February 16th, 2022
“18 Pido que Dios les ilumine la mente, para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da al pueblo santo, 19 y cuán grande y sin límites es su poder, el cual actúa en nosotros los creyentes. Este poder es el mismo que Dios mostró con tanta fuerza y potencia 20 cuando resucitó a Cristo y lo hizo sentar a su derecha en el cielo,” (Efesios 1:18-20, Dios Habla Hoy)
Hemos estado analizando las estructuras de las oraciones que el Apóstol Pablo levanta a favor de la Iglesia en la ciudad de Éfeso. La primera de estas oraciones (Efe 1:15-23) nos ha cautivado, no solo por su estructura, sino por las cosas que el Apóstol Pablo pide para esta Iglesia. En nuestra reflexión más reciente analizamos que él pedía que Dios le permitiera a esa Iglesia conocer la esperanza a la que habían sido llamados (Efe 1:18a). Esta Iglesia poseía fe y amor (1:15), pero les faltaba esperanza.
Ya sabemos que la esperanza, unida a la fe y al amor, son los elementos constitutivos del Cristiano. Es por esto que esa tríada es usada como una fórmula[1] en varios pasajes del Nuevo Testamento. Un dato editorial para aquellos que procuran notas académicas: esta fórmula es la antítesis de una fórmula del gnosticismo.
“2 Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, 3 acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo.” (1 Tesalonicenses 1:2-3, RV 1960)
“13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” (1 Corintios 13:13)
A base de estas aseveraciones bíblica podemos concluir que la Iglesia que estaba localizada en la ciudad de Éfeso no estaba completa. Ellos podían tener fe y amor, pero les faltaba la esperanza.
Cuando el profesor Harold K. Moulton escribió acerca de este concepto, el concepto esperanza, presentó un bosquejo que creemos que debe ser compartido.
1. definición básica de la esperanza (Rom 5:4; Hch 24:15)
2. el objeto de la esperanza (Rom 8:24; Gál 5:5)
3. el Autor o la Fuente de la esperanza (Col 1:27; 1 Tim 1:1)
4. “trust” y “confidence” (1 Ped 1:21)
5. seguridad con una garantía (Hch 2:26; Rom. 8:20)
La esperanza que el Espíritu Santo deposita en el corazón del creyente en Cristo posee y desarrolla ambas. Nuestra confianza en Dios está basada en la convicción de que Dios es competente, que Su integridad es incuestionable. Nuestra confianza en Dios aumenta cada día que pasa a base de las experiencias poderosas que tenemos con Él y con Su Santa Palabra. Esta es nuestra esperanza y es por ello que el Apóstol Pedro decía lo siguiente en una de sus cartas:
“18 Pues Dios los ha rescatado a ustedes de la vida sin sentido que heredaron de sus antepasados; y ustedes saben muy bien que el costo de este rescate no se pagó con cosas corruptibles, como el oro o la plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, que fue ofrecido en sacrificio como un cordero sin defecto ni mancha. 20 Cristo había sido destinado para esto desde antes que el mundo fuera creado, pero en estos tiempos últimos ha aparecido para bien de ustedes. 21 Por medio de Cristo, ustedes creen en Dios, el cual lo resucitó y lo glorificó; así que ustedes han puesto su fe y su esperanza en Dios.” (1 Pedro 1:18-21, DHH)
¿Cuál es la importancia que poseen estas aseveraciones? La importancia radica en que el acercamiento a la esperanza como concepto bíblico obliga a la comunidad Cristiana. Nosotros tenemos una responsabilidad con la esperanza que se nos ha entregado.
“15 sino honren a Cristo como Señor en sus corazones. Estén siempre preparados a responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen, 16 pero háganlo con humildad y respeto. Pórtense de tal modo que tengan tranquila su conciencia, para que los que hablan mal de su buena conducta como creyentes en Cristo, se avergüencen de sus propias palabras.” (1 Pedro 3:15-16, DHH)
Hacemos un paréntesis para ampliar esta respuesta. La Biblia nos permite ver el pecado como la rebeldía ante Dios y como el rechazo para no obedecerle ni querer ser igual al Todopoderoso. No obstante, la Biblia también nos permite acercarnos a este concepto definiéndolo como la debilidad, el desaliento, el cansancio para no querer ser aquello que Dios nos propone. Esto puede ser provocado por los escenarios que contemplamos a diario.
“3 Pues tuve envidia al ver cómo prosperan los orgullosos y malvados. 4 A ellos no les preocupa la muerte, pues están llenos de salud; 5 no han sufrido las penas humanas ni han estado en apuros como los demás.” (Salmos 73:3-5, DHH)
Es aquí que el pecado se define no como el mal que hacemos sino como el bien que se deja de hacer. No se trata de sus delitos sino de sus omisiones. Estas acciones nos acusan. Tomemos como ejemplo al profeta Jeremías:
“7 Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. 8 Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día……
14 Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. 15 Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho. 16 Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía, 17 porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. 18 Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?” (Jeremias 20:7-8,14-18 RV 1960)
14 Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito. 15 Maldito el hombre que dio nuevas a mi padre, diciendo: Hijo varón te ha nacido, haciéndole alegrarse así mucho. 16 Y sea el tal hombre como las ciudades que asoló Jehová, y no se arrepintió; oiga gritos de mañana, y voces a mediodía, 17 porque no me mató en el vientre, y mi madre me hubiera sido mi sepulcro, y su vientre embarazado para siempre. 18 Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?” (Jeremias 20:7-8,14-18 RV 1960)
Esas reacciones procuran apagar la esperanza. Es por esto que muchos exégetas bíblicos ven la desesperación (“ʼânash”, H605) como una enfermedad, como una calamidad (“stenochōreō”, G4730) y como un pecado. Desesperarse es como una enfermedad del alma que nos conduce a negar la esperanza.
Se trata de esos instantes en los que el dolor que experimentamos consiste en que existe una esperanza, pero no “aparece” ningún camino que nos lleve hacia su cumplimiento. En esos instantes podemos ser capaces de negar a Cristo. Esta clase de dicotomía, se describe como instantes en los que la esperanza se excita y se vuelve contra el que espera y hasta le devora. Jeremías vivió esta experiencia. Sus expresiones se encuentran “apiñadas” justo en el medio de las declaraciones que hemos visto en el capítulo 20 de su libro:
“9 Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude…… 11 Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada.” (Jeremias 20:9, 11)
Fontane decía que vivir así significa enterrar la esperanza: esperanzas muertas. Esto puede lograr que la fe y la confianza se pierdan en esa clase de esperanza.
Esta es una de las razones por las que la Biblia no trata la esperanza como un tema al azar. En ella hay “trust” y hay “confidence.” Dios la ha sembrado en nuestros corazones y hasta nos alerta que de no se trata de una esperanza que podemos ver sino de una esperanza que nos hace confiar y no caer en el pecado de la desesperación.
“22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; 23 y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. 24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos 8:22-24)
Hay personas que deben estar preguntándose cómo es posible que la desesperación pueda ser pecado cuando esta ha sido definida como algo existencial y natural en el ser humano. La respuesta a esta pregunta está en la misma pregunta. Nuestra naturaleza se opone a todo lo que es Dios. Adán y Eva no sabían lo que era la desesperación hasta que cayeron de la gracia divina. Además, una definición sencilla del concepto desesperación es que esta es la pérdida de la esperanza ante la consideración de un mal irreparable o ante la impotencia de poder lograr aquello que nos hemos propuesto.
Esta es una de las razones por la que Pablo decía que podemos estar en apuros, pero no desesperados.
“7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.” (2 Corintios 4:7-10)
Pablo nos invita aquí a reconocer nuestra fragilidad y nuestra humanidad. Nuestra humanidad está siempre frente a nosotros, pero la presencia de Dios es siempre más fuerte. La buena noticia es que la receta bíblica es gloriosa: hay que orar para que Dios revele y afirme esa esperanza en nosotros.
“18 Pido que Dios les ilumine la mente, para que sepan cuál es la esperanza a la que han sido llamados.” (Efesios 1:18, DHH)
Las aseveraciones bíblicas confirman esto. Muchos pasajes bíblicos presentan la esperanza del creyente en Cristo como una medicina para mantenerse de pie frente a cualquier escenario que podamos encontrar en la vida.
“24 Ahora me alegro de lo que sufro por ustedes, porque de esta manera voy completando, en mi propio cuerpo, lo que falta de los sufrimientos de Cristo por la iglesia, que es su cuerpo. 25 Dios ha hecho de mí un servidor de la iglesia, por el encargo que él me dio, para bien de ustedes, de anunciar en todas partes su mensaje, 26 es decir, el designio secreto que desde hace siglos y generaciones Dios tenía escondido, pero que ahora ha manifestado al pueblo santo. 27 A ellos Dios les quiso dar a conocer la gloriosa riqueza que ese designio encierra para todas las naciones. Y ese designio secreto es Cristo, que está entre ustedes y que es la esperanza de la gloria que han de tener.” (Colosenses 1:24-27, DHH)
Pablo dice aquí que se puede hasta alegrar en medio del sufrimiento y de las aflicciones que estaba experimentando. Es más, Pablo dice que logró encontrarle propósito a estas tribulaciones. Su razonamiento no era uno masoquista ni psicótico. Pablo podía expresarse así porque él había experimentado esto que él llama “designio secreto”: “…. Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col 1:27, RV 1960).
Tenemos que indicar que el profeta Jeremías entendió esto y lo pudo declarar así:
“8 Oh esperanza de Israel, Guardador suyo en el tiempo de la aflicción, ¿por qué te has hecho como forastero en la tierra, y como caminante que se retira para pasar la noche?” (Jeremias 14:8, RV 1960)
Una nota editorial: hay que indicar que el libro del profeta Jeremías no está redactado en orden cronológico sino que sigue un orden teológico. Es por esto que podemos encontrar algunas declaraciones que pertenecen a escenarios posteriores aun cuando han sido colocadas en escenarios anteriores.
Una vez más, el Apóstol Pablo nos dice que no debemos dar espacio a la turbación cuando leemos estos versos. Esto es así porque podemos conseguir esa esperanza, ser afirmados en ella y caminar sin desesperarnos. La clave para conseguirla es la oración.
La Biblia dice que Abraham entendió que es así que opera la esperanza que Dios nos ha dado. La Biblia dice que llegó un instante en el que este patriarca vio que su esperanza estaba desapareciendo, pero aun así decidió creer en esperanza contra esperanza.
“18 Cuando ya no había esperanza, Abraham creyó y tuvo esperanza, y así vino a ser «padre de muchas naciones», conforme a lo que Dios le había dicho: «Así será el número de tus descendientes.» 19 La fe de Abraham no se debilitó, aunque ya tenía casi cien años de edad y se daba cuenta de que tanto él como Sara ya estaban casi muertos, y que eran demasiado viejos para tener hijos. 20 No dudó ni desconfió de la promesa de Dios, sino que tuvo una fe más fuerte. Alabó a Dios, 21 plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete.” (Romanos 4:18-21, DHH)
¡Alabado sea el Señor!: podemos confiar, tener “trust” y tener “confidence.” Podemos hacerlo porque la esperanza que hemos recibido nos lleva a confiar en la fidelidad y en la competencia de Aquél que nos ha hecho las promesas: Él tiene poder para cumplir lo que promete. Tenemos la herramienta celestial para confiar y tener seguridad en Aquél que es nuestro mejor amigo: Cristo Jesús, Señor y Salvador nuestro.
Reconocemos que esta ha sido una temporada en la que todos hemos pecado de muchas maneras. La desesperación ha sido una de las manifestaciones más frecuentes de esto. Nos asiste la confianza que da saber que la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. No obstante, podemos echar mano de la oración intencional e intensiva para que Dios derrame en nosotros esa esperanza celestial. Haciendo esto, nos libraremos del pecado, al mismo tiempo que seremos capaces de disfrutar del cumplimiento de las promesas del Señor.
Esa esperanza nos hará declarar que tenemos por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse (Rom 8:18).
Referencias
[1] Bultmann, R. (1964–). ἐλπίς, ἐλπίζω, ἀπ-, προελπίζω. In G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 2, p. 532). Eerdmans.
[2] https://www.differencebetween.com/difference-between-trust-and-vs-confidence/#:~:text=Confidence refers to the assurance that we have on someone.,-•&text=Trust refers to the firm belief that one has on another individual.&text=Confidence is built on experiences, but trust is not.&text=A person can have a rationale basis for trusting another.
[3] https://cradpdf.drdc-rddc.gc.ca/PDFS/unc48/p524541.pdf
[1] Bultmann, R. (1964–). ἐλπίς, ἐλπίζω, ἀπ-, προελπίζω. In G. Kittel, G. W. Bromiley, & G. Friedrich (Eds.), Theological dictionary of the New Testament (electronic ed., Vol. 2, p. 532). Eerdmans.
[2] https://www.differencebetween.com/difference-between-trust-and-vs-confidence/#:~:text=Confidence refers to the assurance that we have on someone.,-•&text=Trust refers to the firm belief that one has on another individual.&text=Confidence is built on experiences, but trust is not.&text=A person can have a rationale basis for trusting another.
[3] https://cradpdf.drdc-rddc.gc.ca/PDFS/unc48/p524541.pdf
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A couple of weeks ago while in prayer for Pastor Mizraim and the church, and I received a word saying "you are a "flagship" church. I didn't understand the real meaning of the word, but the Lord said you do. However, based on the messages and prayer services, the teaching