Reflexiones de Esperanza: La seguridad que Dios ofrece (Parte 10)

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4 Con sus plumas te cubrirá, Y debajo de sus alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad. (Sal 91:4, RV 1960)

El análisis del Salmo 91 nos ha conducido a considerar los beneficios que emanan del abrigo del Altísimo y de morar bajo la sombra del Omnipotente. Nuestras reflexiones más recientes fueron dedicadas al análisis de los procesos de liberación que Dios nos ofrece: “3 Él te librará del lazo del cazador, De la peste destructora” (Sal 91:3). Esta reflexión da inicio al análisis de las metáforas que tratan acerca de la seguridad y la protección que este salmo describe.

La imagen inicial del verso cuatro (4) de este salmo es una muy familiar, se usa con mucha frecuencia en el Antiguo Testamento. Esa aseveración, la que expresa que Dios ofrece cubrir a los suyos con sus plumas y colocarlos debajo de sus alas es utilizada por otros escritores del Libro Sagrado. En algunas ocasiones esa expresión que define y describe la seguridad que Dios nos da va acompañada de otras cosas. Por ejemplo, la necesidad de ser expuestos a otros ambientes y/o elevados por el Señor para aprender a volar y ver la vida desde más arriba;  o sea, desde otra perspectiva. En otros casos es la definición de la seguridad que ofrece Dios como protección o como amparo.

Consideremos algunos ejemplos no solo para validar esa aseveración, sino para comprender el ambiente y los contextos en los que esta es usada.

Moisés usa esta expresión cuando bendice al pueblo de Israel en el desierto. La Biblia dice que Moisés decidió bendecir al pueblo poco antes de ser llamado por Dios a la eternidad. Esa bendición fue presentada en forma de una canción (Dt 31:30). Uno de los versos más hermosos de esa canción es el siguiente:

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11 Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas, 12 Jehová solo le guió, Y con él no hubo dios extraño. 13 Lo hizo subir sobre las alturas de la tierra, Y comió los frutos del campo, E hizo que chupase miel de la peña, Y aceite del duro pedernal; 14 Mantequilla de vacas y leche de ovejas, Con grosura de corderos, Y carneros de Basán; también machos cabríos, Con lo mejor del trigo; Y de la sangre de la uva bebiste vino. (Dt 32:11-14)

Lo que Moisés está describiendo aquí es un fenómeno que ha sido estudiado con mucho cuidado.  Estos versos describen al pueblo de Israel como aguiluchos que tienen que aprender a volar. Mamá águila es la responsable de “desordenar” y “agitar” el nido y de romper uno de sus extremos. Al principio, ocurren unos segmentos de adiestramiento en los que estos solo se dedican a dar saltos cortos con pequeños despegues. Luego de esto, ella agarra sus polluelos y los lanza al vacío para que aprendan a volar. En cada ocasión en que parezca que los polluelos van a perecer, porque aún no han logrado aprender a volar, mamá águila se coloca debajo de ellos y los toma sobre sus alas para llevarlos de vuelta al nido. Los aguiluchos no saben que tienen que estar preparados para ir al vacío muy poco tiempo después de haber regresado al nido. Mamá águila va a repetir ese procedimiento hasta que sus hijos sepan volar. Es muy interesante que durante todo ese tiempo, papá águila revolotea sobre ellos para proteger a su familia de cualquier amenaza que pueda surgir durante ese tiempo de escuela y de adiestramientos en el vacío.

El Señor puede utilizar las situaciones complicadas que enfrentamos en la vida para que aprendamos a volar. Ese adiestramiento es vital para que podamos ser capaces de ver la vida desde las alturas. Este pasaje dice que debemos estar seguros y confiados porque es Él el que excita su nidada. Es Dios el que está detrás de esa “crisis” que amenaza nuestros nidos y nuestra seguridad. Es Él el que rompe el nido y nos expone a eso que creemos que es solamente un peligro y una crisis. Es Dios el que nos provoca a dar pasos de fe que en ocasiones parecen saltos al vacío. Es Dios el que nos toma bajo sus alas cuando creemos que vamos a estrellarnos contra las peñas que están al final del despeñadero en el que sentimos que nos hemos caído. Esos versos dicen que sólo Él nos guía, solo Dios nos transporta o nos dirige. Ese es significado del concepto hebreo que se utiliza aquí (“nâchâh”, H5148).

Desde esa perspectiva, esa canción de Moisés nos enseña que tenemos que despegar nuestra mirada de las crisis por las que estamos atravesando para tratar con aquello que Dios nos quiere enseñar. Todas las crisis son transitorias y temporales. En cambio, la enseñanza, el adiestramiento, la educación que Dios nos ofrece es permanente. Esto, incluyendo la capacidad para aprender a volar por encima de cualquier desierto, de cualquier tragedia, de cualquier amenaza y/o de cualquier crisis que enfrentemos en la vida.

Esta es la definición de la seguridad que se obtiene trascendiendo el escenario de crisis que podemos estar enfrentando.

Otro pasaje bíblico que utiliza esta metáfora es el que nos ofrece el escritor del Salmo 17:

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8 Guárdame como a la niña de tus ojos; Escóndeme bajo la sombra de tus alas, 9 De la vista de los malos que me oprimen, De mis enemigos que buscan mi vida. (Sal 17:8-9)

Estas son unas expresiones que describen la seguridad que ofrece Dios desde la perspectiva de la protección divina. Es la expresión del Dios que guarda (“shâmar”, H8104), que protege y que salva. Es el Dios que ve a Su pueblo como la “niña de su ojo”. El profeta Zacarías dijo que aquellos que se atreven a tocar o a despojar al pueblo de Dios es como si estuvieran tocando la niña del ojo de Dios (Zac 2:8). Es el Dios que no hace que los suyos escapen de la crisis, sino que los esconde para protegerlos en lo que concluye el mal.

Otro pasaje bíblico que utiliza el lenguaje que vemos en el Salmo 91 es el Salmo 36:

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6 Tu justicia es como los montes de Dios, Tus juicios, abismo grande. Oh Jehová, al hombre y al animal conservas. 7 ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. 8 Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. 9 Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz. (Sal 36:6-9)

Esta es la descripción de la seguridad que ofrece Dios como un amparo, algo en lo que uno ha puesto su confianza (“châsâh”, H2620).

El Salmista vuelve a utilizar esa metáfora en el Salmo 57:

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1 Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí; Porque en ti ha confiado mi alma, Y en la sombra de tus alas me ampararé Hasta que pasen los quebrantos. 2 Clamaré al Dios Altísimo, Al Dios que me favorece. 3 El enviará desde los cielos, y me salvará De la infamia del que me acosa; Selah Dios enviará su misericordia y su verdad.  (Sal 57:1-3)

Esta es la descripción de la seguridad que experimenta uno que está en el medio de un período de quebrantos, de calamidades, que está experimentando la ruina, los daños provocados por las tribulaciones y las crisis que enfrentamos en la vida. Esa descripción subraya la conciencia de que todas estas cosas poseen fecha de expiración. Las pandemias tienen fechas de expiración. Las tribulaciones, las tormentas, los dolores, todas las crisis poseen fecha de expiración. Aquellos que conocen al Señor, no sólo saben esto sino que conocen en dónde hay seguridad y protección: bajo las alas del Señor, bajo la sombra de Sus alas. Los quebrantos van a pasar. La presencia del Señor es eterna; para siempre.

Así mismo podemos citar el Salmo 61 y el Salmo 63:

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3 Porque tú has sido mi refugio, Y torre fuerte delante del enemigo. 4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah   (Sal 61:3-4)
7 Porque has sido mi socorro, Y así en la sombra de tus alas me regocijaré. 8 Está mi alma apegada a ti; Tu diestra me ha sostenido.  (Sal 63:7-8)

Estamos convencidos de que los lectores de esta reflexión no tendrán dificultad alguna para hacer acopio de las palabras escritas por el profeta Malaquías cuando nos habla acerca de esta seguridad, pero desde la perspectiva profética y mesiánica:

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2 Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.  (Mal 4:2)

¡La salvación viene en las alas del Señor! Sabiendo esto, entonces podemos decir que la seguridad que Dios nos da es también la seguridad de la salvación.

Ahora bien, el escritor del Salmo 91 describe esas plumas y esas alas como instrumentos de Dios para cubrir a los hijos del Señor; a aquellos que han decidido habitar y morar en la presencia de Dios.

El salmista dice que las alas y las plumas de Dios cubren a los hijos del Altísimo. Sin duda alguna, esa es una expresión poética hermosa. No obstante, la intención del salmista no es una poética. Lo sabemos porque el vocabulario utilizado en este salmo para expresar esto trasciende la poesía.

El escritor del Salmo 91 decide hacer uso de un concepto hebreo muy particular: “sâkak” (H5526). Este concepto describe algo más que un lugar seguro. Este concepto describe un tipo de red protectora, tejida a mano, una cobertura que es como un seto vivo, un perímetro de defensa. Pero hay más, mucho más en ese concepto. El concepto utilizado por el escritor de este salmo implica que el cerco enmudece, hace callar al adversario. Además, ese concepto implica unión, unidad y cabalidad entre el cerco y aquellos que están siendo protegidos.

Veamos algunos ejemplos bíblicos que nos ayudarán a reafirmar este concepto utilizado por el escritor del Salmo 91. El concepto traducido como “cubrirá” (“sâkak”) es utilizado para describir la posición y la acción de los querubines sobre el propiciatorio del Arca del Pacto (Ex 25:20; 37:9). ¿Se le podrá escapar algo a un querubín? No olvide que el salmista no dice que Dios envía querubines a protegernos. Dios mismo ha prometido cubrirnos y a Él no se le escapa nada.

Ese concepto también es utilizado en la narrativa del libro del Éxodo que describe el encuentro de Moisés con la gloria del Señor. Esto es, cuando Dios lo escondió en la hendidura de la peña y lo cubrió con Su mano para que la gloria del Omnipotente no matara a Moisés (Éxo 33:22). Ese concepto también aparece traducido en el verso 11 del Salmo 5 como “defiendes.”

Sin embargo, es el escritor del Salmo 139 el que nos presenta otra dimensión del concepto “sâkak”. Veamos lo que dice el verso 13 de ese Salmo: (lo traduce como “hiciste”)

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13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. (Sal 139:13)

Sin duda alguna que ese concepto describe aquí un proceso creativo, que da forma, que da vida y que la protege en el vientre de la madre.

¿No le parece maravilloso? Cuando el salmista realiza la expresión “con sus plumas te cubrirá”, está diciendo que somos cubiertos por algo que ha sido hecho a  mano. O sea, que no hay dos cercos similares; son únicos y específicos para cada uno de nosotros. Al mismo tiempo, el salmista está diciendo que el Señor establece un perímetro de defensa sobre nosotros; un perímetro a prueba del ruido que se escucha. O sea, que las voces y los ruidos que infunden terror, desaliento, temor y desesperación no pueden ser escuchadas allí adentro. Aquellos que estén siendo afectados por esos ruidos no deben alarmarse. El consejo bíblico es ir al centro de la cobertura que nos da Dios.

El salmista nos está diciendo que la forma en la que Dios ha decidido cubrirnos provoca la unidad entre nosotros y la unidad de nosotros con Dios. Ese cerco es cabal, es específico para cada uno, es completo y es perfecto. Esa cobertura de Dios trae vida, crea vida, protege la vida.

Por último, no podemos soslayar que los peligros que enfrentamos en este tiempo trascienden las amenazas provocadas por la pandemia. Las amenazas que se han cernido sobre la democracia han sido devastadoras, destructivas, bochornosas y muy preocupantes. El asalto al Capitolio de los Estados Unidos es mucho más que una manifestación de violencia. Así también lo han sido los actos vandálicos y las manifestaciones violentas en muchos lugares de nuestra nación. No obstante, lo que aconteció el 6 de enero en la capital federal de los Estados Unidos trasciende sobre todos los otros actos de violencia que hemos visto.

Estas manifestaciones son síntomas externos de una enfermedad muy grave que ha atacado al País. Los ciudadanos de los Estados Unidos sufren estas experiencias sin percatarse de que uno de sus problemas más grande es su falta de fe. No se trata de una fe religiosa. Se trata de fe en el sistema de gobierno. Una porción muy significativa del país no cree en la Constitución ni en el sistema de gobierno que le da estructura a esa nación. Esa crisis de fe es en gran medida el resultado de la desconfianza que se ha desarrollado en los medios de comunicación, en la prensa Estadounidense. La mitad del país no cree en las informaciones que comunican CNN, NBC, MSNBC, y otros medios similares, mientras que la otra mitad no cree en lo que dicen Fox, el New York Post y otros medios similares. A esto hay que añadir que una porción significativa del país tampoco cree en lo que dicen muchos de sus líderes religiosos. Uno de los resultados que ha provocado todo esto es la creación de verdades alternas que cada grupo pretende defender. La cancelación de la cultura, la intolerancia, la violencia y el asalto a los emblemas de la democracia, tales como el Capitolio, son solo algunos de los ejemplos de ello.

Exhortamos al gobierno entrante a buscar alternativas que propendan al diálogo y a la búsqueda de alternativas que promuevan la fe en nuestro sistema de gobierno. Exhortamos al pueblo a clamar y a buscar el rostro del Señor para que Él tenga misericordia de nuestra nación; particularmente de los infantes que están viendo todo este caos en las primeras planas de los noticieros televisivos y cibernéticos.

No hay soluciones fáciles para un problema de esta naturaleza. Se requiere un alto grado de prudencia, de sabiduría y de gracia para manejarlo. Además, se requiere anteponer la salud y la estabilidad de la nación a cualquier interés político partidista.

La buena noticia es que las promesas del Salmo 91 se visten de eternidad en medio de una temporada matizada por el COVID-19 y por todas estas crisis de fe en el sistema. Dios ha prometido esta seguridad, esta clase de protección a aquellos que han decidido habitar al abrigo del Altísimo, bajo la sombra del Omnipotente.

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