Reflexiones de Esperanza: Dios nos habla en medio de las crisis y de las tribulaciones (Pt IV) – El clamor y las respuestas de Dios (Parte 29)

15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré.  (Salmo 91:15)

Hace algunos años un pastor se preguntaba cuáles son las cualidades más estimadas por Dios cuando Él examina el carácter de un ser humano, de un creyente[1]. Las respuestas que él proveyó para esta pregunta tenían como base la Palabra de Dios, particularmente los libros sapienciales y el Nuevo Testamento.

Aunque el orden de estas respuestas es uno orgánico, o sea que no están en orden de jerarquía, hay que puntualizar que este pastor colocó el conocimiento del nombre de Dios a la cabeza de sus respuestas. Esto es, el conocimiento de la naturaleza de Dios, de Su carácter, particularmente de su revelación en la Persona y la obra de nuestro Señor Jesucristo.
Otra cualidad que Dios tiene en alta estima, según el análisis bíblico de este pastor, es nuestro amor por Él. Amarle por lo que Él es y no por lo que Él hace. Además, Dios sabe que la dimensión de ese amor será directamente proporcional a nuestro deseo y a nuestro compromiso de obedecerle. O sea que mientras más amamos a Dios, más fácil se nos hará obedecer Su voluntad.

Otra cualidad que se identificó en este proceso fue la dependencia de Dios. Esta dependencia es manifestada en hábitos y la práctica de las disciplinas espirituales tales como la oración, el estudio de la Palabra, la meditación y la alabanza. Hay otras cualidades que tenemos que dejar fuera de esta reflexión por razones de espacio.

Estas tres (3) cualidades se identifican en los versos finales del Salmo 91. El verso 14 recoge el testimonio del amor del salmista así como el conocimiento que él tiene del nombre de Dios. El verso 15 identifica la práctica de la oración, del clamor, del ruego. A base de lo antes expuesto, el escritor de este salmo posee al menos tres (3) de las cualidades que Dios anhela y estima en un creyente.

El verso 15 de este Salmo expresa el compromiso de Dios de responder a las oraciones, al clamor de aquellos que invocan su nombre. Hay que comenzar diciendo que este es un tema recurrente en la Biblia. La Biblia hace tanto énfasis en este tema que la literatura sapiencial está llena de expresiones que confirman este principio. Veamos algunos ejemplos de esto:

17 Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias. 18 Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu. (Salmo 34:17-18)

16 En cuanto a mí, a Dios clamaré; Y Jehová me salvará. 17 Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, Y él oirá mi voz.   (Salmo 55:16-17)

29 Jehová está lejos de los impíos; Pero él oye la oración de los justos. (Proverbios 15:29)

Los profetas son mucho más enfáticos en este tema. Por ejemplo, el profeta Isaías puntualizó lo siguiente acerca del mismo:

24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.  (Isaías 65:24)

¿No le parece maravillo saber que Dios ha prometido contestar nuestras oraciones antes de que nosotros clamemos? Alguien puede preguntarse entonces lo siguiente: si esto es así, ¿cuál es el motivo o la razón para orar? La razón por la que oramos es porque hallamos placer en hablar con nuestro Padre Celestial y porque Él halla placer en hablar con nosotros.

El contexto gramatical que dibuja el concepto traducido en el verso 15 del Salmo 91 como “invocará” es uno maravilloso e intenso. Dentro de las muchas aplicaciones que posee este concepto, encontramos que el verbo utilizado aquí (“qârâʼ”, H7121) puede ser utilizado para indicar un grito de auxilio, una petición de ayuda (Sal 4:2; 22:3; 34:7; 69:4). También puede ser utilizado para hacer una declaración, una proclamación profética (Isa 44:7; Joel 3:9), hasta una proclamación de libertad (Jeremías 34:8).

Además, hay que subrayar que aquellos que lo usan, generalmente lo hacen utilizando el nombre de la persona a la que llaman (Isa 43:1, “karathi beshimcha - te puse nombre”; Isa 45:3,4). En otros casos se utiliza para celebrar a Dios (Gn 4:26; 12:8; Sal 105:1), o para adorarlo.[2] Hay ocasiones en las que este es el concepto que se utiliza para describir lo que sucede en un tribunal cuando alguien acude hasta allí para solicitar que se le haga justicia.[3] En otras ocasiones este concepto es utilizado para describir la acción de leer algún documento (2 Rey 5:7; Isa 29:11,12; Jer 29:29) y/o llamar a alguien por su nombre.[4] Repetimos lo que hemos dicho en otras ocasiones: todas estas definiciones han sido extraídas de tres (3) de los recursos académicos más importantes para el análisis de los conceptos hebreos bíblicos.

Todos estos datos son maravillosos. De entrada, tenemos en las manos un concepto que puede representar una gama de reacciones que podemos encontrar en aquellos que tienen que enfrentar situaciones difíciles en la vida. Es de conocimiento general que no existen dos (2) personas que tengan exactamente las mismas reacciones antes las tragedias, el dolor y las tribulaciones. No existe un manual que pueda explicar cómo reaccionará un creyente ante el lazo del cazador o la peste destructora.

El uso de este concepto (“qârâʼ”, H7121) definitivamente fue inspirado por el Espíritu Santo. Veamos por qué es que hemos llegado a esta conclusión.

Hay momentos en la vida en que enfrentamos los terrores nocturnos que se describen en el Salmo 91 y nuestra reacción puede ser la de gritar pidiendo auxilio a Dios. Otros creyentes podrían enfrentar la misma crisis sin gritar, solo pidiendo la ayuda del Señor. Hay momentos en la vida en los que encontramos creyentes que enfrentan la saeta que vuela de día o la pestilencia que anda en oscuridad y lo hacen con una reacción muy particular. Los encontramos haciendo declaraciones bíblicas o realizando declaraciones proféticas. En otras ocasiones podemos encontrar a algún creyente enfrentando la mortandad que destruye en medio del día y lo hace proclamando su libertad de esas crisis, de las prisiones de dolor que estas pueden causar.

Es muy común encontrar creyentes que cuando les toca enfrentar las fuentes de sus angustias lo hacen llamando a Dios. Solo eso hacen: llamar a Dios por sus nombres: “Dios, Dios, Jesús, Jesús, Cristo, Cristo, Señor, Señor.” Un ejemplo de esto es el coro Dios de mi Sustento. Otros deciden adorar, celebrar a Dios en medio de las pruebas. Algunos deciden pedir al Eterno que les haga justicia, mientras otros acuden a leer en voz alta lo que dice la Palabra de Dios o algún himno significativo para ellos.

Es importante destacar que el concepto que utiliza el salmista abre las puertas para que todas estas reacciones sean vistas en el cielo como invocaciones que piden la intervención de Dios. Es como si Dios estuviera diciendo lo siguiente:

  • “Me gritará y yo le responderé.”
  • “Me pedirá ayuda y yo le responderé.”
  • “Hará declaraciones bíblicas y yo le responderé.”
  • “Hará declaraciones proféticas y yo le responderé.”
  • “Proclamará la libertad y yo le responderé.”
  • “Me llamará por mi Nombre y yo le responderé.”
  • “Me adorará, me cantará alabanzas, y yo le responderé.”
  • “Me pedirá que le haga justicia y yo le responderé.”
  • “Se sumergirá en la lectura de Mi Palabra y yo le responderé.”
  • “Se aferrará a un himno y yo le responderé.”

¿No le parece que ese verso es entonces mucho más profundo e intenso de lo que creíamos?

Esta es una de las razones por las que encontramos vez tras vez que los personajes bíblicos acuden al uso de este concepto:

1 Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño.  (Salmo 17:1)

7 Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; Ten misericordia de mí, y respóndeme. (Salmo 27:7)

8 A ti, oh Jehová, clamaré, Y al Señor suplicaré. 9 ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad? 10 Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí; Jehová, sé tú mi ayudador. (Salmo 30:8-10)

1 Oye, oh Dios, mi clamor; A mi oración atiende. 2 Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo, 3 Porque tú has sido mi refugio, Y torre fuerte delante del enemigo. 4 Yo habitaré en tu tabernáculo para siempre; Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas. Selah (Salmo 61:1-4)

Estos son solo algunos ejemplos que encontramos en más de 700 pasajes bíblicos que utilizan este concepto (“qârâʼ”, H7121) en el Antiguo Testamento. Después de todo, la promesa que hace Dios en el verso 15 de este Salmo es presentada por el profeta Jeremías como una invitación de Dios:

2 Así ha dicho Jehová, que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla; Jehová es su nombre: 3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. (Jeremías 33:2-3)

¡Hay que clamar! ¡Hay que calmar! El Señor ha prometido que Él nos responderá.

Ahora bien, ¿qué significado tiene la frase “yo le responderé” que aparece en el verso 15 del Salmo 91? La respuesta que se nos ocurre compartir, la que surge de inmediato es muy sencilla. El problema con esta es que el análisis textual de ese verso no nos permite hacerlo. No basta con decir que vamos a tener la respuesta de Dios. El salmista ha utilizado aquí un concepto muy intenso y profundo para describir las respuestas del cielo. No nos debe sorprender que esto sea así. Basta ver algunas de las alternativas que existen para la acción de invocar al Señor para comprender que debe haber muchas posibilidades para la respuesta divina.

El concepto traducido aquí como “responderé” es “ʽânâh” (H6030). Dentro de sus traducciones encontramos poner la mirada, prestar atención (estar atento), ser responsivo (1 Rey 12:7), desarrollar los cuidados, conceder una petición, comenzar a hablar (Job 3:2), testificar, gritar (Isa 14:10; Jeremías 51:14), anunciar, responder (1 Sam 14:19; Job 40:2), tomar en cuenta, oprimir (Gn 15:13), cantar (Éxodo 15:21; Esdras 3:11; Isa 27:2), llorar, levantar, cargar, soportar y ser testigo (Números 35:30).[5]

Además, pronunciar solemnemente o anunciar (1 Sam 9:17), afligir, deprimir, humillar (Éxodo 10:3; Det 8:3; Esdras 8:21; Salmo 116:10; 119: 67; Isaías 53:7).[6]

A base de estos datos podemos concluir que la respuesta de Dios pertenece a Su soberanía. Sabemos que Dios se reserva las formas y maneras de responder a nuestro clamor porque Él es Dios.  Ahora podemos añadir a ese conocimiento que las categorías y las formas de las respuestas de Dios son insondables.

A base de lo que dice el verso 15 de este salmo, Dios puede decidir respondernos con su mirada. El rey Salomón le pide a Dios que Sus ojos estén abiertos sobre la oración que se levanta en el Santuario (2 Cro 6:20). Dios le contestó diciendo que esa sería una de sus respuestas (1 Rey 9:3). El agrado, el respeto del Señor a la ofrenda que presentó Abel es otro ejemplo de ello (Gn 4:4). La mirada de Dios puede ser una respuesta. Si no lo cree, examine el pasaje bíblico en el que Cristo mira a Pedro justo después que este negara al Maestro (Lucas 22:61).

A base del análisis de este concepto podemos decir que Dios puede responder a nuestro clamor haciéndonos saber que está atento a nuestra oración. O sea, en silencio y esperando el momento oportuno para dictar su sentencia. Desde esta perspectiva reafirmamos que los silencios de Dios son una respuesta. Esto forma parte de lo que el salmista le pedía a Dios, que estuviera atento a sus oraciones. Esto era para él era más que suficiente:

2 Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré. (Salmo 5:7)

17 El deseo de los humildes oíste, oh Jehová; Tú dispones su corazón, y haces atento tu oído, (Salmo 10:17)

1 Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño. 2 De tu presencia proceda mi vindicación; Vean tus ojos la rectitud. (Salmo 17:1-2)

Dios puede decidir responder con respuestas claras (Gn 35:3), que podemos entender, con palabras (Job 38:1), con señales (1 Cró 1:26, fuego). Dios puede responder enviando y proveyendo los cuidados necesarios (el maná, el agua y las codornices en el desierto). Dios puede responder concediendo lo que le pedimos (Salmo 37:4). Dios puede dar testimonio, testificar acerca de nosotros como parte de esa respuesta. El caso de Job es uno de los más conocidos (Job 1:8). Noemí responde a las preguntas que le hicieron su coterráneos, cuando ella regresó a Belén, que ella estaba convencida de que su aflicción se debía a que Dios había dado testimonio acerca de ella (Rut 1:21).O sea, que su aflicción formaba parte de las respuestas de Dios. Además, no podemos olvidar que en varias ocasiones la Biblia es llamada el testimonio de Dios (Éxodo 25:16, 21, Salmo 19:7; 132:12). O sea, que Dios nos puede responder a través del testimonio de su Santa Palabra

Sabemos que esta aseveración acerca de la aflicción puede levantar grandes interrogantes en algunos lectores. La Biblia no esconde ese dato: la aflicción puede formar parte del plan divino y de las respuestas del cielo. Dios permitió la aflicción de Su pueblo, el pueblo de Israel (Éxo 1:11-12). El sufrimiento provocado por esas aflicciones fue utilizado por el Señor para instruir a Su pueblo que no podían afligir a los extranjeros, a las viudas ni a los huérfanos (Éxo 22:21-24). Los salmistas nos enseñan que el pueblo no podía olvidar esto:

15 Alégranos conforme a los días que nos afligiste, Y los años en que vimos el mal. (Salmo 90:15)

Las otras aplicaciones del concepto que se traduce como “responderá” serán el objeto de nuestra próxima reflexión.

Ahora bien, la interpretación más noble que posee el concepto que se traduce como “responderá” es que Dios decide traer su respuesta como una canción. Es este ángulo el que recoge el profeta Sofonías en su libro:

14 Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén. 15 Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal. 16 En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus manos. 17 Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.

Esta interpretación tiene como base que el mismo concepto que se traduce como “responderá” (“ânâh”, H6030), proviene de un vocablo hebreo muy antiguo, “Leannoth” que muy bien pudo ser la tonada o la melodía para cantar algunos de los salmos.

¿Qué significa que Dios nos responde? Entre muchas cosas, que Dios testifica a favor nuestro, que Dios nos habla, que a veces nos grita para hacernos saber que está allí y provocar que prestemos atención, que nos dirige y que Dios nos canta.

  1. S. Lewis decía que Dios nos susurra en medio de los días buenos y nos grita en medio de las tormentas. Dios responde a nuestro clamor y se hace escuchar. ¿Cómo lo hace? Eso es prerrogativa de su Soberana voluntad.
Referencias

[1] Spence-Jones, H. D. M. (Ed.). (1909). Psalms (Vol. 2, p. 282). London; New York: Funk & Wagnalls Company.
[2] Gesenius, W., & Tregelles, S. P. (2003). Gesenius’ Hebrew and Chaldee lexicon to the Old Testament Scriptures    (pp. 739–741). Bellingham, WA: Logos Bible Software.
[3] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). The Abridged Brown- Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Boston; New York: Houghton, Mifflin and Company.
[4]  Brown, F., Driver, S. R., & Briggs, C. A. (1977). Enhanced Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon (pp. 894–896). Oxford: Clarendon Press.
[5] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). The Abridged Brown-Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Boston;  New York: Houghton, Mifflin and Company.
[6] Gesenius, Ibid, (pp. 641-643)

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