Notas del Pastor MJ: Dependemos totalmente de Dios

Cuando alguien menciona la palabra “pobre” rápidamente pensamos en alguien que no tiene mucho dinero. Pero la realidad es que hablar de pobreza no se circunscribe a meros aspectos materiales. No sé si recuerdan la boleta de las notas escolares, que tenía un renglón de pobre desempeño. Esto también aplicaba a la conducta. Hay quienes son pobres porque están destituidos de influencia, posiciones o de poder para logar algo en particular. Sin embargo, hay un denominador común para todas las definiciones de pobreza. Aquel que es pobre precisa ayuda para suplir una necesidad que por sí mismo no puede suplir. En ese contexto, examina conmigo el siguiente pasaje:

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. (Mateo 5:3)

Esta es la primera de varias declaraciones de Cristo en el sermón del monte, uno de los sermones más famosos de la historia. Este sermón tiene una serie de enunciados que contienen tres partes: una bendición, seguida de una condición y una recompensa. La primera de esas bienaventuranzas comienza con una promesa de bendición para aquellos que tienen la siguiente condición: Pobreza de espíritu. Para esos pobres en espíritu la recompensa es obtener el reino de los cielos. Para entender un poco mejor lo que esto significa hay que recordar las palabras que Dios le dio al profeta Isaías, en donde le decía que pondría su mirada sobre aquel que es pobre en espíritu y que tiembla a su palabra (Isaías 66:1-2). Dios le dijo al profeta que no se trataba de que el pueblo le pudiera ofrecer grandes edificaciones en su honor (como se acostumbraba hacer a otras deidades) pues él había creado con sus manos todo lo que existe. El le dijo al profeta Isaías que él iba a poner su mirada sobre aquellos que dependían de él y que valoraban sus mandamientos. Cristo está haciendo eco de estas palabras al declarar bendición sobre los pobres en espíritu. ¿Qué quiere decir esto? De una manera bien sencilla: Dios está prometiendo su favor para aquellos que reconocen su necesidad de él.

¿Careces de los medios para alcanzar gracia y misericordia?¿Te faltan las conexiones para poder obtener redención? ¿Tienes la necesidad de un salvador, de un perdonador, de un restaurador? Bienvenido al grupo de los que califican para ser pobres en espíritu. ¿Reconoces que sin Dios no puedes lograr aquello que necesitas lograr? ¿Dependes de él para obtener tu fuerza, tu paz, tu calma, tu sostén? ¿Acudes a él para recibir la provisión que necesitas, la bendición que necesitas, la ayuda que necesitas? Bienvenido al grupo de los que se reconocen a sí mismo como pobres en espíritu. La recompensa maravillosa para los pobres en espíritu es el favor de Dios sobre sus vidas.

De cara un regreso paulatino a una nueva rutina, la tentación va ser el querer valernos por nosotros mismos. Hay un aspecto de la mente y el corazón, que en el afán de recuperar una cierta normalidad va a querer tomar control de todas las cosas. Es ahí cuando cometemos los errores más grandes. Nunca perdamos de perspectiva que nuestra necesidad de Dios es plena y que solo los que se reconocen a si mismo totalmente dependientes de él van a obtener su favor, el reino de Dios en sus vidas.

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