Notas del Pastor MJ: Si quieres puedes limpiarme

Me gusta mucho ver las historias, detrás de las historias bíblicas. Los evangelios detallan muchos tipos de historias maravillosas por parte de Jesús. Pero es bien interesante que él nunca operaba un milagro de la misma forma. A unos sanaba de cerca, a otros a la distancia. A unos tocaba para sanarles, a otros simplemente les hablaba y solo bastaba con esa palabra para que recibieran sanidad. Puso lodo en los ojos de uno para que recibiera la vista, utilizó agua para convertirla en vino y multiplicó los alimentos para darle de comer a muchos; con tan solo un clamor. Pero la manera de obrar de Jesús no es lo único que cambia en estas historias de milagros. También hay diferencias en cómo la gente se acercaba a él para recibir su milagro. Hay uno de esos sucesos que en días recientes ha estado en mi mente. Para mí, la forma y manera en la cual este hombre se acercó a Jesús para recibir su milagro representa quizás una de las declaraciones de Fe más poderosas.

“Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.” (Marcos 1:40)

No parece una escena muy contundente o sacada de una película de Hollywood. ¡Pero hay tanto en esa expresión! El tener lepra en la antigüedad era una señal de juicio y de maldición. La persona portadora de lepra era considerada como alguien que merecía ese castigo, por virtud de una gran maldad; aunque esto no fuese cierto. Los leprosos tenían que vivir en las afueras de las ciudades, lejos de todo y de todos y tenían que anunciarse gritando “no estoy limpio” cada vez que transitaban entre la muchedumbre. Este leproso, en un acto de Fé, se acerca a Jesús y le dice algo extraordinario: “Si quieres, puedes limpiarme”. Es impresionante que él no duda del poder de Jesús. Para él no se trata de un asunto de que si Cristo tiene o no la capacidad de sanarle. Se trata de un asunto del “querer” de Dios. Este leproso vino delante de Jesús apelando a su gracia y misericordia. El le dijo: “Yo sé que tu eres capaz, no tengo dudas de tu poder. Si quieres, puedes obrar a mi favor”. La respuesta no se hizo esperar:

“Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.” (Marcos 1:41)

Sé que hay esperanza para aquellos que se acercan a Cristo con esa Fe. Vé con tu necesidad delante de Dios. Llega con toda confianza delante de su presencia y dile tal y como le dijo aquel hombre que una vez fue leproso y que recibió sanidad. Dile al Señor: “Yo sé que tu eres capaz, no tengo dudas de tu poder. Te he visto obrar antes, he sido testigo de tu virtud. Acudo delante de ti porque nadie más puede satisfacer mi ser como tu. Toda mi Fe y toda mi confianza están puestas en ti. Yo sé que tu puedes. Si quieres, puedes obrar a mi favor”. La respuesta no se va a hacer esperar. Que Dios te bendiga.

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