December 6th, 2020
Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida: “Moisés: formación de un líder-Pt. VII”
Reflexión por el Pastor Rector/Mizraim Esquilín-García
Lou Holtz es una leyenda del “football” colegial de los Estados Unidos. Su hoja de servicio como el coach (entrenador) de la Universidad de Notre Dame en Indiana lo catapultaron a la fama mundial Holtz es un Cristiano nacido de nuevo. Holtz ha señalado en varias ocasiones que él ha podido realizar todas las cosas que el Señor le ha propuesto alcanzar gracias a su familia. Este coach no se cansa de repetir que es la familia, la nuclear y la extendida, es la que define qué clase de persona uno puede ser.
Lou ha dicho muchas cosas muy importantes acerca del liderazgo. Una de las más impactantes es que un líder no puede abandonar sus responsabilidades y mucho menos ante una crisis, o un problema. Para Holtz, abandonar las responsabilidades ante un problema es ponerle un remedio permanente a una situación transitoria y temporal. No olvidemos que todos los problemas son temporales, las decisiones que tomamos no lo son. Ellas nos marcan para toda la vida.
Hace cerca de dos (2) años examinábamos un artículo publicado por Kelly King: “What Leaders Can Learn From Moses.”[1] En ese artículo King, quien es Especialista para los Ministerios de Mujeres del LifeWay Christian Resources, señalaba siete (7) cosas que los líderes pueden aprender de Moisés. Una de ellas es que los líderes cometen errores, pero que no deben huir de estos.
King destaca el evento descrito en el segundo capítulo del Libro de Éxodo en el que Moisés observa la opresión a la que el pueblo de Israel estaba sometido. En esa narrativa bíblica se describe la reacción de Moisés cuando observó que un Israelita era golpeado por un Egipcio (Éxodo 2). La Biblia dice que Moisés cometió un error; mató al Egipcio. Acto seguido, Moisés huyó de Egipto temiendo por su vida. King destaca que Moisés tenía razón al temer por su vida, pero que fue incorrecto huir. Es cierto que el Señor utilizó esa temporada fuera de Egipto para moldear a Moisés, pero no es menos cierto que Moisés sabía que había hecho algo incorrecto y no estaba dispuesto a enfrentar las consecuencias. King no dice esto en su artículo, pero si Dios se le reveló a José en una cárcel, también podía haberlo hecho con Moisés. Uno no huye de sus errores.
Otro aspecto pedagógico que King destaca en Moisés es que este hombre de Dios aprendió a utilizar los dones, las herramientas que el Señor le dio. Claro está, hay algo más que el uso de la vara en esta expresión. Moisés le había dicho a Dios que él no sabía hablar muy bien. El Señor le respondió de la siguiente manera:
“
Dios cumplió Su palabra de tal forma que ahora tenemos que hacer estudios doctorales y posdoctorales para estudiar los discursos y los sermones que Moisés le dio al pueblo de Israel y a la corte del Faraón. La vara era una señal tangible de la presencia de Dios. El mensaje que predicaba Moisés era una señal inequívoca de que Dios estaba con Moisés cuando él hablaba y que era Dios el que le dictaba lo que tenía que decir a un hombre que no sabía hablar. King repite un proverbio popular muy común: “Dios no llama a los capacitados; Él capacita a los que llama.”
En tercer lugar, King destaca el dato de que luego de la revelación en el Monte Sinaí Moisés fue capaz de enfrentar la oposición con valentía y confianza. La valentía y la confianza de Moisés venían del Señor. Hay una verdad absoluta que tenemos que presentar aquí; todos aquellos que han sido llamados a liderar van a enfrentar oposición. A todo líder le llegan los momentos de enfrentar a sus faraones.
Los rasgos del carácter de Moisés y su relación con Dios no impedían la presencia de la duda ni la del temor. King hace un énfasis muy particular en algunos momentos en los que Moisés cuestiona a Dios y se cuestiona a sí mismo (Éxo 5:22-23). Esos momentos sirvieron para validar que toda la gloria por lo que habría de suceder le pertenecía a Dios y sólo a Él.
Hay cuatro (4) enseñanzas adicionales que King comparte en ese artículo. Hemos incluido la dirección electrónica del mismo para que nuestros lectores lo puedan acceder.
En nuestra reflexión anterior examinamos la cuarta fase del desarrollo de Moisés como líder. Esta fase ha sido clasificada por el Dr. J. Robert Clinton como la “madurez de la vida.”[2] Vimos en esa reflexión que Moisés atravesó por esta etapa al mismo tiempo en el que se le pedía que desarrollara un sistema de gobierno teocrático para Israel, (Éxo 18:13-26; Núm 11:16-30; Dt 1:9-18), en el que recibía y comunicaba la Ley y las ordenanzas al pueblo (Éxo 34:29-35), establecía todo el andamiaje para el Tabernáculo (Éxo 24-40) y reprendía a Aarón por haber hecho el becerro de oro (Éx 32:22,23).
La Biblia nos enseña que Moisés pudo ser absorbido por la tiranía de los itinerarios que tenía que seguir. No obstante este hombre siempre tenía tiempo para ir al Monte y al Lugar Santísimo para buscar el rostro del Señor. Es esta combinación de laboriosidad enfocada en metas y objetivos, con episodios frecuentes para buscar al Señor la que le hizo madurar y ser exitoso. Esto, no solo le permitió madurar, sino que le capacitó para no huir de los problemas que le traía la vida.
Mark Twain decía que había dos (2) momentos muy importantes en la vida de todos los seres humanos. El primero era el día en que nacían. El segundo era el día en el que descubrían para qué habían nacido. Creemos que Twain dejó fuera otro momento, el más importante en la vida de cualquier ser humano; el día en que aceptamos el Señorío y la salvación que nos ofrece Dios. Moisés vivió estos tres momentos diseminados en un período de ochenta años.
Moisés nació, se encontró con Dios y pudo aceptar su vocación. Sin embargo, los procesos para madurarlo como líder requirieron mucho más que esto. Esos procesos tenían que enseñarle a lidiar con los problemas del pueblo y con aquellos que las reacciones del pueblo desarrollaban en él. Veamos cuál es la importancia de estos procesos.
Sir Jonathan Sacks ha reseñado que Moisés tuvo la oportunidad de enfrentar algunos retos en más de una ocasión. Por ejemplo, en el Libro de Éxodo Moisés tiene la necesidad de enfrentar las quejas y las críticas que hizo el pueblo cuando tenía hambre:
“
Sacks destaca que en el Libro de Éxodo Moisés reaccionó escuchando a Dios y haciendo lo que el Señor le pidió que hiciera. En cambio, dice Sacks, la reacción de Moisés fue distinta años más tarde, cuando tuvo que enfrentar un problema similar:
“
La reacción de Moisés en esta ocasión es muy interesante:
“
Sacks dice con mucha razón que esta reacción es extraña. Este rabino añade que lo que usualmente sucede es que los líderes enfrenten retos repetitivos creciendo y fortaleciéndose cada vez más. Esto es, que aprenden a responder, aprenden a manejar las adversidades, y saben hacerle frente a estas. Además, desarrollan resiliencia, una piel dura, y fórmulas y estrategias para sobrevivir. A Moisés le sucedió todo lo opuesto.[3] Moisés parecía carecer de determinación en medio de esa crisis.
Sacks destaca que estos cambios en la personalidad y en las actitudes de Moisés se pueden identificar en los próximos capítulos del Libro de Números. Por ejemplo, Moisés aparece como un personaje pasivo en la narrativa de los 12 espías que fueron enviados a estudiar la Tierra Prometida (Núm 13-14) y en el episodio de Zimri (Núm 22:1-15), dejando a otros pelear la batalla. El parecía perder el control y sufrir de corajes como cuando tuvo que sacar agua de la troca (Núm 20:1-13).
¿Qué le sucedía a Moisés? ¿Por qué sufría esta quemazón (“burnout”) y/o este quebrantamiento (“breakdown”)? Sacks responde a estas preguntas citando un estudio del Profesor Ronald Heifetz, co-fundador y director del Center for Public Leadership en el John. F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.
Heiftez [4] señala en ese estudio que existe una gran diferencia entre los retos técnicos y los rectos adaptativos. Un reto técnico es uno en el que alguien tiene un problema y otra persona posee la solución. Por ejemplo, la visita a un médico cuando nos sentimos enfermos. En ese caso nosotros tenemos el problema y el médico puede tener la solución. Un reto adaptativo es uno en el que nosotros somos parte del problema. Por ejemplo, desarrollamos el mismo problema de salud y el médico nos dice que además de tomar los medicamentos que él nos va a recetar tenemos que realizar cambios significativos en nuestro estilo de vida; perder peso, comer de manera saludable, dormir más, manejar el estrés de manera correcta, etc.
A base de esto podemos decir que los cambios adaptativos son necesarios cuando no hay “píldoras,” no hay soluciones rápidas, ni instrucciones sencillas para resolver los problemas.
Sacks destaca que una diferencia fundamental entre el Libro de Éxodo y el Libro de Números es que en el primero, Moisés es llamado a ejercer un liderazgo técnico. Los Israelitas se encontraban con los problemas y la responsabilidad de Moisés era ir dónde Dios para encontrar la solución de estos. Algunos ejemplos son la esclavitud, la persecución de los carros del Faraón y los primeros escenarios con la falta de alimento y de agua. Moisés escuchaba acerca del problema, acudía a la presencia de Dios y el Señor le daba la solución.
Las cosas eran diferentes en el Libro de Números. Los Israelitas ya habían completado parte de sus jornadas hacia la Tierra Prometida. La tarea más importante y fundamental de este pueblo era cambiar, enfrentar los retos y desarrollar la audacia y la resistencia necesaria. Ese era el reto más grande que enfrentaba Moisés.
Era obvio que Israel no había cambiado un ápice en el camino. El pueblo que salió de Egipto tenía las mismas reacciones ante los mismos problemas. Eso, dice Sacks, devastó a Moisés; saber que el pueblo no se había adaptado y que él había fracasado en esta área como líder.
Sacks destaca que a Moisés se le hacía difícil comprender que la esclavitud había macerado las capacidades de ese pueblo para las acciones – auto-motivadas. Las fortalezas de este pueblo estaban atrofiadas, y la esclavitud los había convertido en un pueblo psicológicamente pasivo y dependiente. De hecho, hizo falta que se desarrollara una nueva generación de Israelitas para poder internalizar los cambios que Dios quería operar en ese pueblo y a través de ese pueblo.
Sacks añade que el liderazgo adaptativo es muy difícil porque los pueblos se resisten a los cambios. Los pueblos levantan barreras para oponerse a estos. Sacks identifica algunas de estas barreras: la negación, el coraje y la vergüenza. Sacks procede entonces a reseñar ejemplos como el de Gandhi, John F. Kennedy, Martin Luther King, Anwar Sadat y Yitzhak Rabin. Todos estos líderes fueros asesinados y la grandeza de sus contribuciones se mide a base de los efectos que han tenido sus enseñanzas luego de que ellos desaparecieron.
La buena noticia es que ninguna narrativa bíblica se cierra con una nota de desesperanza y de desaliento. Las narrativas acerca de cómo Moisés enfrentó estos problemas no son la excepción.
El liderazgo adaptativo es considerado en la Biblia como el liderazgo más alto. Esta es la misión de los profetas y de todos aquellos enviados por Dios. Esto incluye a Cristo, el Verbo encarnado, el Rey de reyes y el Señor de señores. Todos los hombres y las mujeres que Dios llamó fueron escogidos para hablarle al pueblo en medio de sus dificultades; la más grande, la del pecado que nos separa de Dios. Todos fueron llamados a presentar verdades retadoras y a hacerlo con pasión y compromiso. Todos fueron llamados a darle una nueva visión al pueblo, sin eximir a este de sus responsabilidades.
Es por esto que Dios decide instruir a Moisés que separe 70 ancianos que le ayudarían a llevar las cargas que este patriarca llevaba sobre sus hombros (Núm 11:16-29). Lo más importante es que todos ellos fueron llenos del mismo espíritu que Dios había hecho reposar sobre Moisés. Esto les llevó a profetizar y a no cesar (v. 25b).
Sacks concluye este análisis diciendo que combatir un enemigo siempre es muy difícil, y que es mucho más difícil cuando lo llevamos por dentro. Ayudar a la gente a encontrar la fortaleza para cambiar es el reto más grande de cualquier líder. Entender esto requiere madurez.
Lou ha dicho muchas cosas muy importantes acerca del liderazgo. Una de las más impactantes es que un líder no puede abandonar sus responsabilidades y mucho menos ante una crisis, o un problema. Para Holtz, abandonar las responsabilidades ante un problema es ponerle un remedio permanente a una situación transitoria y temporal. No olvidemos que todos los problemas son temporales, las decisiones que tomamos no lo son. Ellas nos marcan para toda la vida.
Hace cerca de dos (2) años examinábamos un artículo publicado por Kelly King: “What Leaders Can Learn From Moses.”[1] En ese artículo King, quien es Especialista para los Ministerios de Mujeres del LifeWay Christian Resources, señalaba siete (7) cosas que los líderes pueden aprender de Moisés. Una de ellas es que los líderes cometen errores, pero que no deben huir de estos.
King destaca el evento descrito en el segundo capítulo del Libro de Éxodo en el que Moisés observa la opresión a la que el pueblo de Israel estaba sometido. En esa narrativa bíblica se describe la reacción de Moisés cuando observó que un Israelita era golpeado por un Egipcio (Éxodo 2). La Biblia dice que Moisés cometió un error; mató al Egipcio. Acto seguido, Moisés huyó de Egipto temiendo por su vida. King destaca que Moisés tenía razón al temer por su vida, pero que fue incorrecto huir. Es cierto que el Señor utilizó esa temporada fuera de Egipto para moldear a Moisés, pero no es menos cierto que Moisés sabía que había hecho algo incorrecto y no estaba dispuesto a enfrentar las consecuencias. King no dice esto en su artículo, pero si Dios se le reveló a José en una cárcel, también podía haberlo hecho con Moisés. Uno no huye de sus errores.
Otro aspecto pedagógico que King destaca en Moisés es que este hombre de Dios aprendió a utilizar los dones, las herramientas que el Señor le dio. Claro está, hay algo más que el uso de la vara en esta expresión. Moisés le había dicho a Dios que él no sabía hablar muy bien. El Señor le respondió de la siguiente manera:
“
11 Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? 12 Ahora, pues, vé, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.” (Éxo 4:11-12)
Dios cumplió Su palabra de tal forma que ahora tenemos que hacer estudios doctorales y posdoctorales para estudiar los discursos y los sermones que Moisés le dio al pueblo de Israel y a la corte del Faraón. La vara era una señal tangible de la presencia de Dios. El mensaje que predicaba Moisés era una señal inequívoca de que Dios estaba con Moisés cuando él hablaba y que era Dios el que le dictaba lo que tenía que decir a un hombre que no sabía hablar. King repite un proverbio popular muy común: “Dios no llama a los capacitados; Él capacita a los que llama.”
En tercer lugar, King destaca el dato de que luego de la revelación en el Monte Sinaí Moisés fue capaz de enfrentar la oposición con valentía y confianza. La valentía y la confianza de Moisés venían del Señor. Hay una verdad absoluta que tenemos que presentar aquí; todos aquellos que han sido llamados a liderar van a enfrentar oposición. A todo líder le llegan los momentos de enfrentar a sus faraones.
Los rasgos del carácter de Moisés y su relación con Dios no impedían la presencia de la duda ni la del temor. King hace un énfasis muy particular en algunos momentos en los que Moisés cuestiona a Dios y se cuestiona a sí mismo (Éxo 5:22-23). Esos momentos sirvieron para validar que toda la gloria por lo que habría de suceder le pertenecía a Dios y sólo a Él.
Hay cuatro (4) enseñanzas adicionales que King comparte en ese artículo. Hemos incluido la dirección electrónica del mismo para que nuestros lectores lo puedan acceder.
En nuestra reflexión anterior examinamos la cuarta fase del desarrollo de Moisés como líder. Esta fase ha sido clasificada por el Dr. J. Robert Clinton como la “madurez de la vida.”[2] Vimos en esa reflexión que Moisés atravesó por esta etapa al mismo tiempo en el que se le pedía que desarrollara un sistema de gobierno teocrático para Israel, (Éxo 18:13-26; Núm 11:16-30; Dt 1:9-18), en el que recibía y comunicaba la Ley y las ordenanzas al pueblo (Éxo 34:29-35), establecía todo el andamiaje para el Tabernáculo (Éxo 24-40) y reprendía a Aarón por haber hecho el becerro de oro (Éx 32:22,23).
La Biblia nos enseña que Moisés pudo ser absorbido por la tiranía de los itinerarios que tenía que seguir. No obstante este hombre siempre tenía tiempo para ir al Monte y al Lugar Santísimo para buscar el rostro del Señor. Es esta combinación de laboriosidad enfocada en metas y objetivos, con episodios frecuentes para buscar al Señor la que le hizo madurar y ser exitoso. Esto, no solo le permitió madurar, sino que le capacitó para no huir de los problemas que le traía la vida.
Mark Twain decía que había dos (2) momentos muy importantes en la vida de todos los seres humanos. El primero era el día en que nacían. El segundo era el día en el que descubrían para qué habían nacido. Creemos que Twain dejó fuera otro momento, el más importante en la vida de cualquier ser humano; el día en que aceptamos el Señorío y la salvación que nos ofrece Dios. Moisés vivió estos tres momentos diseminados en un período de ochenta años.
Moisés nació, se encontró con Dios y pudo aceptar su vocación. Sin embargo, los procesos para madurarlo como líder requirieron mucho más que esto. Esos procesos tenían que enseñarle a lidiar con los problemas del pueblo y con aquellos que las reacciones del pueblo desarrollaban en él. Veamos cuál es la importancia de estos procesos.
Sir Jonathan Sacks ha reseñado que Moisés tuvo la oportunidad de enfrentar algunos retos en más de una ocasión. Por ejemplo, en el Libro de Éxodo Moisés tiene la necesidad de enfrentar las quejas y las críticas que hizo el pueblo cuando tenía hambre:
“
3 y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.” (Éxo 16:3)
Sacks destaca que en el Libro de Éxodo Moisés reaccionó escuchando a Dios y haciendo lo que el Señor le pidió que hiciera. En cambio, dice Sacks, la reacción de Moisés fue distinta años más tarde, cuando tuvo que enfrentar un problema similar:
“
4 Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! 5 Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; 6 y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.” (Núm 11:4-6)
La reacción de Moisés en esta ocasión es muy interesante:
“
11 Y dijo Moisés a Jehová: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? 12 Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? 13 De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. 14 No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. 15 Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal.” (Núm 11:11-15)
Sacks dice con mucha razón que esta reacción es extraña. Este rabino añade que lo que usualmente sucede es que los líderes enfrenten retos repetitivos creciendo y fortaleciéndose cada vez más. Esto es, que aprenden a responder, aprenden a manejar las adversidades, y saben hacerle frente a estas. Además, desarrollan resiliencia, una piel dura, y fórmulas y estrategias para sobrevivir. A Moisés le sucedió todo lo opuesto.[3] Moisés parecía carecer de determinación en medio de esa crisis.
Sacks destaca que estos cambios en la personalidad y en las actitudes de Moisés se pueden identificar en los próximos capítulos del Libro de Números. Por ejemplo, Moisés aparece como un personaje pasivo en la narrativa de los 12 espías que fueron enviados a estudiar la Tierra Prometida (Núm 13-14) y en el episodio de Zimri (Núm 22:1-15), dejando a otros pelear la batalla. El parecía perder el control y sufrir de corajes como cuando tuvo que sacar agua de la troca (Núm 20:1-13).
¿Qué le sucedía a Moisés? ¿Por qué sufría esta quemazón (“burnout”) y/o este quebrantamiento (“breakdown”)? Sacks responde a estas preguntas citando un estudio del Profesor Ronald Heifetz, co-fundador y director del Center for Public Leadership en el John. F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard.
Heiftez [4] señala en ese estudio que existe una gran diferencia entre los retos técnicos y los rectos adaptativos. Un reto técnico es uno en el que alguien tiene un problema y otra persona posee la solución. Por ejemplo, la visita a un médico cuando nos sentimos enfermos. En ese caso nosotros tenemos el problema y el médico puede tener la solución. Un reto adaptativo es uno en el que nosotros somos parte del problema. Por ejemplo, desarrollamos el mismo problema de salud y el médico nos dice que además de tomar los medicamentos que él nos va a recetar tenemos que realizar cambios significativos en nuestro estilo de vida; perder peso, comer de manera saludable, dormir más, manejar el estrés de manera correcta, etc.
A base de esto podemos decir que los cambios adaptativos son necesarios cuando no hay “píldoras,” no hay soluciones rápidas, ni instrucciones sencillas para resolver los problemas.
Sacks destaca que una diferencia fundamental entre el Libro de Éxodo y el Libro de Números es que en el primero, Moisés es llamado a ejercer un liderazgo técnico. Los Israelitas se encontraban con los problemas y la responsabilidad de Moisés era ir dónde Dios para encontrar la solución de estos. Algunos ejemplos son la esclavitud, la persecución de los carros del Faraón y los primeros escenarios con la falta de alimento y de agua. Moisés escuchaba acerca del problema, acudía a la presencia de Dios y el Señor le daba la solución.
Las cosas eran diferentes en el Libro de Números. Los Israelitas ya habían completado parte de sus jornadas hacia la Tierra Prometida. La tarea más importante y fundamental de este pueblo era cambiar, enfrentar los retos y desarrollar la audacia y la resistencia necesaria. Ese era el reto más grande que enfrentaba Moisés.
Era obvio que Israel no había cambiado un ápice en el camino. El pueblo que salió de Egipto tenía las mismas reacciones ante los mismos problemas. Eso, dice Sacks, devastó a Moisés; saber que el pueblo no se había adaptado y que él había fracasado en esta área como líder.
Sacks destaca que a Moisés se le hacía difícil comprender que la esclavitud había macerado las capacidades de ese pueblo para las acciones – auto-motivadas. Las fortalezas de este pueblo estaban atrofiadas, y la esclavitud los había convertido en un pueblo psicológicamente pasivo y dependiente. De hecho, hizo falta que se desarrollara una nueva generación de Israelitas para poder internalizar los cambios que Dios quería operar en ese pueblo y a través de ese pueblo.
Sacks añade que el liderazgo adaptativo es muy difícil porque los pueblos se resisten a los cambios. Los pueblos levantan barreras para oponerse a estos. Sacks identifica algunas de estas barreras: la negación, el coraje y la vergüenza. Sacks procede entonces a reseñar ejemplos como el de Gandhi, John F. Kennedy, Martin Luther King, Anwar Sadat y Yitzhak Rabin. Todos estos líderes fueros asesinados y la grandeza de sus contribuciones se mide a base de los efectos que han tenido sus enseñanzas luego de que ellos desaparecieron.
La buena noticia es que ninguna narrativa bíblica se cierra con una nota de desesperanza y de desaliento. Las narrativas acerca de cómo Moisés enfrentó estos problemas no son la excepción.
El liderazgo adaptativo es considerado en la Biblia como el liderazgo más alto. Esta es la misión de los profetas y de todos aquellos enviados por Dios. Esto incluye a Cristo, el Verbo encarnado, el Rey de reyes y el Señor de señores. Todos los hombres y las mujeres que Dios llamó fueron escogidos para hablarle al pueblo en medio de sus dificultades; la más grande, la del pecado que nos separa de Dios. Todos fueron llamados a presentar verdades retadoras y a hacerlo con pasión y compromiso. Todos fueron llamados a darle una nueva visión al pueblo, sin eximir a este de sus responsabilidades.
Es por esto que Dios decide instruir a Moisés que separe 70 ancianos que le ayudarían a llevar las cargas que este patriarca llevaba sobre sus hombros (Núm 11:16-29). Lo más importante es que todos ellos fueron llenos del mismo espíritu que Dios había hecho reposar sobre Moisés. Esto les llevó a profetizar y a no cesar (v. 25b).
Sacks concluye este análisis diciendo que combatir un enemigo siempre es muy difícil, y que es mucho más difícil cuando lo llevamos por dentro. Ayudar a la gente a encontrar la fortaleza para cambiar es el reto más grande de cualquier líder. Entender esto requiere madurez.
Referencias
[1] https://womensministry.lifeway.com/2019/04/24/what-leaders-can-learn-from-moses/
[2] J. Robert Clinton, The Making of a Leader: recognizing the lessons and stages of leadership development,” Colorado Springs: NavPress, 1988, 2012.
[3] Sacks, Jonathan. Numbers: The Wilderness Years (Covenant & Conversation Book 4) . The Toby Press. Kindle Edition
[4] Leadership Without Easy Answers (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1994); Ronald Heifetz and Marty Linsky, Leadership on the Line (Boston: Harvard Business Press, 2002); Ronald Heifetz, Marty Linsky, and Alexander Grashow, The Practice of Adaptive Leadership: Tools and Tactics for Changing Your Organization and the World (Boston: Harvard Business Press, 2009).
[1] https://womensministry.lifeway.com/2019/04/24/what-leaders-can-learn-from-moses/
[2] J. Robert Clinton, The Making of a Leader: recognizing the lessons and stages of leadership development,” Colorado Springs: NavPress, 1988, 2012.
[3] Sacks, Jonathan. Numbers: The Wilderness Years (Covenant & Conversation Book 4) . The Toby Press. Kindle Edition
[4] Leadership Without Easy Answers (Cambridge, MA: Harvard University Press, 1994); Ronald Heifetz and Marty Linsky, Leadership on the Line (Boston: Harvard Business Press, 2002); Ronald Heifetz, Marty Linsky, and Alexander Grashow, The Practice of Adaptive Leadership: Tools and Tactics for Changing Your Organization and the World (Boston: Harvard Business Press, 2009).
Colaboradores:
Reflexión pastoral: Rev. Mizraim Esquilín-García, PhD. / Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García / Social-Media : Hna. Frances González / Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital Institucional-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Diseñadora El Heraldo Institucional Edición Impresa Interactiva en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Fotografías gratuitas: Recuperadas de Unsplash.com por: Nong Vang / David Boca / Diego PH / Benwhite/Priscilla Du Preez /Mathew-Schwartz /Monika Grabkowska. Imagen editada en Photoshop CC: Dra. Eunice Esquilín López – voluntaria 6 de diciembre del 2020.
Reflexión pastoral: Rev. Mizraim Esquilín-García, PhD. / Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García / Social-Media : Hna. Frances González / Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital Institucional-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Diseñadora El Heraldo Institucional Edición Impresa Interactiva en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Fotografías gratuitas: Recuperadas de Unsplash.com por: Nong Vang / David Boca / Diego PH / Benwhite/Priscilla Du Preez /Mathew-Schwartz /Monika Grabkowska. Imagen editada en Photoshop CC: Dra. Eunice Esquilín López – voluntaria 6 de diciembre del 2020.
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Posted in SERIE: ENTRE EL MAR Y LA TIERRA PROMETIDA, AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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February
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March
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April
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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