Reflexiones de Esperanza: Efesios: Todas las cosas

“10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.”  (Efesios 1:10)
 
La canción de celebración con la que Pablo da inicio a la Carta a los Efesios (Efe 1:3-14)[1], celebra que Cristo ha revelado el misterio que estaba oculto a los seres humanos. Pablo nos hace saber allí que Cristo poseerá toda la autoridad de los cielos y de la tierra. Pablo añade que esto ocurrirá en la dispensación del cumplimiento de los tiempos (Efesios 1:10).
 
El análisis textual de ese pasaje nos dice que esa frase, “la dispensación del cumplimiento de los tiempos,” es distinta a la que aparece en Gálatas 4:4 (“el cumplimiento del tiempo”). La que Pablo utiliza en Efesios, es el “pleroma del kairós” (“pleromatos ton kainón”), mientras que la que aparece en la Carta a los Gálatas es el “pleroma del cronos” (“pleroma tou cronos”). El primero es un tiempo decisivo, puntilloso, escogido, en este caso, por Dios, mientras que el segundo es un tiempo del calendario; meses, semanas, días, horas, etc.
 
Esta diferencia textual es muy importante. La expresión que se usa en la Carta a Los Gálatas hace referencia al tiempo en el calendario en el que Cristo se encarna. Esa es un fecha que dividió la historia en dos (2); antes de Cristo y después de Cristo. Como solía decir el Rdo. Dr. Cecilio Arrastía: la inserción de la vertical divina en la horizontal humana.
 
La expresión que se usa en la Carta a Los Efesios hace referencia al plan escatológico, al plan para la administración de los últimos tiempos que Dios ha diseñado desde antes de la fundación del mundo. O sea, que la frase paulina que encontramos en el verso 10 es en sí una frase apocalíptica. Esto es, cómo es que Pablo visualizaba el final de todos los tiempos. Ese es el misterio que se revela a través de Cristo.
 
A diferencia de los escritores apocalípticos, Pablo no tiene que detenerse a describir eventos. Pablo había recibido la inspiración del Espíritu Santo de que todas las cosas están programadas para estar bajo esa autoridad, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos. Pablo no tiene que analizar eventos. Pablo se circunscribe a identificar cómo es que todo esto termina.
 
Hay que destacar que esta es una expresión paulina que se repite en sus cartas con mucha frecuencia: todas las cosas le pertenecen al Señor y están bajo su autoridad.[2] Y todo esto ocurre en Cristo, frase que Pablo utiliza en 11 ocasiones en esa oración inicial.
 
Hay que comprender que la Biblia establece que todas las cosas que existen en los cielos y en la tierra, existen y fueron creadas por Dios:
 
 “11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.”  (Apocalipsis 4:11)
             
La Biblia también describe que todas las cosas creadas le pertenecen al Señor:
 
 “36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”
 (Romanos 11:36)
             
La Biblia dice que todas las cosas creadas en los cielos y en la tierra proceden de Dios:
 
“5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), 6 para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él.” (1 Corintios 8:5-6)
             
Pablo añade a esto que todas las cosas están sujetas bajo los pies de Cristo. Esto incluye la muerte:
 
“26 Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. 27 Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas.” (1 Corintios 15:26-27)
             
La Biblia dice que esto sucedió en el Calvario y Pablo lo afirma nuevamente en la Carta a Los Efesios:
 
“22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,” (Efesios 1:22)
             
La Biblia dice que esa autoridad, la que permite que Cristo sujete todas las cosas, es la que será puesta en operación cuando ocurra el rapto de la Iglesia. Ese día los muertos en Cristo resucitarán primero  y los que estemos vivos seamos transformados para ir con Él al cielo.
 
 “20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; 21 el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.” (Fil 3:20-21)
 
La Biblia dice que Cristo sustenta, dirige, hace perseverar, mueve y/o sostiene, todas las cosas con la palabra, con el “rhema” (G4487) de su poder.
 
“3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,” (Hebreos 1:3)

La Biblia dice que es por causa de Cristo que todas las cosas son y que todas las cosas subsisten:
 
“10 Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.” (Hebreos 2:10)
 
No podemos obviar que el énfasis cósmico que aparece en estas expresiones es cónsono con la palabra profética que el pueblo de Israel había recibido. Esto es, el énfasis en un reino universal con los cielos y la tierra sometidos bajo la autoridad de Dios no es un tema nuevo para Pablo. El profeta Isaías decía que al final de los tiempos veremos cielos nuevos y tierra nueva:
  
“17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.18 Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo.” (Isaías 65:17-18)
  
“22 Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre.”  (Isaías 66:22)
 
Es sobre estas bases que la Iglesia Cristiana comenzó a comprender el significado de la frase “todas las cosas.” Es sobre estas bases que la Iglesia comenzó a afirmar que la salvación que Cristo ofrece se extiende mucho más allá del perdón de pecados. El sacrificio de Cristo en la Cruz incluye la transformación total de todo lo que existe en los cielos y en la tierra. Cristo es antes de la creación (Jn 1:3) y es el instrumento creador de todo lo que existe (Heb 1:3). Cristo es el reconciliador de todo lo que existe en el mundo (“kosmos”, G2889); incluyendo a los seres humanos (2 Cor 5:19)
 
Veamos lo que dicen acerca de esto algunos versos del capítulo uno (1) de la Carta a los Colosenses:
  
“15 Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. 16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. 17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; 18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; 19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, 20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”  (Colosenses 1:15-20)
 
Es por eso que al final de todos los tiempos toda rodilla tendrá que doblarse ante Cristo y toda lengua tendrá que confesar que Jesucristo es el Señor (Fil 2:9-11).
 
El verso 10 del primer capítulo de la Carta a Los Efesios comunica esta gran verdad. Es la forma paulina de afirmar lo mismo que afirma Juan, el vidente de la isla de Patmos:
  
“15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.  16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios, 17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.”  (Apocalipsis 11:15-17)
 
Los lectores deben observar que estos pasajes bíblicos destacan y enfatizan la conexión que existe entre Cristo y la Creación. Este es el mensaje que Pablo comunica en el verso 10 del primer capítulo de la carta que estamos analizando. Cristo es el que posee toda la autoridad, incluyendo la autoridad sobre todo lo creado.
 
¿Cuál es la importancia de estos versos? ¿Por qué son tan relevantes para los creyentes en Cristo?
 
Estos versos dicen que el mundo, el planeta y sus habitantes, no caminan hacia lo desconocido. La creación, todas las galaxias y todos los universos que existen no peregrinan a sus anchas sin rumbo. Hay un programa celestial en operación. El pasaje que hemos citado de la carta a Los Colosenses indica que Cristo posee el primer puesto en todo. Esto es, en todo lo que existe en el espacio sideral hasta todo lo que existe en el mundo invisible (lo microscópico y lo espiritual). Ese pasaje informa que es a través del sacrificio de Cristo en la Cruz que el Padre reconcilió a todo el universo.
 
Ese pasaje dice algo más: todo el poder divino reside en Cristo es por esto que Cristo puede reconciliar el Universo, las estrellas, los planetas, las plantas, el reino animal, en fin, todo lo que existe.
  
“16 En él Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, tanto lo visible como lo invisible, así como los seres espirituales que tienen dominio, autoridad y poder. Todo fue creado por medio de él y para él. 17 Cristo existe antes que todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden. 18 Además, Cristo es la cabeza de la iglesia, que es su cuerpo. Él, que es el principio, fue el primero en resucitar, para tener así el primer puesto en todo. 19 Pues en Cristo quiso residir todo el poder divino, 20 y por medio de él Dios reconcilió a todo el universo ordenándolo hacia él, tanto lo que está en la tierra como lo que está en el cielo, haciendo la paz mediante la sangre que Cristo derramó en la cruz.”  (Colosenses 1:16-20, DHH)
               
No caminamos hacia el vacío. Las cosas que suceden en la vida no ocurren fuera del conocimiento de Dios. Es por eso que podemos hacer nuestras con toda seguridad las palabras paulinas que encontramos en la Carta a Los Romanos:

 “28 Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito.” (Romanos 8:28, DHH)
             
Reiteramos que el establecimiento de ese reino fue definido por algunos de los profetas del Antiguo Testamento. Ezequiel (Ezeq 34:25-27) es Isaías son solo algunos de ellos:
 
 “5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. 6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. 7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. 8 Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. 9 No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.” (Isaías 6:5-9)
               
Es en este contexto, el de la autoridad de Cristo, que Pablo inserta en la Carta a Los Efesios dos (2) temas muy importantes: el de la herencia de los santos y la definición de los creyentes en Cristo como propiedad adquirida por Dios. Estos serán los temas de nuestras próximas reflexiones.
Referencias

[1] Kent Hughes.1990. Ephesians: The mystery of the Body of Christ. Wheaton, IL: Crossway Books, (pp. 41-45).
 
[2] Ernest Best. 2003. Ephesians: a shorter commentary. London: T&T Clark, pp. 25-33.

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