Reflexiones de Esperanza: Efesios: el poder de la oración (Parte XXI)

“15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,”  (Efesios 1:15-18, RV 1960)
           
El análisis de la oración del Padre Nuestro (Mat 6:9-13; Lcs 11:1-4) nos ha colocado de frente al tema de las tentaciones. Jesucristo nos enseñó en esa oración que debemos orar pidiendo que el Padre Celestial no nos deje quedar atrapados en estas. Hemos visto en reflexiones anteriores que el análisis de los conceptos utilizados en la frase “no nos metas en tentación” merece ser traducida de la siguiente manera:

“haz que no nos quedemos atrapados en las pruebas, en las adversidades, en las tentaciones, en las enfermedades o en los exámenes de carácter que encontraremos en la vida.”
Algunos especialistas en la disciplina de la espiritualidad Cristiana han propuesto que el concepto “peirasmos” (G3986, pruebas, adversidades, experiencias, tentaciones) que aparece utilizado en esta frase puede ser visto como una ocasión para evangelizarnos de nuevo a nosotros mismos. Esto es, una oportunidad para trabajar con ese yo profundo que en muchas ocasiones está en caos, endurecido, desafinado, lejos de la armonía con el Espíritu de Dios. La experiencia que pone a prueba nuestro carácter, la adversidad que nos invita a la disciplina, es vista como una invitación a volver al Evangelio. Muchos de los especialistas en este tema han dicho que esas experiencias pueden ser vistas como una invitación a regresar al examen y a la aplicación de las palabras de Cristo.[1]
 
Uno de los diálogos que Jesucristo sostuvo con Pedro parece la piedra angular para apuntalar estas aseveraciones:
 
“31 Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; 32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.” (Lucas 22:31-32)
             
Cristo aprovechó un diálogo acerca del servicio para insertar esta palabra profética. En este pasaje las palabras de Jesús pueden ser resumidas diciendo que Él sabía que Pedro fracasaría en esta prueba de su carácter. Su “salvavidas” para no perder la fe sería recordar las palabras habladas por la Palabra encarnada, por el Verbo encarnado. No olvidemos que la fe viene por el oír esa palabra de vida (Rom 10:17).
 
Un aspecto importante en toda esta saga bíblica es que esta nos revela que Pedro tendría la oportunidad de visitar las profundidades del mismo infierno durante esa prueba. Pero Cristo le había dicho que estaba intercediendo para que la fe del pescador de Galilea no cesara, no se muriera, no fuera omitida (“ekleipō”, G1587). No solo esto, Cristo añadió en esta conversación que esta experiencia era necesaria. Esto lo sabemos porque el Señor no intercede para que Pedro sea eximido de esa prueba. Además, nuestro Señor añade que esta experiencia serviría para que un Pedro “reconvertido” (“epistrephō”, G1994) fuera capaz de fortalecer a sus hermanos. Esto es, ayudarles a no caer, a no fracasar en donde él había fracasado.[2]

“32 Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos».” (Lucas 22:32, NVI)

En otras palabras, que este pasaje enseña que no tenemos que caer, no tenemos que fracasar en aquellas experiencias que ponen a prueba nuestro carácter.

Este pasaje bíblico también dice que Dios ha hecho provisión de varias herramientas para que no tengamos que fracasar como fracasó Pedro. La herramienta de su Santo Espíritu es una de estas:

“13 Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir.”  (1 Corintios 10:13, NVI)
           
El testimonio de nuestros hermanos es otra herramienta vital para lograr la victoria.

Es obvio que el pasaje del Evangelio de Lucas enseña que la herramienta de la Palabra Sagrada es vital para lograr la victoria en estos escenarios. Esta es la misma herramienta que utilizó Jesús de frente a las tentaciones que Él experimentó en el desierto. Repetimos: la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Esta es una de las razones por las que Jesús incluye las siguientes frases en su oración intercesora:

“14 Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 16 No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”  (Juan 17:14-17)
           
Un axioma fundamental para los creyentes en Cristo es que nosotros no pertenecemos a los escenarios terrenales en los que nos movemos. La frase medular de estas expresiones de Cristo que encontramos en la oración de intercesión que levanta nuestro Señor dice esto. No obstante esas frases dicen algo más. Estas frases incluyen que la petición de nuestro Señor se centralizara en que nosotros seamos guardados (“tēreō”, G5083) del mal (“ponēros”, G4190).
           
Finalizamos el análisis del tema de las tentaciones, o más bien de las experiencias que ponen a prueba nuestro carácter como creyentes en Cristo, y lo hacemos con la siguiente cita de la Carta del Apóstol Santiago:

“2 Hermanos míos, alégrense cuando tengan que enfrentar diversas dificultades. 3 Ustedes ya saben que así se pone a prueba su fe, y eso los hará más pacientes.”   (Santiago 1:2-3, PDT)
             
Esta esa otra razón por la que Cristo no pide que seamos eximidos de las pruebas, sino que seamos guardados del mal. En otras palabras, una razón adicional para pedir como nos enseña la oración del Padre Nuestro. Tenemos que pedir que el Señor nos permita usar todas las herramientas que ha puesto a nuestra disposición para que no nos quedemos atrapados en las pruebas.

La cuarta petición acerca de nuestras necesidades humanas que aparece en la oración del Padre Nuestro es la siguiente: “líbranos del mal” (Mat 6:13).

El griego del Nuevo Testamento utiliza varios conceptos para referirse o describir el mal. Uno de ellos es el concepto “kakos” (G2556). Este concepto está relacionado al carácter porque se utiliza para describir la ausencia de algo necesario para hacer lo bueno. Este concepto significa algo malo (inmoral), perverso, (Mat 21:41), dañado, depravado, injurioso, con efectos nocivos (Hch 28:5); incorrecto, y hasta un error (Jn 18:23)[3].

Los griegos lo utilizaban para hablar de la mala fortuna provocada por los dioses.[4] Cristo no usa este concepto en la oración del Padre Nuestro.
 
Otro concepto griego para describir o referirse al mal es “sapros” (G4550). Este concepto describe algo que está  deteriorado o que causa deterioro; algo que está podrido.[5] Se usa para describir algo carente de valor (Mat 7:17, 18; 12:33; 13:48; Lcs 6:43), dañino, obsceno. Se utiliza además para describir el uso de palabras corrompidas tales como la maledicencia, las palabras o el lenguaje sucio, las expresiones ofensivas, las malas palabras.[6] Este tampoco es el concepto que Cristo utilizó en la oración del Padre Nuestro para referirse al mal.
 
La petición del Padre Nuestro, “líbranos del mal”, dice claramente que debemos pedir ser librados de algo que en el griego clásico del Nuevo Testamento es descrito utilizando un concepto muy complicado y amplio: “ponēros” (G4190).
 
Este concepto es complicado debido a la cantidad de usos que posee y las implicaciones que estos  arrastran consigo. Una prueba de esto es que recursos académicos tales como el Theological dictionary of the New Testament , conocido generalmente como “Kittel”,  le dedica más de 20 páginas al resumen del análisis de este.[7]
             
El concepto “ponēros”, (G4190) puede ser traducido como algo que es perverso, malvado, malo, y/o moralmente corrupto (Mat 5:11). También puede ser traducido como algo que es inútil, que posee fallas graves, que carece de valor (Mat 7:17). Además, puede ser traducido como culpable, como el resultado de una acción mala (Heb 10:22) o ser tacaño (Mat 20:15).[8] En otras ocasiones es utilizado para describir estar enfermo, padecer de una enfermedad (Lcs 11:34), porque las enfermedades pueden conseguir que todo nuestro cuerpo esté en tinieblas.[9]

El problema es que este concepto se expande y se usa para describir al Maligno, a Satanás (Mat 5:37; 6:13; 13:19, 38; Jn 17:15; Efe 6:16; 2 Tes 3:3; 1 Jn 2:13, 14; 3:12; 5:18, 19); un espíritu malo o de maldad (Mat 12:45; Lcs 7:21; 8:2; 11:26; Hch 19:12, 13, 15, 16). Como si esto fuera poco, este concepto también se usa para describir un crimen, un mal legalmente imputable (Hch 25:18).[10]
             
Necesitamos añadir a este micro-resumen el dato de que “ponēros” proviene del concepto griego “ponos” (G4192) que significa dolor, agonía atormentadora (Apoc 16:10, 11; 21:4), trabajo duro, y esfuerzo (Col 4:13)[11].
           
¿Qué implicaciones posee todo este análisis? En primer lugar, que Cristo fue muy preciso al escoger el concepto que se utiliza para describir de qué cosas queremos y necesitamos ser librados. Cristo no nos enseñó a pedir que fuéramos librados del “kakos”, de la ausencia de algo necesario para hacer lo bueno, de lo inmoral, o de lo depravado, porque nososotros contamos con la presencia del Santo Espíritu para dirigirnos en esos escenarios.

Cristo tampoco nos enseñó a pedir que fuéramos librados del “sapros” porque la Biblia dice que nosotros hemos recibido autoridad para quitarnos esto de encima. Los Cristianos tenemos la capacidad para evitar la maledicencia (Efe 4:31; 1 Tim 5:14), las palabras deshonestas, las necedades y las truhanerías (Efe 5:4; Col 3:8).

En segundo lugar, esta parte de la oración que encontramos en el Padre Nuestro implica un proceso de rescate, de ser rescatados (“rhuomai”, G4506). O sea, ser rescatados de algo o de alguien que posee la capacidad para aprisionarnos. La perversidad nos puede encarcelar. Las inclinaciones hacia la corrupción moral, espiritual, profesional, vocacional y relacional nos pueden aprisionar. La inclinación a la inutilidad puede convertirse en un campo de prisioneros de guerra. La tentación de vivir una vida sin producitividad, carente de testimonios y de experiencias valiosas; esa es otra cárcel. La vida que se vive sin el compromiso de corregir fallas graves. La vida en la que uno sobrevive, en la que se vive una vida que carece de buenos frutos, sin valor (Mat 7:17). Todas estas son prisiones en las que no queremos caer y mucho menos permanecer en ellas. Estas son algunas de las traducciones del concepto que Cristo utilizó en la oración del Padre Nuestro para referirse al mal. El Señor nos invita a pedir que seamos librados, rescatados de todo esto.

Esa oración nos invita a pedir ser rescatados de la culpabilidad que nos nos permite seguir hacia adelante. La culpa desarrollada a partir de las malas acciones, los corazones que no han sido purificados de malas conciencias, se convierten en cadenas y en prisiones de las que tenemos que ser rescatados (Heb 10:22). Esto incluye la incapacidad para compartir con otros lo que Dios nos ha dado (Mat 20:15).

La oración del Padre Nuestro nos invita a pedir que seamos librados de las enfermedades que convertimos o que se convierten en prisiones. Una enfermedad no es siempre una prisión. Nosotros podemos convertirlas o permitir que se conviertan en una cárcel.

La frase “líbranos del mal” incluye pedir que seamos rescatados de las influencias que produce el maligno. Esta frase incluye ser librados de la propensión a actuar criminalmente. No olvidemos que la Biblia dice que el que aborrece a su hermano, el que no lo ama, es homicida (1 Jn 3:14-15)

Nuestra próxima reflexión será dedicada a expandir todo lo que hemos compartido hasta aquí. Entre otras cosas, necesitamos analizar ejemplos bíblicos de lo que significa ser librados de los hombres malos y perversos (2 Tim 3:1-3) y lo que representa ser afirmados y guardados del mal. Necesitamos visitar lo que significa resisitir el día malo (Efe 6:12-16) y cómo abstenernos de toda especie de mal (1 Tes 5:22). Necesitamos analizar como debemos orar para vencer al enemigo y no ser vencidos por el mal (Rom 12:21).

Cerramos esta reflexión con un pensamiento de Ermes Ronchi:

“Líbranos del mal no es la invocación de aquellos que permanecen pasivos, sino el grito que dice: …..Líbranos de la seducción del mal….Líbranos de los valores aparentes del mal…..Líbranos de aquel que nos divide y recompón en nosotros la unidad. ….Líbranos del fabulador y repite tu verdad. Líbranos del espíritu decaído y danos de nuevo la capacidad de volar. …..Líbrame del mal a mí, que soy hombre angustiado, atormentado, tan a menudo dividido, tan poco seguro, pero hombre que se atreve a hablar del Reino y de sus prodigios de alegría y de eternidad….” [12]
Referencias
   
[1]  Ermes Ronchi. El canto del pan. Cinisello Bálsamo(Milano): Edizioni San Paolo 2002, Salamanca España: Ediciones Sígueme 2005, p. 110.
   
[2]  Lange, J. P., & van Oosterzee, J. J. (2008). A commentary on the Holy Scriptures: Luke. (P. Schaff & C. C. Starbuck, Trans.) (p. 342). Bellingham, WA: Logos Bible Software.

[3] Swanson, J. (1997). Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.). Bellingham, WA: Logos Bible Software.

[4] Grundmann, W. (1964–). κακός, ἄκακος, κακία, κακόω, κακο͂ργος, κακοήθεια, κακοποιέω, κακοποιός, ἐγκακιέω, ἀνεξίκακος. G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 3, pp. 469–487). Grand Rapids, MI: Eerdmans.
   
[5] Bauernfeind, O. (1964–). σαπρός, σήπω. G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 7, p. 94). Grand Rapids, MI: Eerdmans.

[6] Swanson, J. (1997). Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.). Bellingham, WA: Logos Bible Software.
   
[7] Harder, G. (1964–). πονηρός, πονηρία. G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of   the New Testament (electronic ed., Vol. 6, pp. 546–566). Grand Rapids, MI: Eerdmans.

[8] Swanson, J. (1997). Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.). Bellingham, WA: Logos Bible Software.

[9] Louw, J. P., & Nida, E. A. (1996). Greek-English lexicon of the New Testament: based on semantic domains (electronic ed. of the 2nd edition., Vol. 1, p. 269). New York: United Bible Societies.

[10] Harder, G. (1964–). πονηρός, πονηρία. G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 6, pp. 546–566). Grand Rapids, MI: Eerdmans.
   
[11] Swanson, J. (1997). Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.). Bellingham, WA: Logos Bible Software.

[12] Ermes Ronchi. El canto del pan. Cinisello Bálsamo(Milano): Edizioni San Paolo 2002, Salamanca España: Ediciones Sígueme 2005, pp. 111-112.

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