September 20th, 2020
Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida: “Características del liderazgo necesario para las tareas asignadas” [Parte IV]
Reflexión por el Pastor/Rector: Mizraim Esquilín-García
Nuestras reflexiones acerca de la peregrinación del pueblo de Israel hacia la Tierra prometida se han desarrollado puntualizando algunos de los temas relevantes de esa historia. Abrazamos esta tarea cuando iniciaba el verano de este año señalando que esa peregrinación contenía muchas avenidas paralelas a las nuestras. Particularmente, aquellas por las que transitaríamos nosotros dentro de estos procesos en los que enfrentamos la pandemia provocada por el COVID-19.
Comenzamos esta tarea destacando cuatro (4) temas que nos parecen esenciales en esas historias bíblicas y que serían el eje de nuestras discusiones y de nuestros análisis. Estos son: el significado de ser pueblo del Pacto, el uso de la libertad, los efectos y las implicaciones de la madurez y las características del liderazgo necesario para el desarrollo de las tareas que el Señor nos asigna.
Reiteramos que estas reflexiones no pretenden en forma alguna agotar las discusiones acerca de esos temas. Por el contrario, el objetivo de estas es provocar a los lectores a desarrollar sus propias investigaciones acerca de estos.
En esta reflexión daremos inicio al análisis y la discusión del cuarto tema esencial propuesto: las características del liderazgo necesario para el desarrollo de las tareas que el Señor nos asigna.
Es obvio que las narrativas bíblicas que describen la peregrinación de Israel nos permiten identificar una cantidad extraordinaria de líderes. Se trata de hombres y mujeres que surgen en los escenarios que se desarrollan en esa historia. Muchos de ellos son modelos excelentes de lo que es el liderazgo. Otros sirven como figuras anti-climáticas, anti-modelos de lo que debe ser un líder.
Es cierto que hay unas figuras centrales en toda esta historia. Figuras tales como Jocabed, Moisés, los Faraones, Aarón, María, la hija del Faraón, Sefora, Josué, y Jetro son solo algunos de los más familiares. No obstante, hay otras figuras que no parecen ser muy trascendentales, pero que muy bien necesitan ser consideradas. Entre ellas encontramos a los consejeros de los dos (2) faraones que aparecen en estas narrativas bíblicas, Sifra y Fúa, las parteras egipcias, Finees, Eleazar, Coré, los 72 ancianos o príncipes de Israel, Aholiab y Bezaleel. En cada uno de ellos podemos identificar unos roles de liderazgo que nos pueden permitir identificar filosofías, teorías, modelos y estilos de liderazgo que podrían ser examinadas.
Vimos en la reflexión de introducción a estos análisis el ejemplo del modelo de Moisés como líder. Dijimos que ese modelo representa una nueva forma de liderazgo. Este es un modelo de liderazgo que no lo encontramos en el libro del Génesis. Decíamos allí que este hombre era una combinación de profeta, libertador, dador de leyes, voz de Dios para el pueblo y voz del pueblo para Dios. Su modelo como líder debe ser estudiado con detenimiento. Destacamos en esa reflexión que este hombre nunca se comportó como un dictador, ni como un monarca.
Sin embargo, no nos hemos detenido a identificar cuál era su filosofía de liderazgo, que teorías o combinación de teorías, si alguna, le aplicaba, o cuál modelo de liderazgo podía describir lo que él hacía.
Un dato adicional es que esos modelos bíblicos nos permitirán examinar diferentes niveles de liderazgo; algo que no ha sufrido cambios desde que el ser humano fue formado por Dios. Las definiciones de estos niveles serán ofrecidas un poco más adelante en esta misma reflexión. Además, estos modelos y estos niveles nos pueden permitir examinar cómo se manifestaron ellos los principios rectores del liderazgo. Esos principios son los siguientes:
Visión Metas Amor Humildad
Dominio Propio Comunicación Inversión Oportunidad
Energía Perseverancia Autoridad Conocimiento
Análisis de esta naturaleza deben poder ayudarnos a identificar características, estilos y filosofías de liderazgo que pudieran ser cónsonos con nuestras necesidades posmodernas. Además, estos nos pueden ayudar a identificar estilos de algunos líderes que poseen agendas para alejarnos del Señor.
Los lectores se percatarán por lo que hemos dicho hasta aquí que este puede ser un tema de conversación y de análisis académico y gerencial. Académico, porque puede provocar el desarrollo de muchas investigaciones de posgrado. Gerencial, porque puede convertirse en una cantera de modelos de estudio que pueden ser insertados en nuestros quehaceres posmodernos.
Debemos comenzar este análisis proveyendo una definición de lo que es el liderazgo. Para estos fines hemos privilegiado una definición provista por el Dr. John Edmund Haggai. El Dr. Haggai es fundador del Instituto internacional que lleva su nombre.[1] Dentro de los muchos libros que él ha escrito, hay uno publicado en 1986 que marcó varios derroteros mundiales sobre el tema del liderazgo. Se trata del libro titulado “Liderazgo que perdura en un mundo que cambia” (El Paso Texas: Editorial Mundo Hispano). He aquí su definición:
“
Uno de los recuerdos más gratos que tengo sobre el Dr. Haggai fue la vehemencia con la que me explicó esta definición mientras caminábamos por uno de los pasillos de un hotel en la ciudad de Miami en los que se celebraba un EXPOLIT internacional. Esto ocurrió a mediados de los años 90.
El Dr. Haggai enfatizaba que el liderazgo es una disciplina, porque es una ciencia, porque puede ser enseñado y porque uno puede ser instruido en ella. Es deliberada, como decía Woodrow Wilson, porque requiere que el líder posea una identificación absoluta con la causa que ha abrazado y esa es la primera y más grande condición de un liderazgo exitoso.[2] Además, decía Haggai, es deliberada porque se requiere un compromiso del dirigente con su llamamiento. En el caso de la fe Cristiana, se trata además de un compromiso espiritual, santo. Esa santidad es la que lleva el sello de la superioridad única que le corresponde a Dios.
Haggai decía que es de influencia especial porque este no se impone por fuerza, ni se adueña del poder. Además porque requiere la confianza de los seguidores del líder. Por último, Haggai puntualizaba que la definición de lo que él llama grupo incluye son un grupo cuando las personas se sienten unidas en propósito.
Con el pasar de los años el Dr. Haggai ha añadido algunos lineamientos a todo esto. Una de ellas es que cuando intentamos realizar algo grande para Dios, tenemos que asegurarnos de que Dios esté en ello. Será un fracaso si Dios no forma parte de ello. Otra, es que un líder sin visión es como una guía sin un mapa. Haggai también ha dicho que un líder que posee una visión recibida de parte de Dios tiene que entender que posee una responsabilidad asombrosa. Cumplir con esa visión puede dirigirnos a las alturas de un servicio extraordinario para Dios y para nuestros consiervos. En cambio, fallar en conseguir alcanzarla priva a los demás del liderazgo que necesitaban. Es por esto que él decidió colocar una nota en su diario que dice lo siguiente: “Dios no busca perfección. Él busca la obediencia.”[3] (Traducción libre).
En 1996 se me pidió que escribiera una reflexión acerca de este tema, basado en la experiencia del llamado que el Señor le hizo al profeta Isaías (Isa 6:1-13). Esa reflexión fue titulada “Shalom para nuestras ciudades.” Me parece adecuado compartirla porque nos permite enfocar los fundamentos teológicos que fundamentan estas reflexiones:
“
Durante los pasados meses he tenido que viajar a la ciudad de Nueva York con mucha frecuencia. Esto me dio la oportunidad de disfrutar de algunas de las festividades organizadas para la celebración del cincuentenario de las Naciones Unidas [1995]. El tema central para esta celebración lo fue la esperanza; “Esperanza para el mundo”. Me parece que es imposible ocultar que nuestras sociedades están requiriendo con urgencia líderes que siembren esperanza. Pero estos líderes deben ser reales. Usando el vocabulario de John Haggai, no deben ser agitadores de masas y mucho menos caricaturas de otros líderes.
Al estudiar los modelos bíblicos acerca del liderato, encontramos algo muy interesante. No se repiten los llamados. Sólo Saulo de Tarso fue llamado camino a Damasco, sólo Jacob fue llamado en una confrontación con un ángel y solo Moisés fue llamado frente a una zarza. No se repiten los bosquejos divinos. Por ejemplo, Moisés fue llamado en un palacio para trabajar en el desierto y José fue llamado en el desierto para trabajar en un palacio.
Pero hay algo que sí se puede repetir y esto es las condiciones anímicas de aquellos que son llamados por el Señor a ser sembradores y facilitadores de esperanza. Me parece que no existe en la Biblia otro pasaje que nos permita dibujar estas condiciones con mayor exactitud que Isaías 6. El profeta de este libro se presenta en este capítulo como un hombre que está destruido y sin esperanza. Para darnos cuenta de ello, solo tenemos que acercarnos al primer nombre que allí se nos ofrece; Uzías: “Mi esperanza es Dios”. Desde esta definición, entonces el profeta nos está diciendo que hubo un año en “en el que su esperanza en Dios murió…”.
No sé si el lector ha estado allí, pero me parece que ese puede ser el año en el que los doctores nos dicen que padecemos cáncer, o que estamos afectados por el SIDA. Es el año en el que los padres descubren la adicción de su hijo o el año en el que la violencia doméstica hace su agosto en el hogar. El profeta continúa diciendo que ese año sucedió algo sobrenatural. Dios mismo vino al encuentro del profeta. Dios, había podido resolver la crisis de Isaías enviándole otro profeta o revelándole un ángel. Pero el Todopoderoso entendió que la crisis de Isaías necesitaba la intervención directa del Trino Dios. Hay situaciones en nuestras vidas que solo pueden ser manejadas mediante la intervención directa del Rey de reyes y Señor de señores.
El profeta señala que ese año vio al Señor. Lo precioso de esta revelación es que tal y como ha dicho Paul Tillich, el Dios que se le revela al profeta no es el dios de los humanistas, un dios con disciplina y reglas, pero sin gloria. El Dios que se revela tampoco es el dios de los paganos, un dios con gloria pero sin pureza. El Dios que se le revela al profeta Isaías es el único Dios; Dios glorioso y santo, puro y majestuoso. No podemos vivir nuestra vida cristiana negando la necesidad que tenemos de que se nos revele el Dios de la Gloria. Solo así se puede ser efectivo en el ministerio; si hemos visto Su gloria.
Uno de los himnos más hermosos que canta la iglesia es uno en el que el himnólogo declara haber visto en sueños la Gloria de la venida del Señor. Muchos de los líderes de nuestras iglesias necesitan tener esa experiencia revelatoria. Tan solo así podremos ser capaces de enseñarle al mundo la canción que se nos ha dado. Una canción de esperanza, poder y salvación que logrará que el mundo abandone su melodía de pecado, debilidad y condenación. Hay que cambiarle la letra a la canción que canta el mundo y sólo lo pueden hacer aquellos que han visto la gloria del Dios Santo.
Es importante señalar que nosotros no hemos sido llamados a adorar esa omnipotencia ni esa Gloria; Adoramos al Dios de Gloria. Nosotros no hemos sido llamados a adorar la Cruz; la amamos y la proclamamos, pero adoramos al vencedor de la Cruz, de la muerte y de la tumba porque Él, Cristo, es el Resplandor de la Gloria de Dios (Heb 1:3). El Dios que se le revela al profeta es un Dios que habla de sí mismo usando pronombres plurales (Isa 6:8); Él es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo. Cuando le necesitamos se nos revela en su carácter trino. El Padre nos da su amor, el Hijo la Salvación y el Espíritu Santo la capacitación.
El profeta continúa diciendo que Dios se le revela sentado en un trono alto y sublime. Es una invitación para que le digamos al mundo que mientras éste se deleita en sus canciones de desesperanza y desconsuelo, nuestro Dios está sentado en su trono. Mientras el mundo espera en “cantos de sirena” y llora los años pasados con melancolía, nuestro Dios está sentado en su trono. Los cristianos no hemos sido llamados a llorar el pasado. Me sorprende encontrar iglesias llorando por lo que fueron en el pasado. A éstas hay que recordarle que tenemos una noticia que contar; nuestros Mejores días están por comenzar. Nuestras ciudades podrán estar temblando: Él está sentado en un trono alto y sublime. Nuestras calles podrán estar llenas de violencia: Él está sentado en un trono alto y sublime. Las familias, los hogares, y las escuelas podrán estar en crisis: Él está sentado en un trono alto y sublime. El Dios de Isaías se revela para que le digamos al mundo que “De Jehová es la Tierra, el mundo y su plenitud…..”
El Dios de Isaías adelanta el propósito más importante de Su revelación. Antes que el profeta experimentara el temblor de Tierra, antes del carbón encendido y antes de la visión de los ángeles, el profeta observa que las faldas del Todopoderoso llenaban el templo.
Me parece que estamos frente a una descripción de la función terapéutica o sanadora que tenemos como Iglesia del Señor. Muchas de nuestras congregaciones no están siendo efectivas porque hemos olvidado esto y lo hemos sustituido por un mensaje de mantenimiento (cómo lograr que siga funcionando lo que tenemos). Otros, se conforman con un mensaje de pensamiento positivo o súper fe (prosperidad).
Algunos creyentes se dejan anquilosar por la pena y se dejan morir de melancolía. Miguel de Cervantes en su Don Quijote, pone en labios de Sancho Panza una exhortación para el Quijote moribundo en la que éste le señala al Hidalgo de la “Triste figura”, que “la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más…dejándole que le acabe la melancolía…”(sin completar su misión)
Los creyentes tenemos una misión. El Shalom de Dios para nuestras ciudades solo puede operar desde el poder que sana; desde la esperanza de que nuestras ciudades serán sanadas. De que hemos sido ungidos con el poder de Dios para que sean sanas. La mujer con flujo de sangre tocó ese manto; nuestras ciudades necesitan tocarlo. Nuestras ciudades necesitan que les devolvamos la visión y la esperanza del Dios de Isaías. Busquemos esa visión; experimentemos esa visión y proclamemos al Dios de esa revelación. No nos llamaron a ser Quijotes; él solo seguía un sueño. Nosotros seguimos la revelación del Dios de Gloria.”
Los modelos de los líderes que encontramos en las narrativas bíblicas acerca de la peregrinación del pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida merecen ser estudiados. No olvidemos que estas narrativas tratan acerca de un pueblo que sale de un lugar en el que han visto 10 plagas desatarse. Tampoco olvidemos que se trata de un pueblo que se encuentra en una ruta de transición entre la plagas y lo que sería el desarrollo de su nueva identidad como pueblo y como sociedad organizada.
Podemos aprender varias cosas de los modelos de liderazgo que encontramos en esos pasajes bíblicos. Entre ellos encontraremos procesos decisionales, estilos de liderazgo, errores, emociones, estructuras y reacciones que son comunes a pueblos que están en medio de esa transición.
Nuestra próxima reflexión estará dedicada a describir las teorías de liderazgo más comunes, así como algunos de los modelos más utilizados. Adelantamos que estaremos dando prioridad a aquellas teorías y modelos que nos parecen que pueden ser identificadas con los modelos bíblicos de estas narrativas bíblicas.
Antes de concluir y a manera de asignación, adelantamos las descripciones más comunes de los niveles de liderazgo. Estas descripciones han sido tomadas de un “bestseller del campo de la administración de empresas escrito por Jim Collins: “Good to great: Why Some Companies Make the Leap…And Others Don’t.[4]” La traducción al español ha sido copiada de una dirección cibernética dedicada a la consultoría y el adiestramiento gerencial.[5]
“Líder Nivel 1: Persona de Alta Capacidad
En este nivel el líder posee conocimientos que entrega a la organización por medio de su actitud emprendedora. Es claramente un intra emprendedor proactivo. Son personas de alto desempeño, con conocimiento de sus tareas pero que requieren evolucionar para no estancarse en la especialidad e individualismo. Su estancamiento los convierte en meros jefes de equipo sin posterior evolución y, con ello, suponer un freno para las propias aspiraciones del equipo.
Líder Nivel 2: Gran Contribuidor al Equipo
El siguiente nivel contiene ya el Nivel 1 y evoluciona al aumentar su capacidad de trabajar en equipo por lo cual estará dispuesto a ayudar en el logro de metas y objetivos del equipo. Tiene un elevado grado de comunicación con el equipo, de relacionarse y es empático. Lo podemos definir como el Líder con alta capacidad y que trabaja en equipo. Para ello no duda en adquirir nuevas habilidades y conocimiento. [Casi siempre] evoluciona.
Líder Nivel 3: Gerente Competente
Es la evolución de los anteriores niveles y une, al talento y trabajo en equipo, la capacidad de organizar a las personas y gestionar los recursos para el cumplimiento de los objetivos y metas efectivamente. Sería la vertiente más gerencial. Se aplica en la consecución de las estrategias. Es el Líder que, además de los logros de los puntos 1 y 2, pone el foco en los objetivos, su consecución y planificación para conseguirlos. Requiere de habilidades de gestión.
Líder Nivel 4: Efectivo
La evolución conduce a un elevado nivel de capacidad de motivación para el equipo y transforma las ideas en líneas de acción concretas que permitan alcanzar los objetivos. La claridad y coherencia entre los objetivos y las líneas de acción suponen un grado perfecto de motivación para el equipo. El líder es un ejemplo en la organización por su alto rendimiento y motiva a su equipo brindándole apoyo y confianza para que sea libre de tomar su rumbo de acción y sus propias decisiones. Es el terreno del empowerment.
Líder Nivel 5: Líder Ejecutivo
Cada nivel es la suma de los anteriores niveles más un nuevo elemento. Por ello, en el último nivel se combina la humildad personal y voluntad profesional. Un verdadero líder deja atrás su ego para enfocarse en el equipo al que pertenece y trascender en conjunto; sabe que el éxito no llegará sin el valioso talento de su equipo. Una de las cosas más importantes de esta teoría es que los líderes buscan sucesores. El pensamiento va más allá, pues está orientado en el beneficio de todos y la organización, lo que conlleva a que sea un líder modesto, maduro y que asume responsabilidad. Un verdadero líder busca que la visión del equipo trascienda a tal nivel al punto de preparar a todo el equipo para ser capaz de sustituirlo en determinado punto.”
No nos debe sorprender que el pueblo de Israel haya tenido líderes en todos estos niveles. Lo que ha hecho la posmodernidad es permitirnos realizar estas clasificaciones. Esas clasificaciones no implican que esos niveles no hayan existido antes.
Por último, pretendemos que los modelos de liderazgo de estas narrativas bíblicas puedan ser analizados desde la perspectiva de los encuentros. Esto es, encuentros directos e indirectos de los líderes con Dios y entre ellos mismos. Para ayudarnos en esta tarea estaremos echando mano de algunas de las definiciones de este concepto ofrecidas que Martin Buber[6].
Buber decía que un “encuentro” tiene un significado que iba más allá de la co-presencia y del crecimiento individual. Él procuraba encontrar formas y maneras en las que las personas pudieran engranar por completo con los demás – para encontrarse con ellos mismos. Buber decía que el hecho principal de la existencia humana no era el individuo o el colectivo en sí, sino ‘Hombre a Hombre.’ Algunos de los estudiosos de Buber, tales como Aubrey Hodes, han resumido esto diciendo que cuando un ser humano se torna hacia otro como “el otro”, como particular y como una persona específica a la que uno se dirige, y trata de comunicarse con ella a través del lenguaje o del silencio, algo sucede. Eso que acontece allí no puede ser encontrado en ningún otro lugar de la naturaleza. Buber le puso nombre a ese tipo de encuentro: la llamaba esfera que está entre nos (“the sphere of the between”).
Le invitamos a que comience aplicando estos conceptos a los encuentros de Moisés con el Señor.
Comenzamos esta tarea destacando cuatro (4) temas que nos parecen esenciales en esas historias bíblicas y que serían el eje de nuestras discusiones y de nuestros análisis. Estos son: el significado de ser pueblo del Pacto, el uso de la libertad, los efectos y las implicaciones de la madurez y las características del liderazgo necesario para el desarrollo de las tareas que el Señor nos asigna.
Reiteramos que estas reflexiones no pretenden en forma alguna agotar las discusiones acerca de esos temas. Por el contrario, el objetivo de estas es provocar a los lectores a desarrollar sus propias investigaciones acerca de estos.
En esta reflexión daremos inicio al análisis y la discusión del cuarto tema esencial propuesto: las características del liderazgo necesario para el desarrollo de las tareas que el Señor nos asigna.
Es obvio que las narrativas bíblicas que describen la peregrinación de Israel nos permiten identificar una cantidad extraordinaria de líderes. Se trata de hombres y mujeres que surgen en los escenarios que se desarrollan en esa historia. Muchos de ellos son modelos excelentes de lo que es el liderazgo. Otros sirven como figuras anti-climáticas, anti-modelos de lo que debe ser un líder.
Es cierto que hay unas figuras centrales en toda esta historia. Figuras tales como Jocabed, Moisés, los Faraones, Aarón, María, la hija del Faraón, Sefora, Josué, y Jetro son solo algunos de los más familiares. No obstante, hay otras figuras que no parecen ser muy trascendentales, pero que muy bien necesitan ser consideradas. Entre ellas encontramos a los consejeros de los dos (2) faraones que aparecen en estas narrativas bíblicas, Sifra y Fúa, las parteras egipcias, Finees, Eleazar, Coré, los 72 ancianos o príncipes de Israel, Aholiab y Bezaleel. En cada uno de ellos podemos identificar unos roles de liderazgo que nos pueden permitir identificar filosofías, teorías, modelos y estilos de liderazgo que podrían ser examinadas.
Vimos en la reflexión de introducción a estos análisis el ejemplo del modelo de Moisés como líder. Dijimos que ese modelo representa una nueva forma de liderazgo. Este es un modelo de liderazgo que no lo encontramos en el libro del Génesis. Decíamos allí que este hombre era una combinación de profeta, libertador, dador de leyes, voz de Dios para el pueblo y voz del pueblo para Dios. Su modelo como líder debe ser estudiado con detenimiento. Destacamos en esa reflexión que este hombre nunca se comportó como un dictador, ni como un monarca.
Sin embargo, no nos hemos detenido a identificar cuál era su filosofía de liderazgo, que teorías o combinación de teorías, si alguna, le aplicaba, o cuál modelo de liderazgo podía describir lo que él hacía.
Un dato adicional es que esos modelos bíblicos nos permitirán examinar diferentes niveles de liderazgo; algo que no ha sufrido cambios desde que el ser humano fue formado por Dios. Las definiciones de estos niveles serán ofrecidas un poco más adelante en esta misma reflexión. Además, estos modelos y estos niveles nos pueden permitir examinar cómo se manifestaron ellos los principios rectores del liderazgo. Esos principios son los siguientes:
Visión Metas Amor Humildad
Dominio Propio Comunicación Inversión Oportunidad
Energía Perseverancia Autoridad Conocimiento
Análisis de esta naturaleza deben poder ayudarnos a identificar características, estilos y filosofías de liderazgo que pudieran ser cónsonos con nuestras necesidades posmodernas. Además, estos nos pueden ayudar a identificar estilos de algunos líderes que poseen agendas para alejarnos del Señor.
Los lectores se percatarán por lo que hemos dicho hasta aquí que este puede ser un tema de conversación y de análisis académico y gerencial. Académico, porque puede provocar el desarrollo de muchas investigaciones de posgrado. Gerencial, porque puede convertirse en una cantera de modelos de estudio que pueden ser insertados en nuestros quehaceres posmodernos.
Debemos comenzar este análisis proveyendo una definición de lo que es el liderazgo. Para estos fines hemos privilegiado una definición provista por el Dr. John Edmund Haggai. El Dr. Haggai es fundador del Instituto internacional que lleva su nombre.[1] Dentro de los muchos libros que él ha escrito, hay uno publicado en 1986 que marcó varios derroteros mundiales sobre el tema del liderazgo. Se trata del libro titulado “Liderazgo que perdura en un mundo que cambia” (El Paso Texas: Editorial Mundo Hispano). He aquí su definición:
“
Disciplina que deliberadamente ejerce su influencia en un grupo determinado, a fin de avanzar hacia unas metas concretas de permanencia beneficiosa, que sirve para cubrir las necesidades verdaderas del grupo.”
El Dr. Haggai enfatizaba que el liderazgo es una disciplina, porque es una ciencia, porque puede ser enseñado y porque uno puede ser instruido en ella. Es deliberada, como decía Woodrow Wilson, porque requiere que el líder posea una identificación absoluta con la causa que ha abrazado y esa es la primera y más grande condición de un liderazgo exitoso.[2] Además, decía Haggai, es deliberada porque se requiere un compromiso del dirigente con su llamamiento. En el caso de la fe Cristiana, se trata además de un compromiso espiritual, santo. Esa santidad es la que lleva el sello de la superioridad única que le corresponde a Dios.
Haggai decía que es de influencia especial porque este no se impone por fuerza, ni se adueña del poder. Además porque requiere la confianza de los seguidores del líder. Por último, Haggai puntualizaba que la definición de lo que él llama grupo incluye son un grupo cuando las personas se sienten unidas en propósito.
Con el pasar de los años el Dr. Haggai ha añadido algunos lineamientos a todo esto. Una de ellas es que cuando intentamos realizar algo grande para Dios, tenemos que asegurarnos de que Dios esté en ello. Será un fracaso si Dios no forma parte de ello. Otra, es que un líder sin visión es como una guía sin un mapa. Haggai también ha dicho que un líder que posee una visión recibida de parte de Dios tiene que entender que posee una responsabilidad asombrosa. Cumplir con esa visión puede dirigirnos a las alturas de un servicio extraordinario para Dios y para nuestros consiervos. En cambio, fallar en conseguir alcanzarla priva a los demás del liderazgo que necesitaban. Es por esto que él decidió colocar una nota en su diario que dice lo siguiente: “Dios no busca perfección. Él busca la obediencia.”[3] (Traducción libre).
En 1996 se me pidió que escribiera una reflexión acerca de este tema, basado en la experiencia del llamado que el Señor le hizo al profeta Isaías (Isa 6:1-13). Esa reflexión fue titulada “Shalom para nuestras ciudades.” Me parece adecuado compartirla porque nos permite enfocar los fundamentos teológicos que fundamentan estas reflexiones:
“
Shalom para nuestras ciudades:
“En el año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” (Isaías 6:1)
“En el año en que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.” (Isaías 6:1)
Durante los pasados meses he tenido que viajar a la ciudad de Nueva York con mucha frecuencia. Esto me dio la oportunidad de disfrutar de algunas de las festividades organizadas para la celebración del cincuentenario de las Naciones Unidas [1995]. El tema central para esta celebración lo fue la esperanza; “Esperanza para el mundo”. Me parece que es imposible ocultar que nuestras sociedades están requiriendo con urgencia líderes que siembren esperanza. Pero estos líderes deben ser reales. Usando el vocabulario de John Haggai, no deben ser agitadores de masas y mucho menos caricaturas de otros líderes.
Al estudiar los modelos bíblicos acerca del liderato, encontramos algo muy interesante. No se repiten los llamados. Sólo Saulo de Tarso fue llamado camino a Damasco, sólo Jacob fue llamado en una confrontación con un ángel y solo Moisés fue llamado frente a una zarza. No se repiten los bosquejos divinos. Por ejemplo, Moisés fue llamado en un palacio para trabajar en el desierto y José fue llamado en el desierto para trabajar en un palacio.
Pero hay algo que sí se puede repetir y esto es las condiciones anímicas de aquellos que son llamados por el Señor a ser sembradores y facilitadores de esperanza. Me parece que no existe en la Biblia otro pasaje que nos permita dibujar estas condiciones con mayor exactitud que Isaías 6. El profeta de este libro se presenta en este capítulo como un hombre que está destruido y sin esperanza. Para darnos cuenta de ello, solo tenemos que acercarnos al primer nombre que allí se nos ofrece; Uzías: “Mi esperanza es Dios”. Desde esta definición, entonces el profeta nos está diciendo que hubo un año en “en el que su esperanza en Dios murió…”.
No sé si el lector ha estado allí, pero me parece que ese puede ser el año en el que los doctores nos dicen que padecemos cáncer, o que estamos afectados por el SIDA. Es el año en el que los padres descubren la adicción de su hijo o el año en el que la violencia doméstica hace su agosto en el hogar. El profeta continúa diciendo que ese año sucedió algo sobrenatural. Dios mismo vino al encuentro del profeta. Dios, había podido resolver la crisis de Isaías enviándole otro profeta o revelándole un ángel. Pero el Todopoderoso entendió que la crisis de Isaías necesitaba la intervención directa del Trino Dios. Hay situaciones en nuestras vidas que solo pueden ser manejadas mediante la intervención directa del Rey de reyes y Señor de señores.
El profeta señala que ese año vio al Señor. Lo precioso de esta revelación es que tal y como ha dicho Paul Tillich, el Dios que se le revela al profeta no es el dios de los humanistas, un dios con disciplina y reglas, pero sin gloria. El Dios que se revela tampoco es el dios de los paganos, un dios con gloria pero sin pureza. El Dios que se le revela al profeta Isaías es el único Dios; Dios glorioso y santo, puro y majestuoso. No podemos vivir nuestra vida cristiana negando la necesidad que tenemos de que se nos revele el Dios de la Gloria. Solo así se puede ser efectivo en el ministerio; si hemos visto Su gloria.
Uno de los himnos más hermosos que canta la iglesia es uno en el que el himnólogo declara haber visto en sueños la Gloria de la venida del Señor. Muchos de los líderes de nuestras iglesias necesitan tener esa experiencia revelatoria. Tan solo así podremos ser capaces de enseñarle al mundo la canción que se nos ha dado. Una canción de esperanza, poder y salvación que logrará que el mundo abandone su melodía de pecado, debilidad y condenación. Hay que cambiarle la letra a la canción que canta el mundo y sólo lo pueden hacer aquellos que han visto la gloria del Dios Santo.
Es importante señalar que nosotros no hemos sido llamados a adorar esa omnipotencia ni esa Gloria; Adoramos al Dios de Gloria. Nosotros no hemos sido llamados a adorar la Cruz; la amamos y la proclamamos, pero adoramos al vencedor de la Cruz, de la muerte y de la tumba porque Él, Cristo, es el Resplandor de la Gloria de Dios (Heb 1:3). El Dios que se le revela al profeta es un Dios que habla de sí mismo usando pronombres plurales (Isa 6:8); Él es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo. Cuando le necesitamos se nos revela en su carácter trino. El Padre nos da su amor, el Hijo la Salvación y el Espíritu Santo la capacitación.
El profeta continúa diciendo que Dios se le revela sentado en un trono alto y sublime. Es una invitación para que le digamos al mundo que mientras éste se deleita en sus canciones de desesperanza y desconsuelo, nuestro Dios está sentado en su trono. Mientras el mundo espera en “cantos de sirena” y llora los años pasados con melancolía, nuestro Dios está sentado en su trono. Los cristianos no hemos sido llamados a llorar el pasado. Me sorprende encontrar iglesias llorando por lo que fueron en el pasado. A éstas hay que recordarle que tenemos una noticia que contar; nuestros Mejores días están por comenzar. Nuestras ciudades podrán estar temblando: Él está sentado en un trono alto y sublime. Nuestras calles podrán estar llenas de violencia: Él está sentado en un trono alto y sublime. Las familias, los hogares, y las escuelas podrán estar en crisis: Él está sentado en un trono alto y sublime. El Dios de Isaías se revela para que le digamos al mundo que “De Jehová es la Tierra, el mundo y su plenitud…..”
El Dios de Isaías adelanta el propósito más importante de Su revelación. Antes que el profeta experimentara el temblor de Tierra, antes del carbón encendido y antes de la visión de los ángeles, el profeta observa que las faldas del Todopoderoso llenaban el templo.
Me parece que estamos frente a una descripción de la función terapéutica o sanadora que tenemos como Iglesia del Señor. Muchas de nuestras congregaciones no están siendo efectivas porque hemos olvidado esto y lo hemos sustituido por un mensaje de mantenimiento (cómo lograr que siga funcionando lo que tenemos). Otros, se conforman con un mensaje de pensamiento positivo o súper fe (prosperidad).
Algunos creyentes se dejan anquilosar por la pena y se dejan morir de melancolía. Miguel de Cervantes en su Don Quijote, pone en labios de Sancho Panza una exhortación para el Quijote moribundo en la que éste le señala al Hidalgo de la “Triste figura”, que “la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más…dejándole que le acabe la melancolía…”(sin completar su misión)
Los creyentes tenemos una misión. El Shalom de Dios para nuestras ciudades solo puede operar desde el poder que sana; desde la esperanza de que nuestras ciudades serán sanadas. De que hemos sido ungidos con el poder de Dios para que sean sanas. La mujer con flujo de sangre tocó ese manto; nuestras ciudades necesitan tocarlo. Nuestras ciudades necesitan que les devolvamos la visión y la esperanza del Dios de Isaías. Busquemos esa visión; experimentemos esa visión y proclamemos al Dios de esa revelación. No nos llamaron a ser Quijotes; él solo seguía un sueño. Nosotros seguimos la revelación del Dios de Gloria.”
Los modelos de los líderes que encontramos en las narrativas bíblicas acerca de la peregrinación del pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida merecen ser estudiados. No olvidemos que estas narrativas tratan acerca de un pueblo que sale de un lugar en el que han visto 10 plagas desatarse. Tampoco olvidemos que se trata de un pueblo que se encuentra en una ruta de transición entre la plagas y lo que sería el desarrollo de su nueva identidad como pueblo y como sociedad organizada.
Podemos aprender varias cosas de los modelos de liderazgo que encontramos en esos pasajes bíblicos. Entre ellos encontraremos procesos decisionales, estilos de liderazgo, errores, emociones, estructuras y reacciones que son comunes a pueblos que están en medio de esa transición.
Nuestra próxima reflexión estará dedicada a describir las teorías de liderazgo más comunes, así como algunos de los modelos más utilizados. Adelantamos que estaremos dando prioridad a aquellas teorías y modelos que nos parecen que pueden ser identificadas con los modelos bíblicos de estas narrativas bíblicas.
Antes de concluir y a manera de asignación, adelantamos las descripciones más comunes de los niveles de liderazgo. Estas descripciones han sido tomadas de un “bestseller del campo de la administración de empresas escrito por Jim Collins: “Good to great: Why Some Companies Make the Leap…And Others Don’t.[4]” La traducción al español ha sido copiada de una dirección cibernética dedicada a la consultoría y el adiestramiento gerencial.[5]
“Líder Nivel 1: Persona de Alta Capacidad
En este nivel el líder posee conocimientos que entrega a la organización por medio de su actitud emprendedora. Es claramente un intra emprendedor proactivo. Son personas de alto desempeño, con conocimiento de sus tareas pero que requieren evolucionar para no estancarse en la especialidad e individualismo. Su estancamiento los convierte en meros jefes de equipo sin posterior evolución y, con ello, suponer un freno para las propias aspiraciones del equipo.
Líder Nivel 2: Gran Contribuidor al Equipo
El siguiente nivel contiene ya el Nivel 1 y evoluciona al aumentar su capacidad de trabajar en equipo por lo cual estará dispuesto a ayudar en el logro de metas y objetivos del equipo. Tiene un elevado grado de comunicación con el equipo, de relacionarse y es empático. Lo podemos definir como el Líder con alta capacidad y que trabaja en equipo. Para ello no duda en adquirir nuevas habilidades y conocimiento. [Casi siempre] evoluciona.
Líder Nivel 3: Gerente Competente
Es la evolución de los anteriores niveles y une, al talento y trabajo en equipo, la capacidad de organizar a las personas y gestionar los recursos para el cumplimiento de los objetivos y metas efectivamente. Sería la vertiente más gerencial. Se aplica en la consecución de las estrategias. Es el Líder que, además de los logros de los puntos 1 y 2, pone el foco en los objetivos, su consecución y planificación para conseguirlos. Requiere de habilidades de gestión.
Líder Nivel 4: Efectivo
La evolución conduce a un elevado nivel de capacidad de motivación para el equipo y transforma las ideas en líneas de acción concretas que permitan alcanzar los objetivos. La claridad y coherencia entre los objetivos y las líneas de acción suponen un grado perfecto de motivación para el equipo. El líder es un ejemplo en la organización por su alto rendimiento y motiva a su equipo brindándole apoyo y confianza para que sea libre de tomar su rumbo de acción y sus propias decisiones. Es el terreno del empowerment.
Líder Nivel 5: Líder Ejecutivo
Cada nivel es la suma de los anteriores niveles más un nuevo elemento. Por ello, en el último nivel se combina la humildad personal y voluntad profesional. Un verdadero líder deja atrás su ego para enfocarse en el equipo al que pertenece y trascender en conjunto; sabe que el éxito no llegará sin el valioso talento de su equipo. Una de las cosas más importantes de esta teoría es que los líderes buscan sucesores. El pensamiento va más allá, pues está orientado en el beneficio de todos y la organización, lo que conlleva a que sea un líder modesto, maduro y que asume responsabilidad. Un verdadero líder busca que la visión del equipo trascienda a tal nivel al punto de preparar a todo el equipo para ser capaz de sustituirlo en determinado punto.”
No nos debe sorprender que el pueblo de Israel haya tenido líderes en todos estos niveles. Lo que ha hecho la posmodernidad es permitirnos realizar estas clasificaciones. Esas clasificaciones no implican que esos niveles no hayan existido antes.
Por último, pretendemos que los modelos de liderazgo de estas narrativas bíblicas puedan ser analizados desde la perspectiva de los encuentros. Esto es, encuentros directos e indirectos de los líderes con Dios y entre ellos mismos. Para ayudarnos en esta tarea estaremos echando mano de algunas de las definiciones de este concepto ofrecidas que Martin Buber[6].
Buber decía que un “encuentro” tiene un significado que iba más allá de la co-presencia y del crecimiento individual. Él procuraba encontrar formas y maneras en las que las personas pudieran engranar por completo con los demás – para encontrarse con ellos mismos. Buber decía que el hecho principal de la existencia humana no era el individuo o el colectivo en sí, sino ‘Hombre a Hombre.’ Algunos de los estudiosos de Buber, tales como Aubrey Hodes, han resumido esto diciendo que cuando un ser humano se torna hacia otro como “el otro”, como particular y como una persona específica a la que uno se dirige, y trata de comunicarse con ella a través del lenguaje o del silencio, algo sucede. Eso que acontece allí no puede ser encontrado en ningún otro lugar de la naturaleza. Buber le puso nombre a ese tipo de encuentro: la llamaba esfera que está entre nos (“the sphere of the between”).
Le invitamos a que comience aplicando estos conceptos a los encuentros de Moisés con el Señor.
Referencias:
[1] https://www.haggai-international.org/#
[2] Myra, Harold, etal. 2006. Secretos del Liderazgo de Billy Graham. Miami: Editorial Vida, p. 17.
[3] Haggai, John Edmund. 365 Things Every Successful Leader Should Know (p. 11). Harvest House Publishers. Kindle Edition.
[4] Collins, Jim. 2001. Good to Great: Why Some Companies Make the Leap…And Others Don’t. New York: HarperCollins. Este libro fue publicado en español en el 2011 bajo el título “Empresas que sobresalen: Por qué algunas sí pueden mejorar la rentabilidad y otras no” por la editorial Deusto.
[5] https://pacocorma.com/es/blog-item/el-lider-nivel-5
[6] https://infed.org/martin-buber-on-education/
[1] https://www.haggai-international.org/#
[2] Myra, Harold, etal. 2006. Secretos del Liderazgo de Billy Graham. Miami: Editorial Vida, p. 17.
[3] Haggai, John Edmund. 365 Things Every Successful Leader Should Know (p. 11). Harvest House Publishers. Kindle Edition.
[4] Collins, Jim. 2001. Good to Great: Why Some Companies Make the Leap…And Others Don’t. New York: HarperCollins. Este libro fue publicado en español en el 2011 bajo el título “Empresas que sobresalen: Por qué algunas sí pueden mejorar la rentabilidad y otras no” por la editorial Deusto.
[5] https://pacocorma.com/es/blog-item/el-lider-nivel-5
[6] https://infed.org/martin-buber-on-education/
Colaboradores:
Reflexión pastoral: Rev. Mizraim Esquilín-García, PhD. / Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García / Social-Media : Hna. Frances González / Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital Institucional-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Diseñadora El Heraldo Institucional Edición Impresa Interactiva en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria / Fotografías gratuitas: Recuperadas de Unsplash.com por: Nong Vang / David Boca / Diego PH / Benwhite/Priscilla Du Preez /Mathew-Schwartz /Monika Grabkowska. Imagen editada en Photoshop CC: Dra. Eunice Esquilín López – voluntaria 20 de septiembre del 2020.
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