April 6th, 2022
“19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.” (Efesios 1:19-23, RV 1960)
El mensaje que comunica la Carta del Apóstol Pablo a los Efesios es el mensaje del Evangelio de la resurrección. Hemos visto que Pablo, inspirado por el Espíritu de Dios, realiza un esfuerzo mega extraordinario para hablarnos acerca del poder de Dios. Pablo destruyó todos los esquemas de los hombres para describir este poder. Para esto solo necesitó utilizar cuatro (4) conceptos que describen al Todopoderoso: “dunamis” (G1411), “enérgeia” (G1753), “kratos” (G2904) e “ischus” (G2479).
Hemos visto que la Biblia afirma que la “enérgeia” , la operación del poder de Dios, es la que resucitó a Cristo. Además, ella afirma que esa operación es la que nos concede los dones del Espíritu; los carismas que Dios le regala a los creyentes en Cristo. La Biblia afirma que el Espíritu Santo lo hace como Él quiere.
“6 Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. 7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho. 8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. 10 A otro, el hacer milagros; a otro profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. 11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” (1 Corintios 12:6-11).
Ahora bien, todo este trabajo sería inefectivo si el Apóstol Pablo no se hubiera detenido para decir que todo esto gira alrededor de la resurrección de Cristo Jesús. Además, Pablo habría hablado en un vacío (“vacuum”) si no se hubiera detenido a señalar que todo esto es posible porque ocurre en Cristo. Sabemos que hay un Traductor celestial, un Faro de luz divina que facilita que nosotros recibamos, experimentemos y entendamos todo esto: el Espíritu Santo. Pero el pasaje de la Carta s los Efesios dice que hay un Interlocutor Divino que facilitó que nosotros pudiéramos tener acceso a todas estas bendiciones: Cristo, el Resucitado.
Esto es, nada de lo que Pablo está diciendo puede ser recibido, experimentado y entendido sino es en Cristo y a través de Cristo.
“20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Efesios 1:20)
El texto griego dice lo siguiente: “enērgēken en tō Christō.” Esto significa que nosotros hemos sido capacitados y empoderados para recibir todo esto porque esa operación se desató a través de Cristo.En el lenguaje paulino, Cristo se convirtió en las primicias, en el primer fruto del poder de la resurrección y de aquellos que se nos han adelantado en Cristo:
“20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” (1 Corintios 15:20)
“20 Lo cierto es que Cristo sí resucitó de los muertos. Él es el primer fruto de una gran cosecha, el primero de todos los que murieron.” (NTV)
“20 Lo cierto es que Cristo sí resucitó de los muertos. Él es el primer fruto de una gran cosecha, el primero de todos los que murieron.” (NTV)
Hay que entender que el mensaje bíblico subraya que todo lo que Dios ha revelado, propuesto, dispuesto y establecido para los creyentes sucede en Cristo; ocurre en Cristo. Por ejemplo, la Biblia dice que nosotros alcanzamos el perdón de pecados por la sangre de Cristo, pero que somos perdonados en Cristo:
“32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32)
Hay que estar en Cristo para mantener ese perdón.
La Biblia dice que ese perdón facilitó la creación de una nueva humanidad en Cristo.
“10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” (Efesios 2:10)
La Biblia dice que el propósito eterno de Dios para la humanidad está hecho, completado en Cristo.
“10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, 11 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,” (Efesios 3:10-11).
La Biblia dice que nuestro llamamiento, que es supremo, es en Cristo (Fil 3:14). La Biblia dice que nuestra vida es, se obtiene en Cristo (2 Tim 1:1). La Biblia dice que la gracia de la que recibimos la salvación, el favor no merecido de Dios, es en Cristo (2 Tim 1:9; 2:1). La Biblia dice que la salvación es en Cristo (2 Tim 2:10). La Biblia dice que nuestro amor es en Cristo (2 Tim 1:13). Ella dice que nada nos podrá separar de ese amor que es Cristo Jesús; se encuentra en Cristo Jesús nuestro Señor.
“38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39)
La Biblia dice que nuestra fe es en Cristo (Gál 3:26), que la salvación es por la fe en Cristo (2 Tim 3:15). La Biblia dice que la bendición de Abraham nos alcanza en Cristo (Gál 3:14). La Biblia dice que nosotros escogemos vivir piadosamente en Cristo (2 Tim 3:12).
La Biblia dice que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarda nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús (Fil 4:7). La Biblia dice que nuestro Dios suplirá todo lo que nos falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil 4:19). La Biblia dice que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece (Fil 4:13).
La Biblia dice que nuestra resurrección, la que ocurrirá en el rapto de la Iglesia, ocurrirá si estamos en Cristo:
“16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.” (1 Tesalonicences 4:16)
La Biblia expande estas aseveraciones cuando señala que esa resurrección, la de los muertos en Cristo, ocurrirá así porque hemos vivido en Cristo. Dicho de otra forma, porque hemos decidido aspirar a ser uno con Él.
“8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.” (Filipenses 3:8-11)
“8 Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo 9 y llegar a ser uno con él. Ya no me apoyo en mi propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llego a ser justo por medio de la fe en Cristo. Pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe. 10 Quiero conocer a Cristo y experimentar el gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar de su muerte, 11 para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrección de los muertos!” (NTV)
Estos son solo algunos ejemplos de todo lo que abarca la frase “en Cristo.” Hemos dejado en el tintero aseveraciones que señalan que recibimos bendiciones espirituales en los lugares celestiales en Cristo (Efe 1:3) y que hemos sido escogidos en Él (v. 4). Es más, es a esos seres humanos que han decidido estar en Cristo que Dios le concede tener revelaciones de cosas inefables:
“2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.” (2 Corintios 12:2 RV 1960)
El Evangelio es claro: todo en este se desarrolla porque estamos en Cristo. Es aquí que la máxima Cristiana cobra otro significado; se reafirma:
“5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.” (Juan 15:5-11)
Separados de Cristo, nada podemos hacer. La salvación se produce porque estamos en Él. El fruto del Espíritu se produce porque estamos en Él. La vida del Resucitado se manifiesta en nosotros porque estamos en Él. La resurrección para vida eterna se efectuará en nosotros porque estamos en Él.
Trabajamos un poco con este tema, el de la resurrección de Cristo, en El Heraldo del 20 de abril de 2014. Decíamos allí que la resurrección de Jesús está descrita a base de evidencia histórica. Los escritores que informan este acontecimiento no se apoyaron en argumentos de fe o de emociones para describir este milagro.
El concepto “resurrección” viene del latín “resurrectio” que significa levantarse otra vez, en el sentido de haber fallecido y regresar, levantarse o regresar. Como dice Charles Swindoll, los documentos que describen la resurrección de Jesús describen las evidencias de que Jesucristo, asesinado en la Cruz, crucificado y sepultado, se levantó de entre los muertos para no morir jamás.
Las grandes religiones de la humanidad están centradas en las filosofías que les dan estructura. Las más grandes (Judaísmo, Cristianismo, Islamismo, Budismo) giran alrededor de las personalidades de aquellos que les dieron origen. De estas, solo el “Fundador” del Cristianismo está vivo y activo entre nosotros.
Abraham murió cerca del año 1900AC (Gn 25). El Islam fue fundado por Mahoma. El profeta del Islam nació alrededor del 571DC y murió en Medina en el 632DC, a los 61 años. Su tumba está allí y es visitada anualmente por miles y miles de fieles devotos del Islam.
El Autor y consumador de nuestra fe vive, victorioso. La tumba de nuestro Señor está vacía. ¡Él resucitó de los muertos! Su muerte y su resurrección son las piedras angulares de nuestra fe.
Juan, uno de sus Apóstoles, esperó unos 60 años para escribir los detalles de su experiencia con la resurrección. Juan tuvo 60 años para ponderar estos eventos, visitar los efectos de este milagro del amor de Dios y compartir con las generaciones que le sucedieron el impacto que le produjo ser testigo presencial del acontecimiento más grande de la historia.
Sus descripciones están matizadas por expresiones que parecen haber sido extraídas del ambiente de los tribunales de justicia; “Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad” (Jn 19:35a). La fuerza de sus palabras se explica por sí sola. ¿Cómo ser testigo de la resurrección de una persona que uno ha visto cuando la asesinaron y no ser marcado permanentemente en la mente, el alma y el espíritu? Sabemos que Aquél que levantó al Señor, también nos levantará con su poder (1 Cor 6:14).
Juan nos dice que no solo son los detalles acerca de ese domingo en la mañana los que nos deben intrigar y generar la curiosidad. Nos provoca conocer que Juan decide además regalarnos una especie de bitácora teológica de los planteamientos que hace el Resucitado luego de su resurrección. En otras palabras, Juan decide poner en su Evangelio, con un lente teológico, algunos eventos y diálogos que durante 60 años habían permanecido incólumes en su memoria y en su alma. El Espíritu Santo le inspiró a hacer esto.
Cuando visitamos el Evangelio de Juan usando estos ojos, descubrimos que todos y cada uno de esos eventos giran alrededor de preguntas que enuncia el Vencedor de la muerte, el Fiel y Verdadero, el Verbo de Dios, el Rey de reyes y Señor de señores (Apoc 19:11-16). Leyendo los capítulos 20 y 21 de este Evangelio, hemos identificado cinco (5) de esas preguntas. Tan pronto identificamos esta estructura literaria, decidimos realizar el mismo ejercicio con el Evangelio de Lucas y allí encontramos dos (2) preguntas adicionales. Con algunas ayudas de un Pastor Indio llamado Stanley Vasu, decidimos unirlas. La suma de ambas puede convertirse en el centro de una reflexión pastoral acerca de la resurrección: Siete preguntas que hace el Cristo Resucitado.
Un resumen de estas nos puede servir como bosquejo para el análisis y la reflexión de su contenido. Estas preguntas son las siguientes:
- ¿Por qué lloras? (Jn 20:15)
- ¿A quién buscas? (Jn 20:15)
- ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? (Lcs 24:17)
- ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? (Lcs 24:26)
- Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. (Jn 21:5)
- ¿Me amas más que éstos? (Jn 21:15)7.
- ¿Qué a ti? Sígueme tú. (Juan 21:22)
El lector se habrá percatado que estas siete preguntas son un bosquejo de la vida. Estas preguntasson en sí mismas un plan de trabajo para ayudarnos a reflexionar de forma correcta cuando enfrentamos el “mare magnum” que trae la vida. Las preguntas que hace el Resucitado procuran hacernos reflexionar y considerar la forma en que respondemos ante las situaciones medulares que enfrentamos como seres humanos y como hijos de Dios. El poder del Resucitado está sobre nosotros para capacitarnos y vencer cualquier clase de enemigo u obstáculo que enfrentemos (Efe 1:18-20). Sin embargo, es el amor de Dios el que provoca que el Resucitado se ocupe de que tengamos herramientas para lidiar en la vida y hacerlo con la garantía de que no seremos derrotados. Esto es parte de lo que está incluido en la capacidad de operar en el poder de la resurrección de Jesús (Fil 3:10).
Estas preguntas son entonces herramientas que provee el Resucitado y que están ungidas con el poder de la resurrección.
Cerramos esta reflexión analizando la primera pregunta. Esta es una pregunta que gira alrededor de nuestros dolores y cómo los manejamos. ¿Por qué lloramos? ¿Acaso son las razones correctas las que nos hacen llorar? Aún si estas fueran razones correctas, la Biblia nos dice que aquellos que lloran son bienaventurados porque recibirán consolación (Mt 5:4).
Concluimos diciendo que es curioso que la Biblia identifique que es una mujer la primera persona que habla con el Resucitado y que lo hace en un jardín. Este dato es muy interesante porque el primer libro de la Biblia, el Génesis, nos presenta a una mujer en un Jardín (el del Edén) respondiendo a unas preguntas que le formuló el Engañador y el Destructor de nuestra relación con el Padre Celestial.
El Cristo de la resurrección comienza la fase de la revelación de este prodigio formulándole una pregunta a otra mujer. Sabemos que las preguntas del Engañador trajeron el pecado, la muerte, la separación de la comunión con el Padre y la incapacidad de los seres humanos para enfrentar la vida de forma adecuada:
“¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3:1b)
La mujer decide responder a esa pregunta y sus respuestas la condujeron a la vida en las tinieblas del pecado y de la separación de Dios. El Cristo resucitado formula una pregunta y la mujer también decide responder:
“Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.” (Juan 20:15b)
El relato del Jardín que describe el libro del Génesis predica que las respuestas que la mujer escuchó de la serpiente la condujeron a la muerte. El relato juanino predica que la respuesta que la mujer escuchó del Resucitado la condujo a la vida eterna. El relato del Génesis coloca a la mujer en el jardín como una más, sin nombre, sin personalidad propia. Así nos ve el Engañador.
El relato juanino predica una historia distinta. ¿Qué hizo el Resucitado? El Resucitado llamó a la mujer por su nombre y lo hizo con el poder de la resurrección. ¿Qué respuesta aspiramos a escuchar? El poder de la resurrección cambió el curso de la historia de esta mujer y el de toda la humanidad.
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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