Reflexiones de Esperanza: Dios nos habla en medio de las crisis y de las tribulaciones (Pt V) – El clamor del ser humano y las respuestas de Dios (Parte 30)

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15 Me invocará, y yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificaré. (Salmo 91:15)

Las respuestas que Dios puede ofrecer a nuestro clamor se convirtieron en el punto culminante de nuestra reflexión anterior. El verso 15 del Salmo 91 dice que Dios va a responder, pero de entrada parece que no nos dice cómo lo hará. El análisis del concepto que se traduce como “responderé” nos insertó en esa discusión. Ese análisis nos reveló que este salmo incluye algunas de esas respuestas.

El propósito de este ejercicio no es el de tratar de encasillar o definir las respuestas de Dios a nuestras oraciones. Reiteramos que no cuestionamos la soberanía del Todopoderoso; sólo Él conoce cómo responderá a nuestro clamor y a nuestro ruego. Las formas y las maneras de las respuestas de Dios son insondables. A continuación algunas citas del análisis que presentamos en esa reflexión:

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“El concepto traducido aquí como “responderé” es “ʽânâh” (H6030). Dentro de sus traducciones encontramos poner la mirada, prestar atención (estar atento), ser responsivo (1 Rey 12:7), desarrollar los cuidados, conceder una petición, comenzar a hablar (Job 3:2), testificar, gritar (Isa 14:10; Jer 51:14), anunciar, responder (1 Sam 14:19; Job 40:2), tomar en cuenta, oprimir (Gn 15:13), cantar (Éxo 15:21; Esd 3:11; Isa 27:2), llorar, levantar, cargar, soportar y ser testigo (Núm 35:30).[1] Además, pronunciar solemnemente o anunciar (1 Sam 9:17), afligir, deprimir, humillar (Éxo 10:3; Det 8:3; Esd 8:21; Sal 116:10; 119: 67; Isa 53:7).[2]”
“A base de lo que dice el verso 15 de este salmo, Dios puede decidir respondernos con su mirada. El rey Salomón le pide a Dios que Sus ojos estén abiertos sobre la oración que se levanta en el Santuario (2 Cro 6:20). Dios le contestó diciendo que esa sería una de sus respuestas (1 Rey 9:3). El agrado, el respeto del Señor a la ofrenda que presentó Abel es otro ejemplo de ello (Gn 4:4). La mirada de Dios puede ser una respuesta. Si no lo cree, examine el pasaje bíblico en el que Cristo mira a Pedro justo después que este negara al Maestro (Lcs 22:61).
A base del análisis de este concepto podemos decir que Dios puede responder a nuestro clamor haciéndonos saber que está atento a nuestra oración. O sea, en silencio y esperando el momento oportuno para dictar su sentencia. Desde esta perspectiva reafirmamos que los silencios de Dios son una respuesta.
Dios puede decidir responder con respuestas claras (Gn 35:3), que podemos entender, con palabras (Job 38:1), con señales (1 Cró 1:26, fuego). Dios puede responder enviando y proveyendo los cuidados necesarios (el maná, el agua y las codornices en el desierto). Dios puede responder concediendo lo que le pedimos (Sal 37:4). Dios puede dar testimonio, testificar acerca de nosotros como parte de esa respuesta. El caso de Job es uno de los más conocidos (Job 1:8). Noemí responde a las preguntas que le hicieron su coterráneos, cuando ella regresó a Belén, diciendo que ella estaba convencida de que su aflicción se debía a que Dios había dado testimonio acerca de ella (Rut 1:21).O sea, que su aflicción formaba parte de las respuestas de Dios…… Dios nos puede responder a través del testimonio de su Santa Palabra…..la interpretación más noble que posee el concepto que se traduce como “responderá” es que Dios decide traer su respuesta como una canción. Es este ángulo el que recoge el profeta Sofonías en su libro (Sof 3:17)….”

La segunda parte del verso 15 del Salmo 91 asegura la compañía de Dios, la presencia de Dios en medio de los procesos que nos producen angustia: “estaré con él cuando se encuentre en dificultades;” (PDT). Esta expresión confirma varias verdades fundamentales que este salmo comunica. Una de ellas es que este salmo no predica la ausencia de las angustias ni que el creyente será eximido de las tribulaciones y el dolor. Otra verdad fundamental es que este salmo tiene que ver más con la relación personal que desarrollamos con el Señor que con el manejo de tribulaciones y de procesos que producen dolor.

La expresión “estaré con él yo en la angustia” dice que vamos a atravesar por situaciones que producen angustia.

Ahora bien, ¿qué significado posee esto que el salmista describe como angustia?¿Qué es la angustia? El salmista utiliza un concepto hebreo (“tsârâh”, H6869) que puede ser traducido como dificultad, problemas, aflicción, angustia, sufrimiento, peligros, desastres y/o calamidades. Se trata de un concepto que incluye los estados de circunstancias desfavorables que experimentamos, que está enfocado en el dolor emocional y en el sufrimiento y el agotamiento que produce la situación (Det 31:17).[3] Una variante de este texto es traducida como “chillar,” un quejido, un grito de dolor. Otros recursos consultados incluyen la tribulación,[4] algo que está en hendido, partido, agrietado, que fluya o corra como una herida.[5] La raíz etimológica de donde proviene (“tsâr”, H6862) implica algo que es muy estrecho, un adversario, un oponente cercano.

A base de esta información podemos inferir que el salmista está diciendo que Dios ha prometido estar con nosotros en las dificultades, en los problemas, en las situaciones que nos producen aflicción, angustia (Sal 120:1) o sufrimiento. Esa expresión está diciendo que Dios ha prometido estar con nosotros cuando estamos en peligro, en medio de los desastres que podemos experimentar y las calamidades que nos atacan. Esta expresión del verso 15 dice que Dios ha prometido estar con nosotros en todas aquellas circunstancias que son desfavorables para nosotros. Dios ha prometido estar con nosotros en todas aquellas situaciones que nos hacen sufrir y nos agotan. Utilizando la variante que nos ofrece uno de estos recursos, Dios ha prometido estar con nosotros en todas aquellas situaciones que nos hacen chillar, gritar (Sof 1:14) o quejarnos de dolor. Dios ha prometido estar con nosotros cuando sufrimos esas clases de experiencias que nos hacen sentir que estamos en medio de una tribulación, que hemos sido partidos, heridos en el alma y que esta parece estar desangrándose sin remedio.

¡Qué maravillosa es la misericordia de Dios! ¡Qué poderosa es esa aseveración!: “…con él estaré yo en la angustia….”

Ahora bien, ya conocemos el significado del concepto que el salmista utiliza en este verso para describir esto que él llama angustia. Sabemos que podemos acudir a recursos interdisciplinarios para contestar esta pregunta. Sin embargo, hemos decidido utilizar la información que nos ofrece la Biblia para proveer algunas respuestas. Además, estos recursos bíblicos proveen información adicional que nos permitirá “encender los focos” para alumbrar nuestro entendimiento.

Los conceptos griegos que se usan en el Nuevo Testamento para definir la angustia son muy reveladores. Uno de ellos (“stenochōria”, G4730) define un lugar estrecho, una habitación apretada, una calamidad. El prefijo “stenos” (G4728) es de donde se obtiene el concepto estenosis médico, la estrechez de un conducto como una vena o una arteria. El sufijo “chōra” (G5561) describe un territorio, una habitación, un terreno, un suelo y hasta un espacio vacío. O sea, que se trata de la estrechez de la habitación del alma o del corazón: “pecho apretado.”

El otro concepto (“thlipsis”, G2347) se usa más a menudo para describir la tribulación, pero igualmente describe una presión, una carga una aflicción. Ya sabemos que dentro de las cosas que se pueden experimentar con la angustia es sentir el pecho apretado. Pero hay otros síntomas. Casi siempre se elevan los niveles de ansiedad y se afectan algunos patrones de conducta tales como el hambre y el sueño.

La Biblia dice que la angustia trae consigo turbación (Job 15:24). La Biblia dice que la angustia nos puede llevar a cometer errores y realizar acciones disparatadas, como le sucedió a Saúl cuando viendo su derrota, intentó suicidarse (1 Sam 31:3-4). La angustia le condujo a pedirle a un amalecita que lo acabara de matar (2 Sam 1:9). La Biblia dice que cualquier persona puede sufrir angustias. Esto lo podemos comprobar cuando vemos a María y a José, los padres de Jesús, una pareja matrimonial perfecta, sufriendo de angustia. Esto les sucedió cuando se les perdió Jesús (Lcs 2:48). Es más, la Biblia dice que las angustias pueden encontrar a uno (Sal 116:3-4).
La Biblia nos invita a examinar y a reconocer en qué medida podemos ser nosotros responsables de nuestras angustia ella o de parte de ellas. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en la narrativa bíblica en las que los hijos de Jacob se vieron obligados a repasar sus acciones cuando vendieron como un esclavo a su hermano José (Gén 42:21-22). La Biblia dice que esto es así, que hay que aprender de nuestros errores y a reflexionar acerca de cuáles son nuestros niveles de responsabilidad para estemos sufriendo la angustia que estamos experimentando. Una de las narrativas bíblicas que presenta esto nos informa, nos alerta que este ejercicio nos puede conducir al arrepentimiento (Det 4:30-39).

La Biblia señala algunas cosas que podemos hacer para poder manejar las angustias. Una de ellas es ver las señales que Dios nos ha puesto en el camino para que la angustia nos abandone. Hay un modelo bíblico excepcional en la narrativa bíblica que describe cómo es que Jacob decide abandonar el luto por la muerte de su hijo José. Jacob, que ya se llamaba Israel, había decidido morir enlutado por lo que él consideraba que era la muerte del penúltimo de sus hijos. En la realidad, ese hijo no estaba muerto, pero Jacob no lo sabía. La angustia provocada por las noticias de esa muerte condujeron a Israel a regresar a utilizar su nombre antiguo: Jacob. Esto es, dejar de ser “el que pelea con Dios y ha prevalecido” o el que “ha prevalecido” (Israel), para regresar a ser “el usurpador” (Jacob). La angustia había provocado esto. El texto bíblico que encontramos en el capítulo 45 del libro del Génesis dice que Israel dijo “basta”, cuando vio los carros que le había enviado José, el hijo que él creía que estaba muerto (Gén 45:26-28). Esto lo llevó a renunciar al luto y a la angustia y a desear vivir.

En muchas ocasiones la angustia puede ser tan severa que se requiere que Dios nos rescate de ella (2 Sam 4:9); que Dios nos redima de ella. Es aquí que las palabras que vierte el verso 15 del Salmo 91 se tornan en un procedimiento de intervención divina. Es Dios interviniendo en la estrechez de nuestro corazón para salvarnos de la angustia. La Biblia dice que para poder lograr esto hace falta reconocer que es Dios el que dirige nuestros caminos (Sal 142:2-5). Podemos llegar ante el Señor con el espíritu angustiado sabiendo que Él conoce el camino por el que caminamos. Dios conoce las trampas y las estratagemas con las que nos han apresado y que sólo Él es nuestra esperanza.

La Biblia dice que Dios ha provisto buenos amigos para que nos acompañen en medio de nuestras angustias (Proverbios 17:17).

Es muy importante destacar que la Biblia dice que hay un tipo de angustia que provoca el pecado. Ella compara la liberación de esa clase de angustia con la Navidad. De hecho, ella dice que la Navidad puede ser definida como la solución de Dios para el pueblo que estaba en angustia (Isa 9:1-6). El Admirable- Consejero, el Dios fuerte, el Padre eterno, el Príncipe de paz fue manifestado para cancelar la angustia provocada por nuestro pecado, por estar alejados de Dios. Todo esto puede ser sintetizado diciendo que el antídoto contra la angustia que produce el pecado posee nombre y apellido: Jesucristo el Señor y el Salvador del mundo.

Una de las mejores noticias que nos comunica la Biblia dice que la angustia no nos puede separar del amor de Dios (Romanos 8:35-39). Nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Otra vez, esto es así porque la Biblia subraya lo que dice el Salmo 91:15; Dios está con nosotros en medio de las angustias. De hecho, los textos bíblicos dicen mucho más acerca de esto. Veamos lo que dice el profeta Isaías acerca de esa promesa de Dios:

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9 En toda angustia de ellos él fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad.   (Isaías 63:9)
Así se convirtió en el Salvador de todas sus angustias. Él mismo los salvó; no envió un emisario ni un ángel. En su amor y misericordia los rescató; los levantó y los llevó en sus brazos como en los tiempos de antaño. (Isaías 63:8b-9, NVI)

Y se convirtió en su Salvador. 9 Cuando ellos sufrían, él también sufrió,  y él personalmente los rescató. En su amor y su misericordia los redimió; los levantó y los tomó en brazos a lo largo de los años. (NTV)

¡Qué poderosa expresión profética es esta!: Dios está llorando cuando tú y yo lloramos. Dios se angustia cuando tú y yo atravesamos por procesos que nos angustian.

Una pregunta que surge con mucha frecuencia cuando estamos trabajando con procesos de angustia es la siguiente; cómo debemos orar cuando estamos en medio de la angustia. Una de las muchas virtudes que posee la Palabra del Señor es la manera en que ella responde a nuestras preguntas. Hay muchas respuestas para esta pregunta en la Biblia.

Por ejemplo la Biblia dice que podemos orar en medio de la angustia pidiendo que el Señor nos haga ensanchar; que nos quite la presión del pecho  (Sal 4:1). Podemos orar pidiendo que Dios sea nuestro refugio para el tiempo de la angustia (Sal 9:9). La Biblia continua diciendo que podemos acudir a invocar al Señor (Sal 18:6). En reflexiones anteriores hemos visto todas las vertientes que Dios recibe como un clamor o como una invocación (“qârâʼ”, H7121) de sus hijos. Dios ha prometido vez tras vez que Él nos escucha y que responderá a nuestro clamor.

Otros modelos bíblicos nos llevan a pedir la intervención directa de Dios en todos esos procesos que nos angustian; que Dios esté cerca (Sal 22:11). Es interesante el hecho de que el escritor del Salmo 22 de inicio encuentre mucho más pertinente pedir que Dios esté cerca a que Dios le resuelva el problema. Es mucho más interesante cuando descubrimos que el escritor de este salmo dice que la angustia está cerca; “se acercan las dificultades” (NTV). Esto es como si él dijera que aún no había comenzado a experimentar todos sus efectos. Luego de esto es que él decide pedir a Dios que intervenga (v. 20).

Otro consejo bíblico es que le pidamos al Señor que camine con nosotros durante todos los procesos aleatorios a nuestra peregrinación en la vida (Gén 35:3). Repetimos que este es uno de los mensajes que obtenemos leyendo el verso 15 del Salmo 91: Dios ha prometido estar con nosotros en medio de nuestros procesos de angustias.

Otro consejo bíblico es que reconozcamos en la oración que Dios nos conoce mucho mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos. Ese reconocimiento abre espacios para entender que Dios sabe cómo alegrarnos. El salmista dice en el Salmo 31 que Dios conoce cómo se comporta el alma de cada uno de nosotros en medio de las angustias. Dios sabe alegrarnos con su misericordia y es el que sabe cómo sacarnos de la “habitación apretada” para colocarnos en lugares espaciosos (Sal 31:7-9).

Al mismo tiempo, la Biblia presenta modelos en los que los personajes bíblicos le piden a Dios que los redima, que los salve de las angustias (Sal 78:42). Otros piden que el Señor sea su fortaleza, que los ayude y que los libre de los síntomas de la angustia y de aquello que la causa (Sal 37:39-40; 54:7)

Quedan muchas alternativas para la oración en el tiempo de angustia que podemos examinar. Además, no nos hemos detenido a analizar el lugar que tiene el estudio y la reflexión de la Palabra de Dios en todos estos procesos. Esto formará parte de nuestra próxima reflexión.

No obstante, hemos dejado para el final de esta reflexión una porción de las Sagradas Escrituras que le da otro color a las aseveraciones del verso 15 del Salmo 91. Para apreciar lo que dice el pasaje bíblico que vamos a citar, hace falta reiterar que el Salmo 91 es una canción individual de confianza que posee en su interior oraciones y poemas didácticos.[6] O sea, que el Salmo 91 se canta. La importancia de esta información la encontramos examinando lo que dice uno de los salmos acerca de la relación que existe entre la angustia y la canción al Señor:

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7 Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás. Selah 8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. (Salmo 32:7-8)

El escritor del Salmo 32 señala a Dios diciendo que Él ha prometido guardarnos de los efectos de la angustia y que utilizará cánticos de liberación para rodearnos y para conseguir que podamos ser adiestrables, capaces de entender y de recibir la supervisión de Dios.
El análisis de estas expresiones también formará parte de nuestra próxima reflexión.
Referencias

[1] Whitaker, R., Brown, F., Driver, S. R. (Samuel R., & Briggs, C. A. (Charles A. (1906). The Abridged Brown- Driver-Briggs Hebrew-English Lexicon of the Old Testament: from A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament by Francis Brown, S.R. Driver and Charles Briggs, based on the lexicon of Wilhelm Gesenius. Boston; New York: Houghton, Mifflin and Company.
[2] Gesenius, Ibid, (pp. 641-643)
[3] Swanson, J. (1997). Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains : Hebrew (Old Testament)  (electronic ed.). Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc. (7650)
[4] Strong, J. (1995). Enhanced Strong’s Lexicon. Woodside Bible Fellowship.
[5] Gesenius, W., & Tregelles, S. P. (2003). Gesenius’ Hebrew and Chaldee lexicon to the Old Testament Scriptures   (p. 718). Bellingham, WA: Logos Bible Software.
[6] En nuestra próxima reflexión examinaremos un quiasmo, un arreglo en forma de imagen de espejo dentro de este salmo.

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