929 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 3 de Diciembre de 2023

929 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII •  3 de Diciembre de 2023
El mensaje del profeta Isaías: conociendo el libro el propósito de Dios para nuestras vidas (Análisis de Isa 49:11: Pt. 9)


“11 Y convertiré en camino todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas.” (Isa 49:11, RV 1960)

La profecía del profeta Isaías ha acaparado toda nuestra atención durante los meses más recientes. Particularmente, la palabra profética en la que él nos invita a subir a los montes del Señor para que el Todopoderoso los transforme en camino (Isa 49:11a).

Las reflexiones anteriores nos han servido para esbozar que el concepto que se traduce aquí como camino (“derek”, H1870) entre otras cosas puede ser traducido como distancias, modales, dirección, estilos de vida, conductas, hábitos, costumbres, enseñanzas, conversaciones, el curso de la vida, acciones morales y el carácter.[1]

Esas reflexiones también han servido para que auscultemos algunas narrativas bíblicas en las que encontramos montes que han servido como lugares de encuentro con el Señor. Las narrativas más recientes que hemos analizado son aquellas que describen lo que sucedió en el Monte Calvario (Mat 27:33-56; Mcs 15:21-39; Lcs 23:26-49; Jn 19:16-37).

Nuestra reflexión más reciente nos permitió analizar por qué es que ese lugar es considerado un monte, además de mirar milagros de la gracia divina que sólo ocurren en el Calvario. Junto a todo esto, esa reflexión, nos permitió enfrascarnos en el análisis de postulados bíblicos y teológicos que emanan de ese Monte. Algunos de los postulados esgrimidos por el siempre recordado Rdo. Dr. John R. W. Stott (1921-2011) nos han servido como base para poder exponer estas aseveraciones de fe de manera sucinta y directa.

Uno de los libros del Dr. Stott, “The Cross of Christ”,[2] continúa sirviéndonos como punta de lanza tanto para nuestros análisis, así como para entender las razones por las que tenemos que hacer nuestra la invitación que nos hace el profeta Isaías y acceder a subir al Calvario, uno de esos montes del Señor. En ese monte encontraremos al menos dos (2) cosas. En primer lugar, la transformación de todo aquello que significa los “derek” de los que habla el profeta Isaías. En segundo lugar, encontraremos respuestas celestiales para las muchas interrogantes que en ocasiones nos trae la vida.
 
Uno de los postulados que esgrime el Dr. Stott acerca de la cruz del Calvario es que esta nos permite entrar en la victoria de Cristo.[3] En otras palabras, que trascendemos la meta más importante que se alcanza en el Calvario, la salvación del alma, y entramos en las victorias que nos ofrece el sacrificio que Cristo hizo por nosotros en esa cruz.
 
La primera victoria que Stott describe es la victoria sobre la tiranía de la Ley (Rom 8:1-4). El plan de salvación no podía haber sido diseñado para que nosotros alcanzáramos el perdón de pecados sin que fuésemos liberados del castigo que esa Ley imponía sobre la desobediencia. No olvidemos que la Biblia dice que la paga del pecado es la muerte (Rom 6:23).

La segunda victoria es la victoria sobre la tiranía de la carne (Rom 7:5-6). La Biblia dice que nuestras pasiones desordenadas, los malos deseos, las impurezas, la avaricia, la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia, las palabras deshonestas la mentira (Col 3:3-15), y esos deseos de la carne,  han sido crucificados con Cristo en la cruz del Calvario (Gál 5:24-25). Nosotros somos libres de esto porque el Hijo nos ha dado libertad (Jn 8:36).

La tercera victoria emana del principio bíblico que sostiene que los creyentes en Cristo ya no estamos bajo la tiranía del mundo. Un ejemplo de este principio lo encontramos en postulados bíblicos como el siguiente:

“15 No amen al mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no ama al Padre; 16 porque nada de lo que el mundo ofrece viene del Padre, sino del mundo mismo. Y esto es lo que el mundo ofrece: los malos deseos de la naturaleza humana, el deseo de poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas. 17 Pero el mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre.”  (1 Jn 2:15-17, DHH).

Este postulado bíblico señala que el amor es el motor rector que distingue a aquellos que hemos aceptado el sacrificio de Cristo en la cruz permitiendo que Él se convierta en nuestro Salvador y Señor. Ese amor no permite que las ofertas del mundo puedan ser consideradas mejores, con un valor más alto, que aquello que hemos recibido como resultado del sacrificio de Cristo en la cruz del Monte Calvario. Esta es una de las razones por las que la tiranía del mundo no puede sojuzgar a aquellos que aman a Cristo como su Señor y su Salvador.
 
Hay que subrayar que esa victoria incluye la victoria sobre el materialismo, el hedonismo, y otros tantos enemigos de nuestra relación con el Señor.

Stott concluye esta parte de su análisis destacando que la cuarta victoria es la victoria sobre la tiranía de la muerte. El temor a la muerte queda derrotado y anquilosado por lo que sucedió en la cruz del Monte Calvario.

Sabemos que la resurrección de Cristo es piedra angular de nuestra fe y del testimonio de la victoria suprema sobre la muerte. No obstante, es también muy cierto que la Biblia afirma que la muerte de Cristo en la cruz del Calvario es el evento que pone fin a la tiranía de la muerte. Veamos cómo lo expresan algunos pasajes bíblicos. El primero describe la derrota del diablo:

“14 Él anuló el acta con los cargos que había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz. 15 De esa manera, desarmó a los gobernantes y a las autoridades espirituales. Los avergonzó públicamente con su victoria sobre ellos en la cruz.” (Col 2:14-15, NTV)

Este pasaje bíblico es clave: afirma que el enemigo fue derrotado antes de la resurrección de Cristo. El enemigo y su ejército fueron derrotados con el sacrificio de Cristo en la cruz del Monte Calvario.

Ahora bien, ¿cuál es la importancia de todo esto? La respuesta la encontramos en otro pasaje bíblico.
  
“14 Así como los hijos de una familia son de la misma carne y sangre, así también Jesús fue de carne y sangre humanas, para derrotar con su muerte al que tenía poder para matar, es decir, al diablo. 15 De esta manera ha dado libertad a todos los que por miedo a la muerte viven como esclavos durante toda la vida.”   (Heb 2:14-15, DHH)

Este pasaje afirma que la derrota del enemigo en la cruz del Calvario opera como la victoria sobre aquél que tenía el poder o el imperio de la muerte (Heb 2:14, RV 1960). El diablo tenía ese poder porque hasta ese momento operaba sus estrategias para hacernos pecar de manera imbatible: y la paga del pecado es la muerte (Rom 6:23).

La muerte de Cristo en la cruz del Calvario garantiza esa victoria.

Muchas personas, incluyendo algunos creyentes en Cristo viven sus vidas con el temor de la muerte. Es cierto que los axiomas bíblicos no cancelan la muerte física. La muerte física continúa siendo una realidad. Lo que hacen estos axiomas es demostrarnos que la muerte de Cristo garantiza nuestra victoria sobre el pecado y que la resurrección de entre los muertos de nuestro Señor garantiza la nuestra.

“55 Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56 Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 58 Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Cor 15:55-58)

La muerte es entonces un enemigo derrotado y todo esto debido al amor de Dios manifestado mediante el sacrificio que Cristo Jesús hizo por nosotros en la cruz del Monte Calvario. El Apóstol Pablo lo afirma así en una de las Cartas Pastorales. El mensaje del evangelio, el mensaje de las buenas de salvación es el mensaje de la victoria sobre el pecado, sobre el temor a la muerte y sobre la dádiva de la vida eterna en Cristo Jesús.

“10 Pero ahora nos ha sido mostrado ese amor por medio de la venida de nuestro Salvador Jesucristo, quien destruyó la muerte y ha dado a conocer la manera de tener vida eterna por medio de la buena noticia.”  (2 Tim 1:10, PDT)

A base de lo que hemos visto hasta aquí podemos llegar a algunas conclusiones acerca de la invitación a subir a los montes del Señor que encontramos en el Libro del profeta Isaías. Una de estas conclusiones es que se trata de una invitación a celebrar nuestras victorias. En un mundo en el que se experimentan tantas opresiones, desaciertos y esclavitudes, es glorioso saber que podemos acudir a lugares de encuentro con nuestro Señor para que Él transforme todo lo que somos en medio de la celebración por todas las victorias que Él nos ha concedido.

Ascender al Monte Calvario sabiendo que vamos a celebrar la victoria sobre la tiranía de la ley, la tiranía de la carne, la tiranía del mundo y la tiranía de la muerte tiene que producir unos escenarios de transformación extraordinarios.

Pero esto no es lo único que podemos encontrar cuando decidimos revisitar el Monte Calvario. Al hacerlo podemos ser transformados mediante la exposición a lo que significa la esperanza que encontramos en Cristo. Además, en ese lugar obtenemos otros espejuelos para mirar el sufrimiento. Estos puntos focales serán el objeto de nuestra próxima reflexión.
 


[1] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). En The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Houghton, Mifflin and Company.
[2] Stott, John. The Cross of Christ. Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1986.
[3] Stott, John. The Cross of Christ (pp. 241-246). InterVarsity Press. Kindle Edition.

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