Notas del Pastor MJ: Temporadas de turbulencia

El vuelo está atrasado.  Esa es una noticia que uno nunca quiere escuchar y mucho menos cuando los planes son llegar cuanto antes para compartir con la familia.  Pero la situación era muy complicada.  La razón del atraso era una actividad de mantenimiento en la aeronave.  Lo que empeoraba el escenario era que todos los pasajeros de aquel vuelo estábamos observando lo que sucedía con aquel avión, a través de los cristales del terminal.  La turbina derecha de la aeronave estaba completamente abierta y desmontada y múltiples técnicos de mecánica de aviación estaban interviniendo en ella.  En el suelo se veían los rastros de un líquido que caía desde aquel motor.  Mas adelante me enteré que se trataba de un escape de líquido hidráulico que salía de una manga, la cual estaban intentando sellar de forma infructuosa.  Recuerdo haber ido al despacho y preguntarle al representante de servicio al cliente si él estaba seguro de que esa aeronave iba a salir ese mismo día.  Todos teníamos nuestras dudas serias al respecto.  Finalmente, luego de múltiples retrasos y cinco horas mas tarde del tiempo de salida original, nos anunciaron que estaban listos para abordar el avión y despegar.  No obstante, luego de haber sido testigos de lo que estaba pasando con el avión, no muchas personas abordaron aquel vuelo con plena confianza.

Cuando estaba entrando al avión, toqué la parte de afuera y ungí aquella aeronave.  Tengo que confesar que aunque siempre oro antes de cada salida, era la primera vez que ungía un avión.  
Pero mientras caminaba en dirección a mi asiento comencé a ver los rostros de las personas que ya habían abordado.  A varios se les notaba una ansiedad palpable.  Algunos cabizbajos oraban y otros se persignaban.  Posterior al viaje me enteré que algunos hasta hicieron votos de promesa como para garantizar su seguridad.  Al lado de mi asiento se encontraba una pareja de personas de edad media y se encontraban fuertemente agarrados de manos como para darse apoyo emocional.  Decir que había preocupación en el ambiente no era una exageración.

El despegue ocurrió sin mayores dificultades y ya se escuchaba un suspiro de alivio en muchas voces.  Pero cerca de una hora luego de haber despegado, cuando nos encontrábamos a miles de pies de altura, la aeronave comenzó a temblar ferozmente.  Es común que en un vuelo haya turbulencia de vez en cuando.  Pero lo que estaba ocurriendo en aquella ocasión no era normal.  Se sentía como aquel avión se sumía por instantes en múltiples vacíos. Ineludiblemente, los recuerdos de aquel motor desmontado y liqueando vinieron a la mente de muchos.  Esto, sumado a la extrema turbulencia, comenzó a crear un temor colectivo en muchos pasajeros.  La pareja que se encontraba a mi lado comenzó a temblar mientras bajaban sus rostros apesadumbrados por lo que estaba pasando.

En ese instante recuerdo que una paz inmensa inundó mi corazón y me viré para decirle a aquella pareja que estaba a mi lado lo siguiente: “Pueden estar tranquilos.  Todo va a estar bien.  Dios me ha hecho muchas promesas que aún no he visto.  Así que yo estoy seguro que esto no se termina aquí”. Automáticamente aquella pareja se incorporo y ambos exclamaron “Amen” a aquellas palabras.  Varios instantes después, la turbulencia cesó, todo regresó a la normalidad y no hubo más contratiempos.

Estoy seguro que aquellas palabras no fueron mías, sino inspiradas por el Espíritu Santo.  Mas bien estaba verbalizando lo que Dios estaba hablando a mi corazón en medio de aquella situación difícil.  Pero también estoy seguro; vivir agarrados de las promesas del Señor trae paz y seguridad.  Dios nunca falta a sus palabras ni incumple sus promesas.  En él no hay mudanza alguna ni sombra de variación.  Si Dios dijo que iba a hacer algo, él lo va a hacer.  De modo que podemos confíar plenamente en lo que él ha dicho y andar con seguridad y sin temor.  Si hoy te encuentras en medio de temporadas de gran turbulencia en tu vida, recurre a las promesas que Dios te ha hecho.  ¿Qué te ha dicho Dios? Si aun esas promesas están por venir, puedes tener paz.  Tu situación actual no es el final.  Tu historia no acaba así.

“porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén”, (2 Corintios 1:20)

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” (Jeremías 29:11)

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