Notas del Pastor MJ: Es tiempo de buscar que la presencia de Dios nos transforme

“¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas?” (Salmo 2:1)

No hay palabras para poner en perspectiva lo que hemos estado viviendo recientemente. La pérdida de la vida de un ser humano por virtud del abuso del poder, motivado a su vez por el racismo y el discrimen, es algo doloroso. Pero aún más severo, es ver que este escenario no deja de repetirse a través de los años. Si bien es cierto que ha habido avances en la lucha en contra del discrimen y el odio por concepto de raza y color, la realidad es que esto nunca ha dejado de ocurrir. La única diferencia es que hoy en día se captura en cámara. A esto se le suma la respuesta que hemos visto. Las manifestaciones de indignación de un pueblo ante esta realidad son un derecho constitucional y nunca van a ser prístinas y cómodas. Esa es la naturaleza de una protesta al sistema. Pero recurrir a la violencia, a daños de la propiedad privada y a crear aún más divisiones entre los sectores no soluciona nada.

El salmista preguntaba en el Salmo 2 la razón por la cuál las personas se amotinaban para pensar en cosas vanas. La palabra que se traduce en ese salmo como “vanas” realmente significa algo que está vacío, que carece de significado o de propósito. Es una palabra profética para este tiempo y me explico. Todo lo que hemos visto recientemente ha puesto de relieve la necesidad que tiene el ser humano de algo que la política no puede solucionar, que el estado de derecho no es capaz de atender, que el dinero no puede comprar y que los medios no pueden provocar. Hemos estado tratando de atender con nuestras propias capacidades algo que no somos capaces de resolver. Por consiguiente, hemos estado persiguiendo algo vano, vacío y que en sí mismo no tiene propósito alguno. La única manera de poder traer las soluciones que nuestra sociedad necesita, es apuntando a lo que es correcto ¿Cómo podemos recuperar nuestro amor por el prójimo? Necesitamos un encuentro con el amor de Dios ¿Cómo podemos devolver la justicia para nuestro pueblo? Necesitamos un encuentro con la justicia de Dios. ¿Cómo podemos obtener la capacidad para vivir en paz los unos con los otros? Necesitamos un encuentro con la paz de Dios.

Frente a estas situaciones el grito de guerra de muchos es que este mundo necesita de Dios. Eso es muy cierto. Pero no podemos correr el riesgo de ser simplistas. La presencia de Dios no es una píldora mágica para resolver todos problemas. Tampoco es una receta que se puede utilizar de manera indiscriminada para eliminar los desaciertos del hombre. La manera en la que esto funciona es que la presencia de Dios, operando en el corazón del hombre, produce los frutos del Espíritu que a su vez le ayudan a cambiar. La presencia de Dios, obrando en mi corazón produce paz, bondad, gozo, templanza, dominio propio y mansedumbre. La presencia de Dios, obrando en mi vida, quita la ira, elimina la maledicencia, echa a un lado el enojo y la avaricia. La presencia de Dios obrando en mi vida me hace comprender que el verdadero amor todo lo puede, todo lo sufre, todo lo espera, todo lo soporta, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se goza de la injusticia más se goza de la verdad. La presencia de Dios, obrando en mi vida me puede transformar. Si me transforma a mi, si te transforma a ti y si nos transforma a todos, entonces este mundo puede cambiar. ¿Sabes que es lo único que hace falta para que esto sea así? Tenemos que tener un encuentro personal con Dios.

Este no es el tiempo de callar ante la injusticia, no es el tiempo de hacer silencio ante la maldad, no es el tiempo de ser indiferentes ante lo que está ocurriendo. Pero el salmista decía: ‘”No te amotines para buscar cosas vanas”. No busques aquello que con tus propias capacidades no vas a poder conseguir. Es tiempo de unirnos en común acuerdo y buscar que la presencia de Dios nos transforme. Si lo hace contigo, conmigo y con muchos, este mundo va a cambiar.

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