June 1st, 2022
849 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 15 de mayo 2022
“La sabiduría divina para las familias de este tiempo” (Pt. 1)
Por: Rda. Shirley M. Esquilín-Carrero
Con mucho temor y temblor me acerco a este altar para compartir con ustedes la Palabra que el Señor ha inspirado en mi corazón para esta mañana. Estas asignaciones siempre me hacen temblar por la gran responsabilidad que conllevan. Casualmente el año pasado me tocó el privilegio de compartir la reflexión el Día de los Padres y este año, en un día como hoy, el día de las Madres. Quiera Dios que pueda ser humilde instrumento suyo para compartir aquello con lo que Él ha inquietado en mi corazón. Oremos.
Necesitamos sabiduría de Dios para nuestras familias Porque vivimos en tiempos malos.
Sal 86
“Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame, Porque estoy afligido y menesteroso. 2 Guarda mi alma, porque soy piadoso; Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía. 3 Ten misericordia de mí, oh Jehová; Porque a ti clamo todo el día. 4 Alegra el alma de tu siervo, Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma. 5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan 6 Escucha, oh Jehová, mi oración, Y está atento a la voz de mis ruegos. 7 En el día de mi angustia te llamaré, Porque tú me respondes. 8 Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, Ni obras que igualen tus obras. 9 Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor, Y glorificarán tu nombre. 10 Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas; Solo tú eres Dios. 11 Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma mi corazón para que tema tu nombre. 12 Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón, Y glorificaré tu nombre para siempre. 13 Porque tu misericordia es grande para conmigo, Y has librado mi alma de las profundidades del Seol. 14 Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí, Y conspiración de violentos ha buscado mi vida, Y no te pusieron delante de sí. 15 Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad, 16 Mírame, y ten misericordia de mí; Da tu poder a tu siervo, Y guarda al hijo de tu sierva. 17 Haz conmigo señal para bien, Y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; Porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste.”
Introducción
De generación en generación, las familias han clamado al Señor por misericordia en tiempos históricamente contundentes para el pueblo. Este salmo que acabamos de leer es clasificado por los teólogos como la oración del Rey David en el día de la aflicción. “El hombre de sinceridad, de ardor, de pruebas, de faltas y de gran corazón”, suplica, solloza y confía a través de todos los versos de este salmo. Y sabemos que este mismo Rey David clama al Señor para que lo libre de su pecado, tras haberse llegado a Betsabé, mujer de Urías. Urías era uno de sus generales de guerra a y David lo sentencia a muerta mediante conspiración en el frente de batalla contra los Amonitas.
Esta oración del Rey David se repite históricamente de generación en generación, no solo en medio del pueblo de Israel, sino también entre las naciones y las familias que han temido y temen a Jehová – en medio de momentos difíciles enfrentados como pueblo; en medio de momentos de desesperanza; en medio de momentos de desolación, el pueblo del Señor, las familias han clamado por misericordia y sabiduría para enfrentar los retos de la temporada.
En esta mañana me gustaría compartir con ustedes tres escenarios históricos en Puerto Rico en los que la familia Puertorriqueña ha llegado a unos límites a nivel social, a nivel moral y a nivel espiritual. Se trata de escenarios en los que la intervención del Señor se hace imperante para cambiar el curso de la historia generacional y hallar sabiduría de Dios en su Palabra para los retos que enfrentan las familias de este tiempo.
El Apóstol Pablo documentó en su carta a los Efesios la siguiente advertencia:
“15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” (Efe 5:15-16)
Me gusta como recoge esto versos la Nueva Traducción Viviente:
“15 Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. 16 Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos.” (Efe 5:15-15, NTV)
Ciertamente vivimos en tiempos malos – eso no es noticia nueva. Una de las mujeres más sabias que he conocido (mi amada señora madre) siempre ha dicho que hemos estado viviendo en tiempos malos toda nuestra existencia. Es por eso que es importante destacar que no seremos capaces de combatirlos ni resistirlos a menos que reconozcamos las formas específicas en las que se manifiesta el mal en estos. Generación tras generación se repite la escena que presenta el profeta Oseas en el capítulo 7 al hablar sobre el pueblo de Israel, cuyos príncipes, dice la Palabra, “… devoraron a sus jueces; cayeron todos sus reyes; no hay entre ellos quien a mí clame.”
El Profeta dice lo siguiente acerca del pueblo, “Devoraron extraños su fuerza, y él (el pueblo) no lo supo; y aun canas le han cubierto, y él no lo supo. 10 Y la soberbia de Israel testificará contra él en su cara; y no se volvieron a Jehová su Dios, ni lo buscaron con todo esto.” (Oseas 7). Esto, empeorando la tragedia de la ruina de Israel; una nación que estaba siendo devastada por el pecado pero no lo sabía – en su ciega ignorancia, no se volvían al Señor su Dios.
Pero esta expresión de “días malos” no se circunscribe a un tiempo histórico específico, no es algo nuevo. A través de las Sagradas Escrituras vemos un sinnúmero de ejemplos de “días malos” en medio y a pesar de los cuales las familias que temían a Jehová se fueron formando y desarrollando y experimentaron la manifestación gloriosa del Señor, obrando en favor de ellos, con testimonios de milagros y prodigios.
Algunos ejemplos iniciales que podemos ver en la Palabra son:
Primera familia: la familia de Adán y Eva.
En esta familia encontramos a una esposa desobediente, a un esposo sin dirección y a un hijo que termina cometiendo el terrible acto de quitarle la vida a su hermano. No obstante, a pesar del pecado de Caín esta familia experimentó de primera mano la intervención del Dios de las segundas oportunidades. Lo sabemos porque aún el exilio de Caín fue un reflejo de la misericordia abundante de Dios. Luego de que Caín asesinara a Abel, Dios le permitió comenzar una nueva vida en un lugar diferente, y lo marcó para prevenir que otros le quitaran la vida, que otros le asesinaran. A través de estos actos de misericordia, Dios nos recuerda que aun a pesar de nuestra debilidad – o pura depravación – Dios es un DIOS de GRACIA y de SEGUNDAS OPORTUNIDADES. Como dice 1 Juan 1:9:
“9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
Segunda Familia: la familia de Abraham y Sara.
En esta familia nos topamos con el dolor de Sara, dolor causado por su infertilidad. Este dolor la mueve a dar a su sierva, Agar, a Abraham como concubina para tener un hijo sustituto (Génesis 16). La historia bíblica nos dice que cuando Agar concibe, Sara decide abusar de ella con una ira celosa, resultando esto en la huida de esta con su hijo Ismael.
Dios se glorificó a pesar de este pecado. La fe de Abraham fue una fe dada por Dios, y una fe que Dios hizo crecer, a través del tiempo y de las distintas situaciones que él enfrentó. Como Abraham, los santos, usted y yo, CRECEMOS en la FE EN MEDIO de las PRUEBAS y las TRIBULACIONES. Dios permite que podamos acrecentar nuestra fe y ser edificados en medio de estas. Las luchas que estamos experimentando no han llegado a nuestras vidas con el exclusivo objetivo de quebrantarnos, sino para edificarnos en la fe. Es importante entender que hay promesas del Señor en esto cuando, promesas que están atadas a Él espera de nosotros:
Tercera familia: la familia de Lot.
La Biblia dice que Lot rechazó abandonar la perversidad de Sodoma y Gomorra, ciudades a las que escogió llamar su hogar. Lot tiene que ser básicamente arrastrado de allí por ángeles y luego, semanas después, sus hijas lo seducen para que cometa un incesto ebrio (Génesis 19). Más a pesar del pecado de LOT, éste halló GRACIA ABUNDANTE.
Tal vez estés aquí hoy y puedas relacionarte con Lot; no en sus pecados específicos, sino en el hecho de que no has vivido como deberías haber vivido. Déjame decirte que la gracia de Dios es mayor que nuestro pecado. Jesús murió con ese mismo propósito, para que la gracia de Dios pudiera derramarse en tu corazón, en mi corazón, en nuestros corazones y para que podamos ser perdonados. No importa lo que hayas hecho, de dónde vengas, qué tipo de educación hayas tenido, cuál sea tu trasfondo, que experiencias te hayan formado, marcado. Hay misericordia y gracia abundante para ti, para tu familia, para esta generación de parte del cielo.
Estos son solo tres ejemplos bíblicos de la intervención de Dios en medio de familias comunes que enfrentaron situaciones difíciles. La Pastora Carrie (Carmen Rosa Ramos Román) hablaba hace dos domingos atrás acerca de cómo Dios se manifiesta en medio de la disfuncionalidad familiar, obrando milagros y prodigios, y transformando el aparente curso con finalidad desafortunada en experiencias gloriosas y testimonios de victoria. Estas historias no están lejos de nuestra realidad como familias puertorriqueñas.
Debemos entender que la Biblia es un testimonio escrito de la persistencia de la gracia de Dios a lo largo de los siglos, tal como la experimentó un pueblo en particular, en tiempos y lugares particulares. Así la hemos experimentado nosotros como familias, como sociedad puertorriqueña a lo largo de nuestra historia.
Hay tres escenarios históricos de nuestra Isla que quisiera compartir con ustedes en esta mañana. Se trata de escenarios en los que hemos visto la intervención divina que hemos señalado en los pasajes bíblicos anteriores.
Primer Escenario
El primer marco histórico que me gustaría compartir con ustedes en esta mañana está plasmado en el libro titulado: The Stricken Land, escrito por Rexford Tugwell , quien fue el último gobernador estadounidense designado a Puerto Rico, desde el 1941 hasta 1946. Como parte de su escrito, Tugwell comparte acerca de la vida en la isla tras la Segunda Guerra Mundial (década de los 40), incluyendo los siguientes aspectos:
-Las condiciones socioeconómicas de la región y el papel que el Caribe desempeñó durante esos años.
-Los problemas políticos, económicos y sociales de Puerto Rico en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Esto es:
“Now I was back in Puerto Rico for my last few months. In our island there was almost
feverish prosperity. We had planned well and were surmounting our readjustment
smoothly. But for all Americans the victory had a taste of corruption-flavored dust; and
Puerto Rico was no exception to this. We lived apart, yet not apart; we were better off than
at any time in Puerto Rican history and were planning large increases, which could now be
afforded, in budgets for health, for education, for housing and the like; yet we too shared
the world's malaise and wondered fearfully what might happen next. For the rest of the
world, Latin America alone, perhaps, excepted, the peace was proving only less disastrous
than war itself. The food ration had been contracted steadily as the months had passed
until what had been malnutrition had passed into slow starvation made worse by the
ugliness of illegal trading which defeated all organized efforts at equalization. It was a nadir
rather than an apogee of civilization.”
“Ahora estaba de vuelta en Puerto Rico durante mis últimos meses. En nuestra isla había casi
prosperidad febril. Habíamos planeado bien y estábamos superando nuestro reajuste suavemente. Pero para todos los estadounidenses la victoria tuvo un sabor a polvo con sabor a corrupción; y Puerto Rico no fue la excepción a esto. Vivíamos separados, pero no separados; estábamos mejor que en cualquier momento de la historia de Puerto Rico y estaban planeando grandes aumentos, que ahora se podían permitir, en los presupuestos de salud, de educación, de vivienda y similares; sin embargo, también compartimos el malestar del mundo y nos preguntamos con temor qué podría pasar después. Para el resto del mundo, quizás sólo con la excepción de América Latina, la paz estaba resultando menos desastrosa que la guerra misma. La ración de alimentos se había ido contrayendo constantemente a medida que pasaban los meses hasta que lo que había sido desnutrición había pasado a una lenta hambruna empeorada por la fealdad del comercio ilegal que derrotó todos los esfuerzos organizados de nivelación. Fue un nadir más que un apogeo de la civilización.”
A continuación algunas de sus expresiones cuando habla acerca del Puerto Rico dentro del contexto histórico, después de la explosión nuclear en Hiroshima, en 1945:
“As I looked at the world from Puerto Rico in 1946 certain matters seemed to have a terrible
clear certainty: between moral and physical starvation there was no longer any distinction;
the one had led to the other and would lead to one crisis after another, no matter what
redistributions—against theory and logic—were carried out; they would always prove to
be temporary. And between moral and physical destruction, there was no longer any
distinction; the one had led to the other, and all superficial efforts at control would fail no
matter how earnestly they were pursued. There was now no alternative to the reformation
of society, to the establishment of new institutions. The logic of competition had ended
with complete finality at Hiroshima. We had to begin again or perish.”
“Al mirar el mundo desde Puerto Rico en 1946, ciertas cosas parecían tener una certeza terriblemente clara: entre el hambre moral y física ya no había distinción; la una había conducido a la otra y conduciría a una crisis tras otra, sin importar las redistribuciones contra la teoría y la lógica que se llevaran a cabo; siempre demostrarían ser temporales. Y entre destrucción moral y física, ya no había distinción; la una había conducido a la otra, y todos los esfuerzos superficiales de control fallarían sin importar qué tan seriamente los persiguieran. Ahora no había alternativa a la reforma de la sociedad, al establecimiento de nuevas instituciones. La lógica de la competencia había terminado definitivamente en Hiroshima. Teníamos que empezar de nuevo o perecer”.
El Puerto Rico del 1946 es un retrato de nuestra condición social como pueblo en este tiempo. Un pueblo experimentando hambre moral y física, una crisis tras otra (“todos los esfuerzos superficiales de control fallarían sin importar qué tan seriamente los persiguieran”).
Nosotros también tenemos dos opciones ante nosotros: comenzar de nuevo o perecer.
Tugwell también comenta lo siguiente en ese libro:
“It makes an important difference that Spanish and Italian farm laborers, poor as they may be, live in a house whose stones were laid up one course after another by generations of ancestors or that the farmers around the Mediterranean carry out their labor on terraces it took a
thousand years to build and put under irrigation. There is a sense of permanence and continuity there, no matter how meager the living, which is tragically lacking in Puerto Rico. The characteristic quality of life in Puerto Rico—among the masses—is its impermanence and essential worthlessness. A man works and gets poorer, lives in a shack, and knows that even his remains will find only a temporary resting place: in ten years they will be thrown out on a common bone heap to make way for others. Maybe this is why, against all reason and sense of responsibility, such a man has seven or ten children instead of two or three.” “Hace una diferencia importante que los trabajadores agrícolas españoles e italianos, por pobres que sean, vivan en residencias cuyas piedras fueron colocadas una fila tras otra por generaciones de antepasados o que los agricultores de todo el Mediterráneo realizaban su trabajo en terrazas que tomaron miles de años en construirse y poner bajo riego. Hay un sentido de permanencia y continuidad allí, no importa cuán escasa sea la vida, que trágicamente falta en Puerto Rico. La cualidad característica de la vida en Puerto Rico—entre las masas—es su impermanencia ( y esencial falta de valor). Un hombre trabaja y se empobrece, vive en una choza y sabe que incluso sus restos encontrarán sólo un lugar de descanso temporal: en diez años serán arrojados a un montón de huesos comunes para dar paso a otros. Tal vez por eso, contra toda razón y sentido de la responsabilidad, un hombre así tiene siete o diez hijos en lugar de dos o tres”.
Según Tugwell, estas eran algunas características del Puerto Rico de la década de los años 40:
Aplicaciones bíblicas
¿Qué nos dice la Palabra acerca de cómo enfrentar tiempos similares a estos? ¿Qué herramientas nos proveen las Sagradas Escrituras para estos? ¿Cómo el pueblo, las familias puertorriqueñas, hallaron sabiduría para enfrentar los retos de aquel tiempo?
Debemos comenzar señalando que el pueblo de Israel atravesó un escenario similar a este cuando se encontraba en Egipto. Dentro de las características que describían a Israel en ese lugar encontramos las siguientes:
No obstante, la Biblia nos enseña que el pueblo de Israel, empleó unas herramientas que continúan siendo pertinentes para las familias de este tiempo. En primer lugar, ese pueblo utilizó la oración. La Biblia dice lo siguiente:
“Y oyó Dios el Gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.” (Éxo 2:24)
Sabemos que Abraham, Isaac y Jacob fueron los patriarcas que recibieron la promesa de la formación de ese pueblo. Estos eran hombres de Dios que utilizaban la oración constantemente.
Al mismo tiempo, el Antiguo y el Nuevo Testamento nos presentan más de cien instancias en las que se describe a Dios escuchando la oración, el clamor de su pueblo. Dentro de los ejemplos que podemos citar encontramos los siguientes pasajes bíblicos:
“17 Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias.” (Sal 34:17)
“18 Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras.19 Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.” (Sal 145:18-19)
“24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.” (Isa 65:24)
“14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Jn 5:14-15)
Dios escuchó el clamor de los hijos de Israel y los sacó de Egipto. No hay duda alguna: Dios oye el clamor de sus hijos. La oración no ha pasado de moda. Las familias puertorriqueñas en la década del 40 también echaron mano de la oración. Algunos avivamientos venían produciendo esa sed y esa hambre de Dios en Puerto Rico. Dios lo hizo en Egipto, lo hizo en el Puerto Rico descrito por Tugwell y de seguro lo hará otra vez. Hay que clamar al Señor.
Nota editorial:
La segunda parte de este ensayo será publicado en El Heraldo de la próxima semana. En esta parte del ensayo encontraremos varias herramientas y dos escenarios históricos adicionales que forman parte del mismo.
“La sabiduría divina para las familias de este tiempo” (Pt. 1)
Por: Rda. Shirley M. Esquilín-Carrero
Con mucho temor y temblor me acerco a este altar para compartir con ustedes la Palabra que el Señor ha inspirado en mi corazón para esta mañana. Estas asignaciones siempre me hacen temblar por la gran responsabilidad que conllevan. Casualmente el año pasado me tocó el privilegio de compartir la reflexión el Día de los Padres y este año, en un día como hoy, el día de las Madres. Quiera Dios que pueda ser humilde instrumento suyo para compartir aquello con lo que Él ha inquietado en mi corazón. Oremos.
Necesitamos sabiduría de Dios para nuestras familias Porque vivimos en tiempos malos.
Sal 86
“Inclina, oh Jehová, tu oído, y escúchame, Porque estoy afligido y menesteroso. 2 Guarda mi alma, porque soy piadoso; Salva tú, oh Dios mío, a tu siervo que en ti confía. 3 Ten misericordia de mí, oh Jehová; Porque a ti clamo todo el día. 4 Alegra el alma de tu siervo, Porque a ti, oh Señor, levanto mi alma. 5 Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, Y grande en misericordia para con todos los que te invocan 6 Escucha, oh Jehová, mi oración, Y está atento a la voz de mis ruegos. 7 En el día de mi angustia te llamaré, Porque tú me respondes. 8 Oh Señor, ninguno hay como tú entre los dioses, Ni obras que igualen tus obras. 9 Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor, Y glorificarán tu nombre. 10 Porque tú eres grande, y hacedor de maravillas; Solo tú eres Dios. 11 Enséñame, oh Jehová, tu camino; caminaré yo en tu verdad; Afirma mi corazón para que tema tu nombre. 12 Te alabaré, oh Jehová Dios mío, con todo mi corazón, Y glorificaré tu nombre para siempre. 13 Porque tu misericordia es grande para conmigo, Y has librado mi alma de las profundidades del Seol. 14 Oh Dios, los soberbios se levantaron contra mí, Y conspiración de violentos ha buscado mi vida, Y no te pusieron delante de sí. 15 Mas tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad, 16 Mírame, y ten misericordia de mí; Da tu poder a tu siervo, Y guarda al hijo de tu sierva. 17 Haz conmigo señal para bien, Y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; Porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste.”
Introducción
De generación en generación, las familias han clamado al Señor por misericordia en tiempos históricamente contundentes para el pueblo. Este salmo que acabamos de leer es clasificado por los teólogos como la oración del Rey David en el día de la aflicción. “El hombre de sinceridad, de ardor, de pruebas, de faltas y de gran corazón”, suplica, solloza y confía a través de todos los versos de este salmo. Y sabemos que este mismo Rey David clama al Señor para que lo libre de su pecado, tras haberse llegado a Betsabé, mujer de Urías. Urías era uno de sus generales de guerra a y David lo sentencia a muerta mediante conspiración en el frente de batalla contra los Amonitas.
Esta oración del Rey David se repite históricamente de generación en generación, no solo en medio del pueblo de Israel, sino también entre las naciones y las familias que han temido y temen a Jehová – en medio de momentos difíciles enfrentados como pueblo; en medio de momentos de desesperanza; en medio de momentos de desolación, el pueblo del Señor, las familias han clamado por misericordia y sabiduría para enfrentar los retos de la temporada.
En esta mañana me gustaría compartir con ustedes tres escenarios históricos en Puerto Rico en los que la familia Puertorriqueña ha llegado a unos límites a nivel social, a nivel moral y a nivel espiritual. Se trata de escenarios en los que la intervención del Señor se hace imperante para cambiar el curso de la historia generacional y hallar sabiduría de Dios en su Palabra para los retos que enfrentan las familias de este tiempo.
El Apóstol Pablo documentó en su carta a los Efesios la siguiente advertencia:
“15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” (Efe 5:15-16)
Me gusta como recoge esto versos la Nueva Traducción Viviente:
“15 Así que tengan cuidado de cómo viven. No vivan como necios sino como sabios. 16 Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos.” (Efe 5:15-15, NTV)
Ciertamente vivimos en tiempos malos – eso no es noticia nueva. Una de las mujeres más sabias que he conocido (mi amada señora madre) siempre ha dicho que hemos estado viviendo en tiempos malos toda nuestra existencia. Es por eso que es importante destacar que no seremos capaces de combatirlos ni resistirlos a menos que reconozcamos las formas específicas en las que se manifiesta el mal en estos. Generación tras generación se repite la escena que presenta el profeta Oseas en el capítulo 7 al hablar sobre el pueblo de Israel, cuyos príncipes, dice la Palabra, “… devoraron a sus jueces; cayeron todos sus reyes; no hay entre ellos quien a mí clame.”
El Profeta dice lo siguiente acerca del pueblo, “Devoraron extraños su fuerza, y él (el pueblo) no lo supo; y aun canas le han cubierto, y él no lo supo. 10 Y la soberbia de Israel testificará contra él en su cara; y no se volvieron a Jehová su Dios, ni lo buscaron con todo esto.” (Oseas 7). Esto, empeorando la tragedia de la ruina de Israel; una nación que estaba siendo devastada por el pecado pero no lo sabía – en su ciega ignorancia, no se volvían al Señor su Dios.
Pero esta expresión de “días malos” no se circunscribe a un tiempo histórico específico, no es algo nuevo. A través de las Sagradas Escrituras vemos un sinnúmero de ejemplos de “días malos” en medio y a pesar de los cuales las familias que temían a Jehová se fueron formando y desarrollando y experimentaron la manifestación gloriosa del Señor, obrando en favor de ellos, con testimonios de milagros y prodigios.
Algunos ejemplos iniciales que podemos ver en la Palabra son:
Primera familia: la familia de Adán y Eva.
En esta familia encontramos a una esposa desobediente, a un esposo sin dirección y a un hijo que termina cometiendo el terrible acto de quitarle la vida a su hermano. No obstante, a pesar del pecado de Caín esta familia experimentó de primera mano la intervención del Dios de las segundas oportunidades. Lo sabemos porque aún el exilio de Caín fue un reflejo de la misericordia abundante de Dios. Luego de que Caín asesinara a Abel, Dios le permitió comenzar una nueva vida en un lugar diferente, y lo marcó para prevenir que otros le quitaran la vida, que otros le asesinaran. A través de estos actos de misericordia, Dios nos recuerda que aun a pesar de nuestra debilidad – o pura depravación – Dios es un DIOS de GRACIA y de SEGUNDAS OPORTUNIDADES. Como dice 1 Juan 1:9:
“9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
Segunda Familia: la familia de Abraham y Sara.
En esta familia nos topamos con el dolor de Sara, dolor causado por su infertilidad. Este dolor la mueve a dar a su sierva, Agar, a Abraham como concubina para tener un hijo sustituto (Génesis 16). La historia bíblica nos dice que cuando Agar concibe, Sara decide abusar de ella con una ira celosa, resultando esto en la huida de esta con su hijo Ismael.
Dios se glorificó a pesar de este pecado. La fe de Abraham fue una fe dada por Dios, y una fe que Dios hizo crecer, a través del tiempo y de las distintas situaciones que él enfrentó. Como Abraham, los santos, usted y yo, CRECEMOS en la FE EN MEDIO de las PRUEBAS y las TRIBULACIONES. Dios permite que podamos acrecentar nuestra fe y ser edificados en medio de estas. Las luchas que estamos experimentando no han llegado a nuestras vidas con el exclusivo objetivo de quebrantarnos, sino para edificarnos en la fe. Es importante entender que hay promesas del Señor en esto cuando, promesas que están atadas a Él espera de nosotros:
-Obediencia por encima de la lógica humana
-Fe inamovible para que podamos experimentar la manifestación de su poder a favor de nosotros
-Promesa de bendición para los nuestros, para los tuyos, para tu descendencia
La Biblia dice que Lot rechazó abandonar la perversidad de Sodoma y Gomorra, ciudades a las que escogió llamar su hogar. Lot tiene que ser básicamente arrastrado de allí por ángeles y luego, semanas después, sus hijas lo seducen para que cometa un incesto ebrio (Génesis 19). Más a pesar del pecado de LOT, éste halló GRACIA ABUNDANTE.
Tal vez estés aquí hoy y puedas relacionarte con Lot; no en sus pecados específicos, sino en el hecho de que no has vivido como deberías haber vivido. Déjame decirte que la gracia de Dios es mayor que nuestro pecado. Jesús murió con ese mismo propósito, para que la gracia de Dios pudiera derramarse en tu corazón, en mi corazón, en nuestros corazones y para que podamos ser perdonados. No importa lo que hayas hecho, de dónde vengas, qué tipo de educación hayas tenido, cuál sea tu trasfondo, que experiencias te hayan formado, marcado. Hay misericordia y gracia abundante para ti, para tu familia, para esta generación de parte del cielo.
Estos son solo tres ejemplos bíblicos de la intervención de Dios en medio de familias comunes que enfrentaron situaciones difíciles. La Pastora Carrie (Carmen Rosa Ramos Román) hablaba hace dos domingos atrás acerca de cómo Dios se manifiesta en medio de la disfuncionalidad familiar, obrando milagros y prodigios, y transformando el aparente curso con finalidad desafortunada en experiencias gloriosas y testimonios de victoria. Estas historias no están lejos de nuestra realidad como familias puertorriqueñas.
Debemos entender que la Biblia es un testimonio escrito de la persistencia de la gracia de Dios a lo largo de los siglos, tal como la experimentó un pueblo en particular, en tiempos y lugares particulares. Así la hemos experimentado nosotros como familias, como sociedad puertorriqueña a lo largo de nuestra historia.
Hay tres escenarios históricos de nuestra Isla que quisiera compartir con ustedes en esta mañana. Se trata de escenarios en los que hemos visto la intervención divina que hemos señalado en los pasajes bíblicos anteriores.
Primer Escenario
El primer marco histórico que me gustaría compartir con ustedes en esta mañana está plasmado en el libro titulado: The Stricken Land, escrito por Rexford Tugwell , quien fue el último gobernador estadounidense designado a Puerto Rico, desde el 1941 hasta 1946. Como parte de su escrito, Tugwell comparte acerca de la vida en la isla tras la Segunda Guerra Mundial (década de los 40), incluyendo los siguientes aspectos:
-Las condiciones socioeconómicas de la región y el papel que el Caribe desempeñó durante esos años.
-Los problemas políticos, económicos y sociales de Puerto Rico en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Esto es:
- Las condiciones de la isla durante la guerra.
- La situación crítica que la guerra generó en Puerto Rico y en los puertorriqueños.
“Now I was back in Puerto Rico for my last few months. In our island there was almost
feverish prosperity. We had planned well and were surmounting our readjustment
smoothly. But for all Americans the victory had a taste of corruption-flavored dust; and
Puerto Rico was no exception to this. We lived apart, yet not apart; we were better off than
at any time in Puerto Rican history and were planning large increases, which could now be
afforded, in budgets for health, for education, for housing and the like; yet we too shared
the world's malaise and wondered fearfully what might happen next. For the rest of the
world, Latin America alone, perhaps, excepted, the peace was proving only less disastrous
than war itself. The food ration had been contracted steadily as the months had passed
until what had been malnutrition had passed into slow starvation made worse by the
ugliness of illegal trading which defeated all organized efforts at equalization. It was a nadir
rather than an apogee of civilization.”
“Ahora estaba de vuelta en Puerto Rico durante mis últimos meses. En nuestra isla había casi
prosperidad febril. Habíamos planeado bien y estábamos superando nuestro reajuste suavemente. Pero para todos los estadounidenses la victoria tuvo un sabor a polvo con sabor a corrupción; y Puerto Rico no fue la excepción a esto. Vivíamos separados, pero no separados; estábamos mejor que en cualquier momento de la historia de Puerto Rico y estaban planeando grandes aumentos, que ahora se podían permitir, en los presupuestos de salud, de educación, de vivienda y similares; sin embargo, también compartimos el malestar del mundo y nos preguntamos con temor qué podría pasar después. Para el resto del mundo, quizás sólo con la excepción de América Latina, la paz estaba resultando menos desastrosa que la guerra misma. La ración de alimentos se había ido contrayendo constantemente a medida que pasaban los meses hasta que lo que había sido desnutrición había pasado a una lenta hambruna empeorada por la fealdad del comercio ilegal que derrotó todos los esfuerzos organizados de nivelación. Fue un nadir más que un apogeo de la civilización.”
A continuación algunas de sus expresiones cuando habla acerca del Puerto Rico dentro del contexto histórico, después de la explosión nuclear en Hiroshima, en 1945:
“As I looked at the world from Puerto Rico in 1946 certain matters seemed to have a terrible
clear certainty: between moral and physical starvation there was no longer any distinction;
the one had led to the other and would lead to one crisis after another, no matter what
redistributions—against theory and logic—were carried out; they would always prove to
be temporary. And between moral and physical destruction, there was no longer any
distinction; the one had led to the other, and all superficial efforts at control would fail no
matter how earnestly they were pursued. There was now no alternative to the reformation
of society, to the establishment of new institutions. The logic of competition had ended
with complete finality at Hiroshima. We had to begin again or perish.”
“Al mirar el mundo desde Puerto Rico en 1946, ciertas cosas parecían tener una certeza terriblemente clara: entre el hambre moral y física ya no había distinción; la una había conducido a la otra y conduciría a una crisis tras otra, sin importar las redistribuciones contra la teoría y la lógica que se llevaran a cabo; siempre demostrarían ser temporales. Y entre destrucción moral y física, ya no había distinción; la una había conducido a la otra, y todos los esfuerzos superficiales de control fallarían sin importar qué tan seriamente los persiguieran. Ahora no había alternativa a la reforma de la sociedad, al establecimiento de nuevas instituciones. La lógica de la competencia había terminado definitivamente en Hiroshima. Teníamos que empezar de nuevo o perecer”.
El Puerto Rico del 1946 es un retrato de nuestra condición social como pueblo en este tiempo. Un pueblo experimentando hambre moral y física, una crisis tras otra (“todos los esfuerzos superficiales de control fallarían sin importar qué tan seriamente los persiguieran”).
Nosotros también tenemos dos opciones ante nosotros: comenzar de nuevo o perecer.
Tugwell también comenta lo siguiente en ese libro:
“It makes an important difference that Spanish and Italian farm laborers, poor as they may be, live in a house whose stones were laid up one course after another by generations of ancestors or that the farmers around the Mediterranean carry out their labor on terraces it took a
thousand years to build and put under irrigation. There is a sense of permanence and continuity there, no matter how meager the living, which is tragically lacking in Puerto Rico. The characteristic quality of life in Puerto Rico—among the masses—is its impermanence and essential worthlessness. A man works and gets poorer, lives in a shack, and knows that even his remains will find only a temporary resting place: in ten years they will be thrown out on a common bone heap to make way for others. Maybe this is why, against all reason and sense of responsibility, such a man has seven or ten children instead of two or three.” “Hace una diferencia importante que los trabajadores agrícolas españoles e italianos, por pobres que sean, vivan en residencias cuyas piedras fueron colocadas una fila tras otra por generaciones de antepasados o que los agricultores de todo el Mediterráneo realizaban su trabajo en terrazas que tomaron miles de años en construirse y poner bajo riego. Hay un sentido de permanencia y continuidad allí, no importa cuán escasa sea la vida, que trágicamente falta en Puerto Rico. La cualidad característica de la vida en Puerto Rico—entre las masas—es su impermanencia ( y esencial falta de valor). Un hombre trabaja y se empobrece, vive en una choza y sabe que incluso sus restos encontrarán sólo un lugar de descanso temporal: en diez años serán arrojados a un montón de huesos comunes para dar paso a otros. Tal vez por eso, contra toda razón y sentido de la responsabilidad, un hombre así tiene siete o diez hijos en lugar de dos o tres”.
Según Tugwell, estas eran algunas características del Puerto Rico de la década de los años 40:
-Desnutrición convertida en hambruna
-Destrucción moral y física
-Más de 65 mil jóvenes puertorriqueños sirviendo en instalaciones militares en el Caribe y en operaciones de combate en los teatros de Guerra Europeo y en el Pacífico.
-Puerto Rico viviendo un escenario de desesperanza.
Aplicaciones bíblicas
¿Qué nos dice la Palabra acerca de cómo enfrentar tiempos similares a estos? ¿Qué herramientas nos proveen las Sagradas Escrituras para estos? ¿Cómo el pueblo, las familias puertorriqueñas, hallaron sabiduría para enfrentar los retos de aquel tiempo?
Debemos comenzar señalando que el pueblo de Israel atravesó un escenario similar a este cuando se encontraba en Egipto. Dentro de las características que describían a Israel en ese lugar encontramos las siguientes:
-hambre física y moral
-falta de valor para enfrentar la esclavitud y al que esclavizaba.
-arduo trabajo con condiciones pobres y un marcado empobrecimiento.
-una crisis tras otra.
“Y oyó Dios el Gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob.” (Éxo 2:24)
Sabemos que Abraham, Isaac y Jacob fueron los patriarcas que recibieron la promesa de la formación de ese pueblo. Estos eran hombres de Dios que utilizaban la oración constantemente.
Al mismo tiempo, el Antiguo y el Nuevo Testamento nos presentan más de cien instancias en las que se describe a Dios escuchando la oración, el clamor de su pueblo. Dentro de los ejemplos que podemos citar encontramos los siguientes pasajes bíblicos:
“17 Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de todas sus angustias.” (Sal 34:17)
“18 Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras.19 Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.” (Sal 145:18-19)
“24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.” (Isa 65:24)
“14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Jn 5:14-15)
Dios escuchó el clamor de los hijos de Israel y los sacó de Egipto. No hay duda alguna: Dios oye el clamor de sus hijos. La oración no ha pasado de moda. Las familias puertorriqueñas en la década del 40 también echaron mano de la oración. Algunos avivamientos venían produciendo esa sed y esa hambre de Dios en Puerto Rico. Dios lo hizo en Egipto, lo hizo en el Puerto Rico descrito por Tugwell y de seguro lo hará otra vez. Hay que clamar al Señor.
Nota editorial:
La segunda parte de este ensayo será publicado en El Heraldo de la próxima semana. En esta parte del ensayo encontraremos varias herramientas y dos escenarios históricos adicionales que forman parte del mismo.
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