April 18th, 2020
La habitación
Reflexión por el Pastor/Rector: Mizraim Esquilín- García
“
El Pastor TD Jakes (Thomas Dexter Jakes) publicó en el año 2019 un libro titulado “Crushing”[1]. Sin duda alguna este es uno de los mejores libros de este extraordinario pastor. Jakes utiliza en esa publicación las metáforas relacionadas a la preparación del vino para el desarrollo de sus propuestas literarias-pastorales. También utiliza las metáforas del pan que tiene que ser partido para que se pueda multiplicar y la de las migajas que se dejan en el camino para que otros puedan llegar a la mesa. Si no nos fragmentan y nos pisotean no hay vino, no hay multiplicación, no hay dirección para que otras personas lleguen hasta la Cruz de Cristo.
Jakes inicia su presentación señalando que nuestras vidas están llenas de experiencias en las que la ruta hacia el progreso y el éxito se ven interrumpidas por desvíos inesperados. Es aquí que nos volvemos ansiosos, temerosos, y hasta atacados por la incertidumbre, porque no habíamos planeado estas paradas, ni estos desvíos. De repente, señala él, algo que no entendemos comienza entonces a motivarnos, a inspirarnos y a conducirnos a una nueva dirección. Es entonces que aparecen ante nuestros ojos los destellos de una ruta nueva, de una ruta hacia la satisfacción que excede todo aquello que pudimos haber encontrado si hubiésemos seguido nuestro itinerario original.
Estas experiencias, dice Jakes, reajustan (“reset”) nuestras brújulas y es entonces que nos damos cuenta de que aunque nosotros nos sentíamos perdidos, Dios siempre sabía que no lo estábamos. Esta siempre fue la ruta correcta. Las experiencias que vivimos allí sirven para que aprendamos a confiar en el Señor.[2] Les invito a adquirir ese libro y a leerlo con mucha calma.
El libro de Jakes nos obligó a estudiar muchas de las narrativas bíblicas que recogen experiencias y situaciones parecidas a lo antes descrito. Hay que confesar que los resultados fueron esperanzadores, pero al mismo tiempo muy intensos y retadores. Además, parece haber un denominador común para la inmensa mayoría de estas narrativas. Ese denominador es “bautizado” aquí con el siguiente nombre: “La habitación.”
Hay que puntualizar que la inmensa mayoría de los seres humanos nos encontramos enclaustrados en nuestras habitaciones “gracias” a la pandemia provocada por el COVID-19. Es en estos lugares que podemos estar experimentando que detuvieron nuestras agendas, las interceptaron y que nos colocaron en un desvío. Son muchos los que se han sentido perdidos en estas encrucijadas. Temerosos y ansiosos, muchos se han estado preguntando por qué están moliendo nuestras economías, aplastando nuestros planes y moliendo con incertidumbre nuestro futuro.
Sabemos que al final del camino la historia volverá a repetirse. Los destellos de la perfecta voluntad de Dios no se hacen esperar.
Ahora bien, ¿qué significado puede tener la habitación en un contexto como este? ¿Qué cosas pueden suceder en ella que expliquen o nos ayuden a entender nuestras realidades? La Biblia utiliza muchos conceptos para referirse a la habitación. Casi todos ellos describen un lugar en el que uno se asienta, toma decisiones, adora, se establece, fracasa, triunfa, al que uno regresa, en el que se adora, se llora, se ríe y se encuentra con Dios. Muchos de estos conceptos describen experiencias personales, de soledad, de abandono, pero también de encuentros, de satisfacción, de revelación, de entrega y de bendiciones eternas. En ocasiones describe el lugar asignado por Dios.
Hay también que señalar que en algunas ocasiones encontramos el concepto “habitación” relacionado a sentencias muy dolorosas. Por ejemplo, Esaú perdió la suya cuando vendió su primogenitura por un plato de lentejas.
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La lectura que recogen otras versiones bíblicas de este pasaje puede ampliar nuestra capacidad para entender las palabras que utiliza Isaac:
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Los lectores se habrán percatado que la venta de la primogenitura produjo en Esaú la pérdida de las tierras fértiles, de las riquezas de la tierra. Esto es lo que Isaac llama las grosuras de la tierra. Las reacciones de Esaú cuando se da cuenta de todo lo que ha perdido incluyen el llanto descontrolado y el deseo de cometer un fratricidio.
El mensaje de ese pasaje bíblico es uno muy intenso. No podemos vender nuestra primogenitura, nuestra bendición. Esto provocará que perdamos nuestra habitación, y que se desaten en nosotros emociones y sentimientos descontrolados y hasta de violencia.
La buena noticia es que años más tarde Dios intervino con su misericordia con Jacob y Esaú y permitió que ambos se reconciliaran (Gn 33:1-17).
La habitación (“môshâb”, H4186)[3] puede ser vista como una posesión (Gn 36:43). La habitación es vista como el lugar que el Señor mantiene iluminado, aunque en el resto del país haya oscuridad (Éx 10:21-23). El mundo entero anda en tinieblas, sin poder ver, pero los que están en la habitación señalada por Dios, dispuesta por el Todopoderoso, tienen luz.
La habitación es el lugar en el que se hacen los pactos; la pascua se come de manera personal, en familia, en la habitación (Éxo 12:19-20). Pactar con Dios implica relación, sujeción, obediencia, implica preparación para marchar. Es de ella que Israel sale para abandonar Egipto (Éx 12:40). El mensaje es claro: uno no permanece en las habitaciones que ocupaba en Egipto después de que haber aceptado a Jesús como Señor, Salvador y Libertador. Las ofrendas que son aceptables al Señor también se preparan en la habitación (Nm 15:2-7). Estas no se separan en medio de la congregación. Son voluntarias, nadie puede obligarnos a rendirlas, pero son aceptables cuando las hemos separado y consagrado en la habitación.
Nosotros poseemos la libertad para escoger nuestra habitación. Sin embargo, el deseo del corazón de Dios es que le permitamos que sea Él quien escoja ese lugar para nosotros. Esto es sinónimo de ocupar el lugar de la voluntad de Dios y no de la nuestra. Esto implica obediencia y sujeción al Señor. Esto implica la destrucción de los altares a otros dioses y de todo aquello que pueda competir con el servicio al Señor. Veamos algunos ejemplos bíblicos:
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Estar en la habitación señalada por el Señor va mucho más allá de un lugar físico. Se trata de la decisión de escoger al Señor como habitación.
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Hay muchos modelos bíblicos adicionales que pueden ser considerados aquí. Las limitaciones de espacio no nos permiten continuar ofreciendo estos.
Hemos encontrado algunas respuestas para la primera pregunta que formulamos al inicio de esta reflexión: ¿qué significado puede tener la habitación en un contexto como este? Ahora debemos procurar encontrar respuestas para la segunda: ¿qué cosas pueden suceder en ella que expliquen o nos ayuden a entender nuestras realidades? Adelantamos que es aquí que el fenómeno del “crushing” (demolición- aplastante) se hace cada vez más patente en la habitación. También hay que destacar que las bendiciones más grandes también se producen allí.
Un ejemplo singular de esto lo encontramos en la narrativa acerca de Mefi-boset que tenemos en el capítulo 9 del Segundo Libro de Samuel. En esa historia David se pregunta si queda alguien de la casa de Saúl al que él pueda hacerle misericordia. Es entonces que traen a un siervo llamado Siba que le dice a David que queda un hijo de Jonatán llamado Mefi-boset que está lisiado a causa de una caída (2 Sam 4:4).
Esta historia es un metáfora de lo que el Señor hace con nosotros cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor. Cristo nos convierte en hijos de Dios (Jn 1:11-13). Nosotros estábamos lisiados por el pecado y Jesucristo nos sentó en lugares celestiales junto al Padre (Efe 2:6; Apoc 3:21).
La historia de Mefi-boset se puede plasmar porque a este lisiado lo mudan de habitación. Mefi-boset, cuyo nombre significa disipador de vergüenzas o destructor de imágenes o de ídolos, es mudado de habitación. A este lisiado lo sacan de la habitación de la vergüenza y de la ignominia para sentarlo en la habitación en la que se encuentra la mesa del rey (2 Sam 9:13).
La habitación es también el lugar para la sanidad de las aguas. En 2 Rey 2:18-22 vemos al profeta Eliseo, recién comisionado para ese ministerio profético, llegar a un “lugar” en el que las aguas de la ciudad no sirven. El texto hebreo dice “môshâb” (H4186) de la ciudad. Esto es, habitación de la ciudad. El profeta es movido por Dios y sana las aguas de esa ciudad utilizando sal.
Hay ciudades cuyas habitaciones están colocadas adjunto a la toxicidad, que incapaces de servir algo bueno y están marcadas por la esterilidad; no pueden producir. Hace falta que alguien con autoridad profética llegue a esas habitaciones y “riegue la sal.”
Eliseo estaba en Jericó y esa ciudad estaba bajo una sentencia que expidió Josué (Jos 6:26). Al mismo tiempo, Eliseo sabía que había una promesa sobre las cosas que se elevaran de las cosas santas ante el Señor (Nm 18:19). Además, si esas ofrendas se sazonaban con sal, recibirían bendición del Señor (Lsv 2:13). Al mismo tiempo, no olvidemos que la Biblia dice que nosotros somos la sal de la tierra (Mat 5:13)
¿Qué hace falta para que la maldición de nuestras ciudades sea levantada? Hay que presentarlas como ofrenda delante del Señor. Hay que sazonarlas con “Pacto de sal.” Hay que regarlas con el testimonio de aquellos que saben que son la sal de la tierra.
La habitación es también el lugar de señales proféticas para conseguir la victoria. Hay un ejemplo de esto en la historia de un rey de Israel llamado Joás en la habitación de Eliseo (2 Rey 3:14-19).
La habitación es el concepto que describe con quiénes es que uno se ha sentado (Sal 1:1).
“
En los Evangelios encontramos una cantidad significativa de experiencias que ocurren en la habitación. Veamos una de ellas:
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La habitación aquí sirve como la descripción del lugar de la muerte, del abandono, de la soledad, del llanto ante la pérdida de ese ser que amamos. La habitación es aquí el lugar al que no permitimos que entre mucha gente. Es el lugar en el que puedo experimentar que todos me han abandonado, pero llega Cristo. La habitación es el lugar en el que Señor nos toma de la mano. La habitación es el lugar en que el que oímos su voz diciendo: “a ti te digo levántate.” La habitación es el lugar que provoca que todos los que están fuera de ella se queden estupefactos cuando se abre la puerta.
Hay que permitir que Cristo entre a la habitación. Su entrada a la habitación cancela el llanto. Su entrada a la habitación cancela la muerte. Su entrada a la habitación habla vida, ordena el caos y convierte el dolor en un baile. No podemos obviar que antes de que todo esto comience, hay que permitirle a Él que limpie esa habitación. Cristo tiene que tener el permiso para sacar de la habitación todo aquello que no debe estar allí.
Otra experiencia que sucede en la habitación es la siguiente:
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El análisis de este pasaje es muy interesante. La incredulidad de Tomás no se podía resolver con la aparición de Jesús. Tomás podía haber llegado a la conclusión de que estaba viendo un fantasma, tal y como les sucedió a todos los discípulos cuando Jesús caminó sobre las aguas (Mat 14:25-27). O sea, que el hecho de que Jesucristo hubiera atravesado una pared no iba a resolver el problema de Tomás. Esa incredulidad tampoco se solucionaría escuchando la voz del Señor.
La habitación cobra sentido profético para Tomás cuando puede ver las heridas de Jesús y tocarlas (Zac 13:6). Este hombre estaba atemorizado por todo lo que había estado ocurriendo. Este hombre, quizás estaba confundido ante las historias de sus amigos; historias que él no quería creer.
La habitación se convierte entonces en un lugar para afirmar los elementos vitales de nuestra salvación, no tan solo desde la perspectiva racional –teológica. La habitación es entonces el lugar en el que Cristo Jesús se nos quiere revelar de manera inequívoca para luego comisionarnos. Esa revelación provoca una confesión de fe: “¡Señor mío, y Dios mío!”
Tomás aparece presentando cuestionamientos a las enseñanzas de Jesús y a sus aseveraciones en muchas ocasiones en el Evangelio (Jn 14:1-6). Al mismo tiempo, aparece como uno de los discípulos más arrojados (Jn 11:16). La experiencia de la habitación transformó a Tomás. El Evangelio de Juan nos dice que él estaba en la barca cuando Jesucristo decide dialogar con Pedro (Jn 21:1-25).
La historia de la vida de los apóstoles coloca a Tomás muriendo mientras predicaba el Evangelio en Mylapore, India, cerca del 1 de Diciembre del año 72 DC. [4].
La habitación es entonces símbolo del lugar de la revelación para la comisión, para el llamado al ministerio. La habitación es el lugar para confesar nuestra fidelidad, nuestro compromiso y nuestro amor por el Señor.
La última habitación que consideramos aquí es la que aparece en el capítulo dos (2) del libro de Los Hechos de los Apóstoles:
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La habitación es el lugar en el que somos investidos de poder y autoridad para la tarea que Dios nos ha propuesto o que Él nos va a revelar. No se puede ser testigo del Señor en Jerusalén, en Judea, en Samaria o en lo último de la tierra sin haber recibido esa investidura.
¿Qué está sucediendo en tu habitación en esta temporada? ¿Es Jesucristo tu habitación? Te invitamos a aprovechar este tiempo en el que estamos siendo molidos para que Él entre a tu habitación, hable vida, se te revele y te pueda investir con su santa unción.
9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación” (Sal 91:9)
El Pastor TD Jakes (Thomas Dexter Jakes) publicó en el año 2019 un libro titulado “Crushing”[1]. Sin duda alguna este es uno de los mejores libros de este extraordinario pastor. Jakes utiliza en esa publicación las metáforas relacionadas a la preparación del vino para el desarrollo de sus propuestas literarias-pastorales. También utiliza las metáforas del pan que tiene que ser partido para que se pueda multiplicar y la de las migajas que se dejan en el camino para que otros puedan llegar a la mesa. Si no nos fragmentan y nos pisotean no hay vino, no hay multiplicación, no hay dirección para que otras personas lleguen hasta la Cruz de Cristo.
Jakes inicia su presentación señalando que nuestras vidas están llenas de experiencias en las que la ruta hacia el progreso y el éxito se ven interrumpidas por desvíos inesperados. Es aquí que nos volvemos ansiosos, temerosos, y hasta atacados por la incertidumbre, porque no habíamos planeado estas paradas, ni estos desvíos. De repente, señala él, algo que no entendemos comienza entonces a motivarnos, a inspirarnos y a conducirnos a una nueva dirección. Es entonces que aparecen ante nuestros ojos los destellos de una ruta nueva, de una ruta hacia la satisfacción que excede todo aquello que pudimos haber encontrado si hubiésemos seguido nuestro itinerario original.
Estas experiencias, dice Jakes, reajustan (“reset”) nuestras brújulas y es entonces que nos damos cuenta de que aunque nosotros nos sentíamos perdidos, Dios siempre sabía que no lo estábamos. Esta siempre fue la ruta correcta. Las experiencias que vivimos allí sirven para que aprendamos a confiar en el Señor.[2] Les invito a adquirir ese libro y a leerlo con mucha calma.
El libro de Jakes nos obligó a estudiar muchas de las narrativas bíblicas que recogen experiencias y situaciones parecidas a lo antes descrito. Hay que confesar que los resultados fueron esperanzadores, pero al mismo tiempo muy intensos y retadores. Además, parece haber un denominador común para la inmensa mayoría de estas narrativas. Ese denominador es “bautizado” aquí con el siguiente nombre: “La habitación.”
Hay que puntualizar que la inmensa mayoría de los seres humanos nos encontramos enclaustrados en nuestras habitaciones “gracias” a la pandemia provocada por el COVID-19. Es en estos lugares que podemos estar experimentando que detuvieron nuestras agendas, las interceptaron y que nos colocaron en un desvío. Son muchos los que se han sentido perdidos en estas encrucijadas. Temerosos y ansiosos, muchos se han estado preguntando por qué están moliendo nuestras economías, aplastando nuestros planes y moliendo con incertidumbre nuestro futuro.
Sabemos que al final del camino la historia volverá a repetirse. Los destellos de la perfecta voluntad de Dios no se hacen esperar.
Ahora bien, ¿qué significado puede tener la habitación en un contexto como este? ¿Qué cosas pueden suceder en ella que expliquen o nos ayuden a entender nuestras realidades? La Biblia utiliza muchos conceptos para referirse a la habitación. Casi todos ellos describen un lugar en el que uno se asienta, toma decisiones, adora, se establece, fracasa, triunfa, al que uno regresa, en el que se adora, se llora, se ríe y se encuentra con Dios. Muchos de estos conceptos describen experiencias personales, de soledad, de abandono, pero también de encuentros, de satisfacción, de revelación, de entrega y de bendiciones eternas. En ocasiones describe el lugar asignado por Dios.
Hay también que señalar que en algunas ocasiones encontramos el concepto “habitación” relacionado a sentencias muy dolorosas. Por ejemplo, Esaú perdió la suya cuando vendió su primogenitura por un plato de lentejas.
“
38 Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. 39 Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He aquí, será tu habitación en grosuras de la tierra, Y del rocío de los cielos de arriba; 40 Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; Y sucederá cuando te fortalezcas, Que descargarás su yugo de tu cerviz. 41 Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob.” (Gn 27:38-41)
La lectura que recogen otras versiones bíblicas de este pasaje puede ampliar nuestra capacidad para entender las palabras que utiliza Isaac:
“
38 —¿Pero acaso tienes una sola bendición? Oh padre mío, ¡bendíceme también a mí! —le rogó Esaú.
Entonces Esaú perdió el control y se echó a llorar. 39 Finalmente su padre Isaac le dijo: «Tú vivirás lejos de las riquezas de la tierra y lejos del rocío que desciende de los cielos. 40 Vivirás de la espada y servirás a tu hermano. Sin embargo, cuando decidas liberarte, te sacudirás su yugo del cuello».” (Nueva Traducción Viviente)
“38 Esaú insistió: —¿No puedes dar más que una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!
Y volvió a llorar a gritos. 39 Entonces Isaac le dijo: «Vivirás lejos de las tierras fértiles y de la lluvia que cae del cielo. 40 Tendrás que defenderte con tu espada y serás siervo de tu hermano; pero cuando te hagas fuerte, te librarás de él.» ” (DHH)
Entonces Esaú perdió el control y se echó a llorar. 39 Finalmente su padre Isaac le dijo: «Tú vivirás lejos de las riquezas de la tierra y lejos del rocío que desciende de los cielos. 40 Vivirás de la espada y servirás a tu hermano. Sin embargo, cuando decidas liberarte, te sacudirás su yugo del cuello».” (Nueva Traducción Viviente)
“38 Esaú insistió: —¿No puedes dar más que una sola bendición, padre mío? ¡Bendíceme también a mí!
Y volvió a llorar a gritos. 39 Entonces Isaac le dijo: «Vivirás lejos de las tierras fértiles y de la lluvia que cae del cielo. 40 Tendrás que defenderte con tu espada y serás siervo de tu hermano; pero cuando te hagas fuerte, te librarás de él.» ” (DHH)
Los lectores se habrán percatado que la venta de la primogenitura produjo en Esaú la pérdida de las tierras fértiles, de las riquezas de la tierra. Esto es lo que Isaac llama las grosuras de la tierra. Las reacciones de Esaú cuando se da cuenta de todo lo que ha perdido incluyen el llanto descontrolado y el deseo de cometer un fratricidio.
El mensaje de ese pasaje bíblico es uno muy intenso. No podemos vender nuestra primogenitura, nuestra bendición. Esto provocará que perdamos nuestra habitación, y que se desaten en nosotros emociones y sentimientos descontrolados y hasta de violencia.
La buena noticia es que años más tarde Dios intervino con su misericordia con Jacob y Esaú y permitió que ambos se reconciliaran (Gn 33:1-17).
La habitación (“môshâb”, H4186)[3] puede ser vista como una posesión (Gn 36:43). La habitación es vista como el lugar que el Señor mantiene iluminado, aunque en el resto del país haya oscuridad (Éx 10:21-23). El mundo entero anda en tinieblas, sin poder ver, pero los que están en la habitación señalada por Dios, dispuesta por el Todopoderoso, tienen luz.
La habitación es el lugar en el que se hacen los pactos; la pascua se come de manera personal, en familia, en la habitación (Éxo 12:19-20). Pactar con Dios implica relación, sujeción, obediencia, implica preparación para marchar. Es de ella que Israel sale para abandonar Egipto (Éx 12:40). El mensaje es claro: uno no permanece en las habitaciones que ocupaba en Egipto después de que haber aceptado a Jesús como Señor, Salvador y Libertador. Las ofrendas que son aceptables al Señor también se preparan en la habitación (Nm 15:2-7). Estas no se separan en medio de la congregación. Son voluntarias, nadie puede obligarnos a rendirlas, pero son aceptables cuando las hemos separado y consagrado en la habitación.
Nosotros poseemos la libertad para escoger nuestra habitación. Sin embargo, el deseo del corazón de Dios es que le permitamos que sea Él quien escoja ese lugar para nosotros. Esto es sinónimo de ocupar el lugar de la voluntad de Dios y no de la nuestra. Esto implica obediencia y sujeción al Señor. Esto implica la destrucción de los altares a otros dioses y de todo aquello que pueda competir con el servicio al Señor. Veamos algunos ejemplos bíblicos:
“
1 Estos son los estatutos y decretos que cuidaréis de poner por obra en la tierra que Jehová el Dios de tus padres te ha dado para que tomes posesión de ella, todos los días que vosotros viviereis sobre la tierra. 2 Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso. 3 Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y sus imágenes de Asera consumiréis con fuego; y destruiréis las esculturas de sus dioses, y raeréis su nombre de aquel lugar. 4 No haréis así a Jehová vuestro Dios, 5 sino que el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras tribus, para poner allí su nombre para su habitación, ése buscaréis, y allá iréis. 6 Y allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y de vuestras ovejas; 7 y comeréis allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegaréis, vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido.” (Det 12:1-7)
Estar en la habitación señalada por el Señor va mucho más allá de un lugar físico. Se trata de la decisión de escoger al Señor como habitación.
“
8 Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos. 9 Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, Al Altísimo por tu habitación, 10 No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada. 11 Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, Que te guarden en todos tus caminos. 12 En las manos te llevarán, Para que tu pie no tropiece en piedra. 13 Sobre el león y el áspid pisarás; Hollarás al cachorro del león y al dragón. 14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. 15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. 16 Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación.” (Sal 91:9)
Hay muchos modelos bíblicos adicionales que pueden ser considerados aquí. Las limitaciones de espacio no nos permiten continuar ofreciendo estos.
Hemos encontrado algunas respuestas para la primera pregunta que formulamos al inicio de esta reflexión: ¿qué significado puede tener la habitación en un contexto como este? Ahora debemos procurar encontrar respuestas para la segunda: ¿qué cosas pueden suceder en ella que expliquen o nos ayuden a entender nuestras realidades? Adelantamos que es aquí que el fenómeno del “crushing” (demolición- aplastante) se hace cada vez más patente en la habitación. También hay que destacar que las bendiciones más grandes también se producen allí.
Un ejemplo singular de esto lo encontramos en la narrativa acerca de Mefi-boset que tenemos en el capítulo 9 del Segundo Libro de Samuel. En esa historia David se pregunta si queda alguien de la casa de Saúl al que él pueda hacerle misericordia. Es entonces que traen a un siervo llamado Siba que le dice a David que queda un hijo de Jonatán llamado Mefi-boset que está lisiado a causa de una caída (2 Sam 4:4).
Esta historia es un metáfora de lo que el Señor hace con nosotros cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor. Cristo nos convierte en hijos de Dios (Jn 1:11-13). Nosotros estábamos lisiados por el pecado y Jesucristo nos sentó en lugares celestiales junto al Padre (Efe 2:6; Apoc 3:21).
La historia de Mefi-boset se puede plasmar porque a este lisiado lo mudan de habitación. Mefi-boset, cuyo nombre significa disipador de vergüenzas o destructor de imágenes o de ídolos, es mudado de habitación. A este lisiado lo sacan de la habitación de la vergüenza y de la ignominia para sentarlo en la habitación en la que se encuentra la mesa del rey (2 Sam 9:13).
La habitación es también el lugar para la sanidad de las aguas. En 2 Rey 2:18-22 vemos al profeta Eliseo, recién comisionado para ese ministerio profético, llegar a un “lugar” en el que las aguas de la ciudad no sirven. El texto hebreo dice “môshâb” (H4186) de la ciudad. Esto es, habitación de la ciudad. El profeta es movido por Dios y sana las aguas de esa ciudad utilizando sal.
Hay ciudades cuyas habitaciones están colocadas adjunto a la toxicidad, que incapaces de servir algo bueno y están marcadas por la esterilidad; no pueden producir. Hace falta que alguien con autoridad profética llegue a esas habitaciones y “riegue la sal.”
Eliseo estaba en Jericó y esa ciudad estaba bajo una sentencia que expidió Josué (Jos 6:26). Al mismo tiempo, Eliseo sabía que había una promesa sobre las cosas que se elevaran de las cosas santas ante el Señor (Nm 18:19). Además, si esas ofrendas se sazonaban con sal, recibirían bendición del Señor (Lsv 2:13). Al mismo tiempo, no olvidemos que la Biblia dice que nosotros somos la sal de la tierra (Mat 5:13)
¿Qué hace falta para que la maldición de nuestras ciudades sea levantada? Hay que presentarlas como ofrenda delante del Señor. Hay que sazonarlas con “Pacto de sal.” Hay que regarlas con el testimonio de aquellos que saben que son la sal de la tierra.
La habitación es también el lugar de señales proféticas para conseguir la victoria. Hay un ejemplo de esto en la historia de un rey de Israel llamado Joás en la habitación de Eliseo (2 Rey 3:14-19).
La habitación es el concepto que describe con quiénes es que uno se ha sentado (Sal 1:1).
“
Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios,” (Sal 1:1, DHH)
En los Evangelios encontramos una cantidad significativa de experiencias que ocurren en la habitación. Veamos una de ellas:
“
36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37 Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 39 Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. 40 Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. 41 Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. 42 Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. 43 Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.” (Mcs 5:36-43, RV 1960)
La habitación aquí sirve como la descripción del lugar de la muerte, del abandono, de la soledad, del llanto ante la pérdida de ese ser que amamos. La habitación es aquí el lugar al que no permitimos que entre mucha gente. Es el lugar en el que puedo experimentar que todos me han abandonado, pero llega Cristo. La habitación es el lugar en el que Señor nos toma de la mano. La habitación es el lugar en que el que oímos su voz diciendo: “a ti te digo levántate.” La habitación es el lugar que provoca que todos los que están fuera de ella se queden estupefactos cuando se abre la puerta.
Hay que permitir que Cristo entre a la habitación. Su entrada a la habitación cancela el llanto. Su entrada a la habitación cancela la muerte. Su entrada a la habitación habla vida, ordena el caos y convierte el dolor en un baile. No podemos obviar que antes de que todo esto comience, hay que permitirle a Él que limpie esa habitación. Cristo tiene que tener el permiso para sacar de la habitación todo aquello que no debe estar allí.
Otra experiencia que sucede en la habitación es la siguiente:
“
24 Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. 30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Jn 20:24-31)
26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27 Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! 29 Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. 30 Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Jn 20:24-31)
El análisis de este pasaje es muy interesante. La incredulidad de Tomás no se podía resolver con la aparición de Jesús. Tomás podía haber llegado a la conclusión de que estaba viendo un fantasma, tal y como les sucedió a todos los discípulos cuando Jesús caminó sobre las aguas (Mat 14:25-27). O sea, que el hecho de que Jesucristo hubiera atravesado una pared no iba a resolver el problema de Tomás. Esa incredulidad tampoco se solucionaría escuchando la voz del Señor.
La habitación cobra sentido profético para Tomás cuando puede ver las heridas de Jesús y tocarlas (Zac 13:6). Este hombre estaba atemorizado por todo lo que había estado ocurriendo. Este hombre, quizás estaba confundido ante las historias de sus amigos; historias que él no quería creer.
La habitación se convierte entonces en un lugar para afirmar los elementos vitales de nuestra salvación, no tan solo desde la perspectiva racional –teológica. La habitación es entonces el lugar en el que Cristo Jesús se nos quiere revelar de manera inequívoca para luego comisionarnos. Esa revelación provoca una confesión de fe: “¡Señor mío, y Dios mío!”
Tomás aparece presentando cuestionamientos a las enseñanzas de Jesús y a sus aseveraciones en muchas ocasiones en el Evangelio (Jn 14:1-6). Al mismo tiempo, aparece como uno de los discípulos más arrojados (Jn 11:16). La experiencia de la habitación transformó a Tomás. El Evangelio de Juan nos dice que él estaba en la barca cuando Jesucristo decide dialogar con Pedro (Jn 21:1-25).
La historia de la vida de los apóstoles coloca a Tomás muriendo mientras predicaba el Evangelio en Mylapore, India, cerca del 1 de Diciembre del año 72 DC. [4].
La habitación es entonces símbolo del lugar de la revelación para la comisión, para el llamado al ministerio. La habitación es el lugar para confesar nuestra fidelidad, nuestro compromiso y nuestro amor por el Señor.
La última habitación que consideramos aquí es la que aparece en el capítulo dos (2) del libro de Los Hechos de los Apóstoles:
“
1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. 5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7 Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8 Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? (Hch 2:1-8)
3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. 5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. 7 Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? 8 Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? (Hch 2:1-8)
La habitación es el lugar en el que somos investidos de poder y autoridad para la tarea que Dios nos ha propuesto o que Él nos va a revelar. No se puede ser testigo del Señor en Jerusalén, en Judea, en Samaria o en lo último de la tierra sin haber recibido esa investidura.
¿Qué está sucediendo en tu habitación en esta temporada? ¿Es Jesucristo tu habitación? Te invitamos a aprovechar este tiempo en el que estamos siendo molidos para que Él entre a tu habitación, hable vida, se te revele y te pueda investir con su santa unción.
Referencia:
[1] Jakes, T. D. Crushing. FaithWords. Kindle Edition
[2] Ibid, pp. 10-12.
[3] Este es uno de varios conceptos que se usan en la Biblia para referirse a la habitación.
[4] https://www.stapostle.org/st-thomas-church-parish-history/saint-thomas-biography/
[1] Jakes, T. D. Crushing. FaithWords. Kindle Edition
[2] Ibid, pp. 10-12.
[3] Este es uno de varios conceptos que se usan en la Biblia para referirse a la habitación.
[4] https://www.stapostle.org/st-thomas-church-parish-history/saint-thomas-biography/
Colaboradores:
Reflexión: Rev. Mizraim Esquilín-García, PhD. / Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García / Social-Media : Hna. Frances González / Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Diseñadora El Heraldo Edición Impresa en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Fotografías gratuitas: Recuperadas de Unsplash.com. Imagen editada en Photoshop CC: Hna. Eunice Esquilín- voluntaria 19 de abril del 2020.
Reflexión: Rev. Mizraim Esquilín-García, PhD. / Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García / Social-Media : Hna. Frances González / Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Diseñadora El Heraldo Edición Impresa en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Fotografías gratuitas: Recuperadas de Unsplash.com. Imagen editada en Photoshop CC: Hna. Eunice Esquilín- voluntaria 19 de abril del 2020.
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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