Efesios dice que la iglesia es la plenitud de Cristo.
 
“23 Esta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.”  (NVI)
             
Otras señalan que ese verso dice que Cristo es el que completa la Iglesia y el que la hace plena.
  
“23 Dios puso todas las cosas bajo el poder de Cristo, y lo nombró jefe de la iglesia. Cristo es, para la iglesia, lo que la cabeza es para el cuerpo. Con Cristo, que todo lo llena, la iglesia queda completa.”  (TLA)

“23 Y la iglesia es el cuerpo de Cristo; él la completa y la llena, y también es quien da plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia.”  (NTV)
 
Es obvio que ese verso garantiza que tenemos las manos llenas con el análisis de este pasaje.
 
Estos son los tres (3) segmentos con los que estaremos trabajando durante las próximas semanas. Claro está, haremos un paréntesis para reflexionar acerca de la navidad y otro para reflexionar acerca del nuevo año. La invitación que les hacemos es que nos acompañen en oración y lecturas devocionales que incluyan este pasaje de la Carta a Los Efesios para que el Señor ilumine los ojos de nuestro entendimiento en todos estos procesos.
Referencias
   
[1] Hughes, R. Kent. Ephesians: The Mystery of the Body of Christ (Preaching the Word) (Kindle Locations 705-706).  Crossway. Kindle Edition
   
[2] Best, Ernest. (2003). Ephesians: a shorter Commentary. T&T Clark: London.New York (p. 38).
   
[3] Hughes, R. Kent. Ibid. (Kindle Locations 926-935).

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