May 14th, 2023
900 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 14 de mayo 2023
Características de una madre que teme a Dios
“1 Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví, 2 la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. 3 Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río. 4 Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería. 5 Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase. 6 Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste. 7 Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño? 8 Y la hija de Faraón respondió: Vé. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño, 9 a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió. 10 Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué.” (Éxo 2:1-10)
Nota editorial:
Parte de esta reflexión fue compartida el 13 de mayo del 2011.
Hace algunos años tuve el privilegio de leer un sermón escrito y predicado por un pastor bautista llamado Elmer Towns. El Dr. Towns[1], quien fue pastor de Thomas Road Baptist Church, es uno de esos gigantes del evangelio, reconocido como líder denominacional Norteamericano y como académico de renombre. En su curriculum vitae se encuentra la presidencia de Winnipeg Bible College, ser cofundador de Liberty University (1971), ser editor de dos enciclopedias, sobre 2000 artículos para la academia y que 7 de sus 100 libros hayan sido colocados en la lista de los más vendidos en la historia de la literatura Cristiana de Norteamérica; siendo uno de ellos The Church that Prays Together.
El sermón del Dr. Towns, casado por cerca de 70 años con Ruth y con 10 nietos, fue basado en la historia de una mujer llamada Jehová sea glorificado: Jocabed, la madre de Moisés (Éxo 6:20) y de una madre adoptiva llamada Hatsheput, la hija del Faraón Thutmosis I (reinó de 1496-1483 AC) y hermana de Thutmosis II (vivió entre 1518-1504 AC). Su análisis de Éxodo 2:1-10 se convierte hoy en bosquejo rector para la reflexión de un día tan especial como este. Lo hacemos haciendo la salvedad de que reconocemos que no somos dignos de calzar los zapatos de un hombre de Dios tan especial como el siempre amado Dr. Elmer Leon Towns.
De Jocabed se pueden decir muchas cosas. Por ejemplo, la Biblia nos deja saber que Dios puso en su vientre hijos para ser educados como sacerdotes que ministrarían delante del Señor y que bendecirían a otros en su Nombre para siempre (1Cró 23:13). Pero, ¿qué hace esta madre de entrada a la historia bíblica? ¿Qué cosas hace esta madre que la convierten de inmediato en uno de los modelos inequívocos de lo que es la maternidad a los ojos de Dios? Towns señala que Éxodo 2:1-10 nos permite conocer no menos de ocho (8) características que se desarrollan en el corazón de esta mujer.
En primer lugar, la Biblia dice que ella se casó con un hombre temeroso de Dios; Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví (v. 1). Este dato no puede ser tomado superficialmente. En el corazón de una mujer temerosa de Dios que desea casarse tiene que estar la necesidad de hacerlo con un hombre que tema a Dios. La presencia de un marido temeroso de Dios facilita la labor de una madre.
En segundo lugar la Biblia dice que ella decidió por la vida. Esto es, no solo la recibe en su seno sino que la defiende; concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses (v. 2). Decidir por la vida es decidir por un don divino que sobrepasa todas las otras bendiciones que podamos disfrutar aquí en al tierra.
En tercer lugar, esta es una mujer de fe. El verso dos nos dice que ella vio que el niño era hermoso. Este concepto surge de la traducción del vocablo hebreo “tob” (H2896) que entre otras cosas significa bello, tener el favor y hasta poseer cosas buenas. ¿Qué significado puede tener esta frase? Aunque el Dr. Towns tampoco entra en este análisis, me parece que hay algo de fe en esta frase que también es destacada en Hch 7:20 y Heb 11:23. Una mujer de fe que vive en la esclavitud tiene que asirse de todo aquello que le sostenga la fe y le mantenga con esperanza. Los israelitas sabían de una promesa que Dios le había hecho a su padre Abraham; la esclavitud se acabaría en la cuarta generación (Gén 15:13-16). Jocabed puede haber hecho sus análisis y concluir que Amram, no solo era temeroso de Dios, sino que Amram era la tercera generación después de Leví y de Coat. Siendo esto así, uno de sus hijos podía ser la clave como “la cuarta generación prometida.” Esto la hace luchar con más fuerzas y no rendirse ante los decretos de los hombres. Una madre temerosa de Dios ve en cada hijo la esperanza de esa cuarta generación[2] y no se rinde ante los dolores que trae la vida. Una madre temerosa sabe que se necesita más fe para soltar un hijo sobre “las aguas del río” que para retenerle en casa.
En cuarto lugar, esta es una mujer muy valiente; le tuvo escondido tres meses (v. 2). En Hebreos 11:23 leemos que no le temía al decreto del rey. Una madre temerosa de Dios no teme lo que le puede hacer el hombre (Sal 56:11; 118:6).
En quinto lugar esa mujer decide trabajar para ese niño; Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea (v. 3). No sabemos cuánto ella sabía acerca de esta área artesanal. Si no sabía aprendió y aprendió muy bien. La ardua labor que una madre temerosa de Dios realiza por sus hijos siempre es recompensada por el cielo.
En sexto lugar, Jocabed decide ensamblar y desarrollar un plan para su hijo; y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río (v. 3). Esto implica escoger el lugar correcto y conocer las corrientes y sus direcciones. Esto implica conocer los itinerarios de aquellos que tendrían algo que ver en la vida de ese pequeño. Sí, esto implica saber hasta cuando ellos salían a bañarse. No creo que esta aseveración requiera explicaciones. Una madre temerosa de Dios tiene un plan para sus hijos y conoce muy bien a aquellos con los que ellos interactúan.
En séptimo lugar, esta mujer decide que su hijo tendría la supervisión de alguien adecuado; Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería (v. 4). Siempre que sea posible, una red familiar fuerte es un gran recurso para garantizar el bienestar de un hijo.
En octavo lugar, Jocabed va a buscar a su hijo a palacio y traerlo a su casa para criarlo; dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió (v. 9). Una madre temerosa de Dios procura sacar a su hijo de donde sea para asegurarse de que su crianza y alimentación es la correcta. Es Dios el que decide asignarle un salario a las madres que hacen esto. Dios puede hacer que ese salario provenga de los lugares menos esperados.
Pero el pasaje no concluye aquí. El Dr. Towns explicaba que Éxo 2:10 provee espacio para ver el desarrollo de la maternidad responsable desde dos perspectivas, la biológica y la adoptiva. De hecho, uno de los puntales de su sermón es que es la providencia la que envía una madre adoptiva.
Utilizamos el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto para corregir un pequeño dato en el bosquejo del Dr. Towns. Él identifica la alta probabilidad de que una princesa egipcia llamada Hatsheput[3] fuera la madre adoptiva de Moisés. Esta era la hija del rey Thutmosis I, que fue el tercer rey de la gloriosa dinastía XVIII. Todo parece indicar que este rey no estaba destinado a reinar, puesto que su madre, una dama llamada Seni-Seneb no era Gran Esposa Real, ni parece que su antecesor en el trono, Amen-Hotep I, habría sido su padre. Sin embargo, se ha establecido que Thutmosis I fue uno de los grandes reyes guerreros de la dinastía. Él desposó a la reina Ahmes-ta-Sherit, una descendiente directa de la rama más legítima de los reyes egipcios. De la unión con dicha reina, nació Hatshepsut. Sin embargo, de otra esposa secundaria llamada Mut-Nefert, tuvo un también un hijo al que impondrían el nombre de Thutmosis, y que le sucedería en el día de su muerte. Al principio, Hatsheput fue tratada como la primera esposa de su hermanastro Thutmosis II, más joven que ella, enfermizo y débil. Su reinado fue breve: duró poco más de tres años. No obstante, había engendrado un hijo varón en una concubina llamada Isis. A este hijo también se le impondría el nombre de Thutmosis, el tercer rey con ese nombre que vería la dinastía. Cuando el rey Thutmosis II murió, la reina Hatshepsut, se encontró con todo el poder en sus manos. El sucesor varón de rey difunto era un niño de corta edad, Thutmosis III, y ella era la persona que más legitimidad poseía para ejercer el poder sobre el trono. Todos estos datos hacen que esta historia sea digna de una película o de una novela para la televisión.
Towns dice que el texto bíblico identifica la existencia de unas características que encontramos en una madre adoptiva movida por la providencia divina. En primer lugar, ella llega al sitio correcto en el momento correcto. El texto bíblico dice lo siguiente: Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río (v. 5). Se trata de dejarse dirigir por Dios para estar en el lugar correcto a la hora de la cita divina.
En segundo lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina presta atención para ver lo que tiene que ver, lo que es imprescindible que ella vea: vio ella la arquilla en el carrizal (v. 5). La atención a lo no evidente puede ser un sinónimo de discernimiento.
En tercer lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina hace lo que es correcto: envió una criada suya a que la tomase (v. 5).
En cuarto lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina entiende la necesidad inmediatamente: Y cuando la abrió, vio al niño… De los niños de los hebreos es éste (v. 6). Es cierto que es la soberanía de Dios la que hace que Moisés llore, pero no es menos cierto que no existe una madre temerosa de Dios que pueda resistirse ante el llanto de un niño.
En quinto lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina es compasiva: Y teniendo compasión de él (v. 6).
En sexto lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina escoge muy bien los recursos de los que se servirá para atender ese hijo que llega desde la mano de Dios: Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño? Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño (vv. 7-9).
En séptimo lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina conoce la carga que trae consigo un nombre y es por esto que ella escoge este muy bien: Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué (v. 10).
Ese nombre en egipcio, Moisés, es similar a los nombres de los reyes anteriores (Ahmose I 1570 AC - 1546 AC; Thutmose I 1546 AC - 1518 AC; Thutmose II 1518 AC - 1504 AC). En adición a esto, ese nombre lleva consigo el testimonio de la providencia manifiesta de Dios (“sacado de las aguas”) y el testimonio de esperanza que se plasma en la personalidad y la capacidad para tomar decisiones que hay que desarrollar en un niño. Recordemos que Dios ya tenía un plan para su vida y provocó que lo educaran para ser rey. Todo esto, sin obviar que es Moisés el que tiene que decidir su destino. En Hch 7:21 leemos que la hija de Faraón no solo recogió a Moisés sino que lo crió como hijo suyo. Sin embargo, en Heb 11:24 leemos que Moisés rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón.
¡Un pasaje extraordinario! En el mismo tiempo y espacio las características de una madre temerosa de Dios y la de una madre adoptiva movida por la providencia divina.
¡Felicidades a todas las madres en su día! Es nuestra oración que el Señor les conceda que todas sean temerosas de Dios y movidas por la providencia divina.
[1] https://www.biola.edu/talbot/ce20/database/elmer-leon-towns
[2] Un análisis detallado de las implicaciones de esta aseveración se encuentra en el primer libro del Dr. Jeremías Torres: “La bendición de la cuarta generación” (Casa Creación, Florida, Mayo 1, 2011).
[3] https://www.history.com/topics/ancient-egypt/hatshepsut.
Características de una madre que teme a Dios
“1 Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví, 2 la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. 3 Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río. 4 Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería. 5 Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase. 6 Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste. 7 Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño? 8 Y la hija de Faraón respondió: Vé. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño, 9 a la cual dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió. 10 Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué.” (Éxo 2:1-10)
Nota editorial:
Parte de esta reflexión fue compartida el 13 de mayo del 2011.
Hace algunos años tuve el privilegio de leer un sermón escrito y predicado por un pastor bautista llamado Elmer Towns. El Dr. Towns[1], quien fue pastor de Thomas Road Baptist Church, es uno de esos gigantes del evangelio, reconocido como líder denominacional Norteamericano y como académico de renombre. En su curriculum vitae se encuentra la presidencia de Winnipeg Bible College, ser cofundador de Liberty University (1971), ser editor de dos enciclopedias, sobre 2000 artículos para la academia y que 7 de sus 100 libros hayan sido colocados en la lista de los más vendidos en la historia de la literatura Cristiana de Norteamérica; siendo uno de ellos The Church that Prays Together.
El sermón del Dr. Towns, casado por cerca de 70 años con Ruth y con 10 nietos, fue basado en la historia de una mujer llamada Jehová sea glorificado: Jocabed, la madre de Moisés (Éxo 6:20) y de una madre adoptiva llamada Hatsheput, la hija del Faraón Thutmosis I (reinó de 1496-1483 AC) y hermana de Thutmosis II (vivió entre 1518-1504 AC). Su análisis de Éxodo 2:1-10 se convierte hoy en bosquejo rector para la reflexión de un día tan especial como este. Lo hacemos haciendo la salvedad de que reconocemos que no somos dignos de calzar los zapatos de un hombre de Dios tan especial como el siempre amado Dr. Elmer Leon Towns.
De Jocabed se pueden decir muchas cosas. Por ejemplo, la Biblia nos deja saber que Dios puso en su vientre hijos para ser educados como sacerdotes que ministrarían delante del Señor y que bendecirían a otros en su Nombre para siempre (1Cró 23:13). Pero, ¿qué hace esta madre de entrada a la historia bíblica? ¿Qué cosas hace esta madre que la convierten de inmediato en uno de los modelos inequívocos de lo que es la maternidad a los ojos de Dios? Towns señala que Éxodo 2:1-10 nos permite conocer no menos de ocho (8) características que se desarrollan en el corazón de esta mujer.
En primer lugar, la Biblia dice que ella se casó con un hombre temeroso de Dios; Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví (v. 1). Este dato no puede ser tomado superficialmente. En el corazón de una mujer temerosa de Dios que desea casarse tiene que estar la necesidad de hacerlo con un hombre que tema a Dios. La presencia de un marido temeroso de Dios facilita la labor de una madre.
En segundo lugar la Biblia dice que ella decidió por la vida. Esto es, no solo la recibe en su seno sino que la defiende; concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses (v. 2). Decidir por la vida es decidir por un don divino que sobrepasa todas las otras bendiciones que podamos disfrutar aquí en al tierra.
En tercer lugar, esta es una mujer de fe. El verso dos nos dice que ella vio que el niño era hermoso. Este concepto surge de la traducción del vocablo hebreo “tob” (H2896) que entre otras cosas significa bello, tener el favor y hasta poseer cosas buenas. ¿Qué significado puede tener esta frase? Aunque el Dr. Towns tampoco entra en este análisis, me parece que hay algo de fe en esta frase que también es destacada en Hch 7:20 y Heb 11:23. Una mujer de fe que vive en la esclavitud tiene que asirse de todo aquello que le sostenga la fe y le mantenga con esperanza. Los israelitas sabían de una promesa que Dios le había hecho a su padre Abraham; la esclavitud se acabaría en la cuarta generación (Gén 15:13-16). Jocabed puede haber hecho sus análisis y concluir que Amram, no solo era temeroso de Dios, sino que Amram era la tercera generación después de Leví y de Coat. Siendo esto así, uno de sus hijos podía ser la clave como “la cuarta generación prometida.” Esto la hace luchar con más fuerzas y no rendirse ante los decretos de los hombres. Una madre temerosa de Dios ve en cada hijo la esperanza de esa cuarta generación[2] y no se rinde ante los dolores que trae la vida. Una madre temerosa sabe que se necesita más fe para soltar un hijo sobre “las aguas del río” que para retenerle en casa.
En cuarto lugar, esta es una mujer muy valiente; le tuvo escondido tres meses (v. 2). En Hebreos 11:23 leemos que no le temía al decreto del rey. Una madre temerosa de Dios no teme lo que le puede hacer el hombre (Sal 56:11; 118:6).
En quinto lugar esa mujer decide trabajar para ese niño; Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea (v. 3). No sabemos cuánto ella sabía acerca de esta área artesanal. Si no sabía aprendió y aprendió muy bien. La ardua labor que una madre temerosa de Dios realiza por sus hijos siempre es recompensada por el cielo.
En sexto lugar, Jocabed decide ensamblar y desarrollar un plan para su hijo; y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río (v. 3). Esto implica escoger el lugar correcto y conocer las corrientes y sus direcciones. Esto implica conocer los itinerarios de aquellos que tendrían algo que ver en la vida de ese pequeño. Sí, esto implica saber hasta cuando ellos salían a bañarse. No creo que esta aseveración requiera explicaciones. Una madre temerosa de Dios tiene un plan para sus hijos y conoce muy bien a aquellos con los que ellos interactúan.
En séptimo lugar, esta mujer decide que su hijo tendría la supervisión de alguien adecuado; Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería (v. 4). Siempre que sea posible, una red familiar fuerte es un gran recurso para garantizar el bienestar de un hijo.
En octavo lugar, Jocabed va a buscar a su hijo a palacio y traerlo a su casa para criarlo; dijo la hija de Faraón: Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió (v. 9). Una madre temerosa de Dios procura sacar a su hijo de donde sea para asegurarse de que su crianza y alimentación es la correcta. Es Dios el que decide asignarle un salario a las madres que hacen esto. Dios puede hacer que ese salario provenga de los lugares menos esperados.
Pero el pasaje no concluye aquí. El Dr. Towns explicaba que Éxo 2:10 provee espacio para ver el desarrollo de la maternidad responsable desde dos perspectivas, la biológica y la adoptiva. De hecho, uno de los puntales de su sermón es que es la providencia la que envía una madre adoptiva.
Utilizamos el Instituto de Estudios del Antiguo Egipto para corregir un pequeño dato en el bosquejo del Dr. Towns. Él identifica la alta probabilidad de que una princesa egipcia llamada Hatsheput[3] fuera la madre adoptiva de Moisés. Esta era la hija del rey Thutmosis I, que fue el tercer rey de la gloriosa dinastía XVIII. Todo parece indicar que este rey no estaba destinado a reinar, puesto que su madre, una dama llamada Seni-Seneb no era Gran Esposa Real, ni parece que su antecesor en el trono, Amen-Hotep I, habría sido su padre. Sin embargo, se ha establecido que Thutmosis I fue uno de los grandes reyes guerreros de la dinastía. Él desposó a la reina Ahmes-ta-Sherit, una descendiente directa de la rama más legítima de los reyes egipcios. De la unión con dicha reina, nació Hatshepsut. Sin embargo, de otra esposa secundaria llamada Mut-Nefert, tuvo un también un hijo al que impondrían el nombre de Thutmosis, y que le sucedería en el día de su muerte. Al principio, Hatsheput fue tratada como la primera esposa de su hermanastro Thutmosis II, más joven que ella, enfermizo y débil. Su reinado fue breve: duró poco más de tres años. No obstante, había engendrado un hijo varón en una concubina llamada Isis. A este hijo también se le impondría el nombre de Thutmosis, el tercer rey con ese nombre que vería la dinastía. Cuando el rey Thutmosis II murió, la reina Hatshepsut, se encontró con todo el poder en sus manos. El sucesor varón de rey difunto era un niño de corta edad, Thutmosis III, y ella era la persona que más legitimidad poseía para ejercer el poder sobre el trono. Todos estos datos hacen que esta historia sea digna de una película o de una novela para la televisión.
Towns dice que el texto bíblico identifica la existencia de unas características que encontramos en una madre adoptiva movida por la providencia divina. En primer lugar, ella llega al sitio correcto en el momento correcto. El texto bíblico dice lo siguiente: Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río (v. 5). Se trata de dejarse dirigir por Dios para estar en el lugar correcto a la hora de la cita divina.
En segundo lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina presta atención para ver lo que tiene que ver, lo que es imprescindible que ella vea: vio ella la arquilla en el carrizal (v. 5). La atención a lo no evidente puede ser un sinónimo de discernimiento.
En tercer lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina hace lo que es correcto: envió una criada suya a que la tomase (v. 5).
En cuarto lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina entiende la necesidad inmediatamente: Y cuando la abrió, vio al niño… De los niños de los hebreos es éste (v. 6). Es cierto que es la soberanía de Dios la que hace que Moisés llore, pero no es menos cierto que no existe una madre temerosa de Dios que pueda resistirse ante el llanto de un niño.
En quinto lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina es compasiva: Y teniendo compasión de él (v. 6).
En sexto lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina escoge muy bien los recursos de los que se servirá para atender ese hijo que llega desde la mano de Dios: Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño? Y la hija de Faraón respondió: Ve. Entonces fue la doncella, y llamó a la madre del niño (vv. 7-9).
En séptimo lugar, una madre adoptiva movida por la providencia divina conoce la carga que trae consigo un nombre y es por esto que ella escoge este muy bien: Y cuando el niño creció, ella lo trajo a la hija de Faraón, la cual lo prohijó, y le puso por nombre Moisés, diciendo: Porque de las aguas lo saqué (v. 10).
Ese nombre en egipcio, Moisés, es similar a los nombres de los reyes anteriores (Ahmose I 1570 AC - 1546 AC; Thutmose I 1546 AC - 1518 AC; Thutmose II 1518 AC - 1504 AC). En adición a esto, ese nombre lleva consigo el testimonio de la providencia manifiesta de Dios (“sacado de las aguas”) y el testimonio de esperanza que se plasma en la personalidad y la capacidad para tomar decisiones que hay que desarrollar en un niño. Recordemos que Dios ya tenía un plan para su vida y provocó que lo educaran para ser rey. Todo esto, sin obviar que es Moisés el que tiene que decidir su destino. En Hch 7:21 leemos que la hija de Faraón no solo recogió a Moisés sino que lo crió como hijo suyo. Sin embargo, en Heb 11:24 leemos que Moisés rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón.
¡Un pasaje extraordinario! En el mismo tiempo y espacio las características de una madre temerosa de Dios y la de una madre adoptiva movida por la providencia divina.
¡Felicidades a todas las madres en su día! Es nuestra oración que el Señor les conceda que todas sean temerosas de Dios y movidas por la providencia divina.
[1] https://www.biola.edu/talbot/ce20/database/elmer-leon-towns
[2] Un análisis detallado de las implicaciones de esta aseveración se encuentra en el primer libro del Dr. Jeremías Torres: “La bendición de la cuarta generación” (Casa Creación, Florida, Mayo 1, 2011).
[3] https://www.history.com/topics/ancient-egypt/hatshepsut.
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February
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March
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April
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AUTOR: MIZRAIM ESQUILIN GARCIA
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