781 • Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida: “ La Educación Cristiana que Sana al pueblo ” – Parte III • El Heraldo Institucional del 31 de enero del 2021 • Volumen XVI • 781

Entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida
 “La Educación Cristiana que sana al pueblo (Pt. III)”


9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10 El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos;”  (Det 4:9-10)

Iniciamos la reflexión anterior contrastando dos (2) de los conceptos de educación que encontramos en las narrativas bíblicas acerca de la peregrinación del pueblo de Israel en el desierto. El primero,  el consejo que Jetro, suegro de Moisés, le ofreció a su yerno acerca de la educación y la administración del pueblo de Israel en el desierto:

20 Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer.”  (Éxo 18:20)

El segundo, parte de uno de los discursos finales que Moisés le dio a ese pueblo cerca del final de su carrera como líder de este:

8 Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? 9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.”   (Det 4:8)

            Nos llamó la atención el hecho de que el consejo de Jetro, “enseña a ellos las ordenanzas” (“zâhar”, H2094), requería enfocarse en los resultados de la enseñanza. Reiteramos que ese concepto significa literalmente iluminar, hacer destellar, enseñar, hacer brillar y amonestar al pueblo de Dios con los estatutos y las ordenanzas. (“chôq”, H2706).

            En cambio, el énfasis que Moisés realiza en la educación del pueblo, “antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos” (“yâdaʽ”, H3045) se enfoca en los procesos de la enseñanza. Recordemos que ese concepto describe la adquisición destrezas mucho más profundas, conocer de manera figurada y literal, por inferencia, por observación. Recordemos que ese concepto incluye la capacidad para reconocer, instruir, designar, para responder, considerar y comprender. Además, este concepto se usa para describir la capacidad de discernir, descubrir, percibir, pronosticar y entender. Todas estas estas definiciones forman parte de la agenda educativa.

            Es muy interesante el hecho de que el acercamiento que Moisés hace de la educación posee muchas áreas tangenciales a lo que la posmodernidad ha llamado el modelo curricular basado en competencias. Veamos algunas definiciones de este modelo posmoderno:

El concepto de competencia es el pilar del desarrollo curricular y el incentivo tras el proceso de cambio. Se define como ‘el desarrollo de las capacidades complejas que permiten a los estudiantes pensar y actuar en diversos ámbitos. Consiste en la adquisición de conocimiento a través de la acción, resultado de una cultura de base sólida que puede ponerse en práctica y utilizarse para explicar qué es lo que está sucediendo’(Cecilia Braslavsky).[1]

El modelo curricular basado en competencias pretende enfocar los problemas que abordarán los profesionales como eje para el diseño. Este enfoque se centra en la necesidad, estilos de aprendizaje y potencialidades individuales para que el alumno llegue a manejar con maestría las destrezas y habilidades señaladas desde el campo laboral. Se caracteriza por: utilizar recursos que simulan la vida real, ofrecer una gran variedad de recursos para que los estudiantes analicen y resuelvan problemas, enfatizan el trabajo cooperativo apoyado por un tutor y abordan de manera integral un problema cada vez.

Incorpora sistemas de evaluación más precisos e integradores, al definir minuciosamente las competencias y desempeños asociados y al establecer un rango más amplio de aprendizajes a ser evaluados, generando indicadores claros de los niveles de logro alcanzado por las y los estudiantes en el desarrollo de las competencias.” [2]

Hay que destacar que fue en el mes de Julio del año pasado (2020) que comenzamos a presentar algunos elementos de esta clase de educación. Todo esto sobre las base del proceso de transformación que Dios quería desarrollar con el pueblo de Israel. Algunas notas de El Heraldo del 5 de julio del 2021 a este respecto dicen lo siguiente:

“Hay que aceptar que no se puede preparar un pueblo así de la nada y mucho menos cuando están en juego asunto procesos transformativos que hay que aceptar y que hay que aprender. Una nota al calce; un proceso es transformativo porque posee la virtud o fuerza para transformar.

Una escuela transformativa  posee potenciales para la transformación de una situación. El propósito de Dios era el de transformar al pueblo de Israel en una escuela de maestros, de sacerdotes. El mundo entero tendría la capacidad de ser enseñado y acercado al único y Eterno Dios. La escuela que Dios ensamblaría tenía que poseer un potencial de transformación nunca antes visto. De este pueblo saldrían sacerdotes a educar a todo el planeta.

¿Cómo se debe preparar a un educador? ¿Cuáles deben ser los procesos para la formación pedagógica de aquellos que van a ser profesores? El proceso debe ser uno de aprendizaje trasformativo. Roberto Espejo Leupin y José González-Suárez analizan esto en una publicación dirigida a la formación pedagógica de los profesores universitarios.[3]  Reconocemos que esta publicación es una pedagógica y académica: no es teológica ni bíblica. Sin embargo, creemos que el trabajo realizado por Espejo Leupin y González-Suárez describen gran parte de los procesos de aprendizajes teóricos y prácticos a los que Israel fue sometido entre el Mar Rojo y la Tierra Prometida.
 
Espejo Leupin y González-Suárez, utilizando la teoría del aprendizaje transformativo de Jack Mezirow, destacan que esta propone un modelo donde el individuo actúa con dos tipos de supuestos para dar significado a su experiencia: perspectivas y esquemas de significado. Dichos supuestos corresponden a conjuntos generalizados de expectativas que condicionan el actuar, sentir y pensar de la persona.

Ellos apuntan a que la formación pedagógica entendida como desarrollo docente, involucra lo siguiente:

-           el problema del conocimiento pedagógico,
-           su naturaleza,
-           su apropiación y crecimiento.

Es en este ámbito en el que usualmente vemos aparecer el tema de un cambio paradigmático (del modelo o la teoría a seguir) en la docencia universitaria, asociado a los procesos sociales mencionados anteriormente y que tienen repercusión directa en el rol del profesor y su desempeño.

Cuando aplicamos esto al pueblo de Israel encontramos que Dios quería transformar sus perspectivas como pueblo, así como los esquemas que el daban significado a este pueblo. Para esto había que transformar sus expectativas como pueblo, su forma de actuar, de sentir y de pensar como nación.

Ellos deseaban llegar a la Tierra Prometida para disfrutar de la libertad. Esas eran sus expectativas como pueblo. Dios quería que llegaran a la Tierra Prometida como una nación de sacerdotes, preparados para educar al mundo en lo que respecta a quién es Dios y a la relación que debemos tener con Él. Sólo así serían capaces de disfrutar la libertad en ese lugar: cumpliendo el propósito divino. Las perspectivas y los esquemas de significado de este pueblo tenían que ser transformados.

Es aquí que Dios decide confrontarlos con factores del problema del conocimiento pedagógico, con los de su naturaleza como pueblo, con los de su apropiación y los de su crecimiento.  Espejo Leupin y González-Suárez señalan que la teoría de Mezirow destaca que el aprendizaje transformativo (“transformative learning”) describe cómo los adultos integran nueva información, perspectivas, o práctica en sus visiones de mundo al comprometerse en el aprendizaje. O sea, que esto requiere estar comprometido con estos procesos: “5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis” (Éxo 19:5a).

Ellos añaden lo siguiente: ‘Cuando los aprendices se comprometen con las oportunidades para reflexionar sobre el significado de lo que están aprendiendo, pueden comprometerse en la evaluación de sus valores familiares, creencias y supuestos.’  O sea, que además, se requiere compromiso con las oportunidades que se ofrecen y se requiere reflexionar sobre el significado del aprendizaje. Esto último explica por qué es que hay tantas instrucciones bíblicas acerca de la meditación reflexiva sobre lo que dice la Santa Palabra.”

Hay que subrayar que el término “competencia” representa un concepto holístico y que se define de manera diferente al de “destreza.” El término “destreza” se utiliza para definir la habilidad para realizar actos motores y/o cognoscitivos complejos con facilidad y precisión. En cambio, el término “competencia” denota “un sistema de acciones complejas que comprenden habilidades cognoscitivas, actitudes y otros componentes no cognoscitivos. (Dominique Simone Rychen y Alejandro Tiana Ferrer, UNESCO-IBE, 2004, pág. 21)

Una información que no compartimos en esa edición de El Heraldo[4] es que este acercamiento educativo, el de las competencias, se ha convertido en uno de los más estudiados y favorecidos en nuestra realidad posmoderna.

La UNESCO ha reconocido la competencia como: “una combinación de habilidades prácticas y cognoscitivas interrelacionadas, conocimientos, motivaciones, valores y ética, actitudes, emociones y otros componentes sociales y comportamentales que puedan movilizarse conjuntamente para una acción eficaz en un contexto particular” (Rychen y Tiana, p. 22-23)

            De hecho, la UNESCO ha identificado once competencias genéricas que son propuestas como responsabilidad de la Educación Superior:

1. Formación integral que equilibre conocimientos, habilidades, valores, y que proporcione unasólida formación general,

  • Que favorezca el aprendizaje permanente y el desarrollo autónomo del estudiante;
  • Que combine teoría y práctica local y global de la ciencia y la tecnología;
  • Que fortalezca la capacidad de aprender a lo largo de la vida;
  • Incorpore experiencias de trabajo en equipo, desarrollo de habilidades para la comunicación con diversas audiencias, la creatividad, la destreza en la solución de problemas, el espíritu emprendedor y la sensibilidad social;
  • Que fomente la comprensión de la diversidad cultural y el respeto al entorno;
  • Complemente la oferta educativa con programas novedosos de orientación general;
  • Fomente el descubrimiento y la construcción del conocimiento, no solo su transferencia;
  • Que esté centrado en el aprendizaje y comprometido con el estudiante;
  • Comprometido con la realidad social del país;
  • Fomente la inter y multidisciplinariedad.[5]

Usualmente, las competencias pueden ser enseñadas según tres (3) dimensiones: la dimensión de la información, la dimensión de la comunicación y la dimensión ética y de impacto social.
 
Invitamos a los lectores a identificar estas definiciones y estas propuestas educativas en el concepto de educación que Moisés le propuso al pueblo de Israel. El desarrollo de ese ejercicio les llevará a concluir que sin duda alguna, ese siervo de Dios estaba adelantado a su tiempo por casi 3000 años.
Adelantamos que el modelo discipular de Jesucristo era aún más intenso y abarcador. Presentamos una porción del Evangelio de Marcos que sirve como ejemplo de  lo antes dicho:

27 Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? 28 Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas. 29 Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.  30 Pero él les mandó que no dijesen esto de él a ninguno. 31 Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. 32 Esto les decía claramente. Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 35 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. 36 Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? 37 O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.”  (Mcs 8:27-38)

Hace cerca de 13 años, una de nuestras fuentes de referencia para el programa de entrenamiento de nuestra Iglesia,  “Building Church Leaders”, de Christianity Today International,[6] nos proveyó un material titulado “Building a Culture of Discipleship” (Construyendo una cultura de Discipulado). Uno de sus estudios bíblicos está basado en el pasaje citado del Evangelio de Marcos. El mismo fue titulado  “Ordinary Folks Make Great Disciples” (Gente ordinaria se convierte en grandes discípulos). Este estudio fue extraído de un sermón predicado por Stuart Briscoe.

Briscoe señala en ese estudio tres (3) elementos que definen la descripción o la definición que Jesús tiene de un discípulo. En primer lugar, que un discípulo de Jesús es una persona que puede ser confrontado con los asuntos que Jesús nos quiere confrontar. Jesús preparó a sus discípulos para ser confrontados con los “issues”, los asuntos que él les traía para discusión. El énfasis del verso 35, “todo el que quiera salvar su vida, la perderá….,” es interpretado por Briscoe como el siguiente reto de Jesús: “¿Qué están haciendo con sus vidas? Ustedes pueden invertir sus vidas o echarlas a perder. Si me entregan sus vidas, habrán invertido para la eternidad.”

Las respuestas para estas preguntas requieren el uso adecuado e intencional de las destrezas que Moisés procuraba. No obstante, esta vez no se trata de alcanzar cruzar un desierto sino poder disfrutar de la eternidad. Un discípulo de Jesucristo debe ser capaz de ser confrontado así  de estar dispuesto a invertir para la eternidad entregando toda su vida a Jesucristo como su Señor y su Salvador.

En segundo lugar, Briscoe plantea que los discípulos de Jesucristo son personas que confirman los reclamos que Jesucristo hizo acerca de sí mismo. Los discípulos de Jesús hacen esto en este pasaje. Ellos confirman los reclamos que hace Jesús.

Hay que entender que el Cristianismo no permanece de pie ni se cae a base de los eventos que pueden suceder en la historia. El Cristianismo se mantiene de pie a base de que Jesús sea lo que Él dijo que es. El Cristianismo se caería  de bruces si Jesucristo no fuera quién Él dijo que era. Un discípulo de Jesucristo tiene que estar preparado para evaluar y confirmar los que Jesucristo reclamó ser. Cristo es Dios encarnado, el Señor y el Salvador del mundo. Este ejercicio también requiere el uso y el desarrollo de competencias educativas.

En tercer lugar, Briscoe argumenta que los discípulos de Jesucristo son personas que deciden aceptar conformarse, ajustarse a los patrones que el Señor delineó y estableció para los suyos. Las expresiones del verso 34, “34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”,  se convirtieron en el patrón de vida y de reacciones ante los retos de la vida de los discípulos del Señor: venir en pos de Él, negarse a sí mismos, tomar su cruz, y seguir detrás de las pisadas del Señor.

No debe haber duda de que esta es una agenda de transformación que requiere mucho más que aprender a destellar o a brillar para Jesús; aceptar los resultados de la enseñanza. Esto requiere aceptar la participación transformadora del Espíritu Santo y la capacidad para reconocer, instruir, designar, para responder, considerar y comprender, discernir, descubrir, percibir, entender y aceptar la agenda discipular de retos y transformación que el Evangelio requiere: aceptar los procesos de enseñanza del Espíritu Santo.
Referencias
[1] Cecilia Braslavsky (1952-2005) fue una extraordinaria educadora, profesora y escritora Argentina, especialista en   este tema curricular.
[2]  https://www.webscolar.com/enfoque-curricular-por-competencia
[3]  Aprendizaje transformativo y programas de investigación en el desarrollo docente universitario.” Publicado en la     Revista de Docencia Universitaria REDU · Vol. 13, Octubre- Diciembre 2015 DOI: 10.4995/redu.2015.5431     escrito por Roberto Espejo Leupin y José González-Suárez, Universidad Andrés Bello, Chile.
[4] El Heraldo. Volumen XV. No. 751, 5 de julio del 2020
[5] “Formación de Competencias profesionales en la Universidad pública, una vista panorámica desde la Globalización.” Escrito por Claudia Ávila González. Revista Observatório, Palmas, v. 2, Especial 2, p.365-393, octubre 2016. (Claudia es doctora en Metodología de Enseñanza y es Profesora del Instituto Mexicano de Estudios Pedagógicos y del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Guadalajara, México.
[6] BuildingChurchLeaders.com

Colaboradores

Reflexión pastoral: Rev.  Mizraim Esquilín-García, PhD.  /  Pastor de Comunicaciones: Mizraim Esquilín-Carrero, Jr. / Webmaster: Hno. Abner García  /  Social-Media- Curadora: Hna. Frances González / Adalian Rodríguez. •  Montaje reflexión-web/curadora Heraldo Digital Institucional-WordPress: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria  /  Diseñadora El Heraldo Institucional Edición Impresa Interactiva en InDesign CC: Hna. Eunice Esquilín-voluntaria  /  Fotografías gratuitas: Recuperadas de Unsplash.com por: Nong Vang / David Boca / Diego PH / Benwhite/Priscilla Du Preez /Mathew-Schwartz /Monika Grabkowska. Imagen editada en Photoshop CC: Dra. Eunice Esquilín López – voluntaria 31 de enero del 2021.

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