June 18th, 2023
905 • El Heraldo Digital – Institucional • Volumen XVII • 18 de JUNIO 2023
“Modelos paterno-filiales de la Biblia”
La Biblia nos regala una cantidad insuperable de modelos que nos sirven como patrones para la evaluación y la corrección de nuestra conducta como hombres y mujeres al servicio de Dios. Muchos de estos modelos revelas patrones positivos de conducta. Otros, sirven como currículos negativos de enseñanza para que aprendamos qué cosas no debemos hacer y por qué no debemos hacerlas.
Dentro de esos modelos encontramos algunos que destacan las relaciones paterno filiales. No debe haber duda de que hay un modelo insuperable en esas relaciones: el del Padre Celestial.
¿Cuál es la importancia de estos modelos? ¿Por qué es que el Espíritu Santo insiste en que la Biblia esté llena de estos modelos? La realidad es todos aquellos que entendemos que la paternidad es un don de Dios y que cada hijo es un privilegio, nos encontramos cada vez más inquietos por el desempeño de nuestros roles como padres; particularmente de cara a los tiempos en los que vivimos. Ser padre es una tarea muy difícil e importante a la vez, que ha sido diseñada para que la disfrutemos.
Por otro lado, aparte de Dios, no hay un padre que sea perfecto. Por lo tanto, se hace necesario tener modelos que además de mantenernos a raya, nos provean de herramientas para saber si lo que estamos haciendo es correcto o no. Para entender esto mejor, basta considerar el “issue” de la autoridad paternal y si los roles de los padres han cambiado es porque nuestro mundo es un mundo que cambia.
Uno de los modelos paterno-filiales que queremos considerar en esta reflexión es el de Enoc.
El libro de Génesis nos regala una cantidad extraordinaria de historias poderosísimas de hombres y mujeres de Dios. El pasaje de Gen 5:21-24 es sin duda alguna una de las más interesantes de ese grupo. Es esos versos se nos identifica y describe el testimonio de un padre de familia llamado Enoc. Su nombre significa “el que instruye o enseña,” y la raíz de su nombre es similar a la raíz del nombre Ana (1 Sam 1:2 H2584) (Enoch es H2585). Su papá se llamaba Jared (“el que desciende” o “el siervo”).
Es importante señalar que alguien le enseñó en la Palabra, en la adoración y acerca de la relación con Dios. Su papá se crio viendo “la gloria de Dios” (traducción del nombre Mahaleel). Ese abuelo duró 960 años y sin duda alguna, padre y abuelo decidieron contagiar a Enoc con la experiencia más poderosa que se puede tener en la vida; caminar con Dios (Rom 8:14; Gal 5:18). Esto es, ser guiados por el Espíritu Santo. Enoc aprende a vivir exhibiendo la conducta de alguien bajo la influencia del Espíritu Santo. Esto le permite marcar y establecer la diferencia en su tiempo. Él se propuso caminar con Dios por 300 años (Gen 5:22)
El ambiente en el que Enoc se desarrolla, así como sus responsabilidades, deben ser objeto de estudio, toda vez que éstos nos permitirán determinar la relevancia de la enseñanza de su testimonio. Dentro de sus responsabilidades encontramos que le tocó ser esposo, patriarca, papá, sacerdote, profeta de su clan etc. Le tocó ser el que administraba la justicia, celebraba ritos en su familia, etc. En el descargo de estas responsabilidades Enoc es encontrado viviendo en santidad. Esto es tan obvio que D.L. Moody lo identifica como el primer profeta de la Biblia.
El ambiente que le rodea y las circunstancias en las que vive, no son las mejores. Enoc vive en una época en la que no hay revelación escrita, no hay ley mosaica, ni sacerdocio establecido; solo depende de la gracia. Es una época en la que los hijos de Caín “campeaban por su respeto.” La maldad era tan alta que poco después Dios decide limpiar el planeta. D.L Moody dijo que por un lado los hijos de Caín eran hombres de “luz y dirección; de cultura y progreso” Gen 4:17-21). Por ejemplo, Jabal dictó cátedra en la agricultura y la ganadería (v.20). Tubal-Cain era un manufacturero (v.22) y Jubal era una artista (v.21). Por otro lado, era al mismo tiempo una época que le provocó indignación a Dios (Gen 6:6). Sin duda alguna que Enoc debe haber sido visto por sus contemporáneos como un “odd man” (raro). Enoc pudo haber pasado ante ellos como un hombre que no valoraba los progresos que ellos estaban facilitando a su sociedad y las contribuciones sin precedentes que ellos hacían a los grupos en los que vivían. Es muy probable que lo odiaran, pues en sus ambientes no había espacio para un profeta de Dios. Es muy probable que no tuvieran idea, y mucho menos pudieran ser capaces de percibir al Dios invisible con el que Enoc caminaba.
El nombre de Enoc habla de su carácter; muy disciplinado, regulado e instruido. Él era una persona dedicada y cuyos hábitos eran regulados por la mano de Dios. Enoc podía ver en el horizonte como terminarían las cosas. Utilizando las genealogías como base de referencia, tenemos que Enoc tenía 57 años cuando Adán murió. Al tratar de imaginar una conversación entre ellos, me parece verle hablándole acerca de su relación con el “Amigo” (Dios) que Adán perdió y de las noticias que había recibido del cielo; “el Señor va a regresar a la tierra vestido de gloria y acompañado de sus millares de santos” (Judas 14). Tiemblo al pensar en las lágrimas que Adán debe haber derramado el resto de sus días.
Enoc vio las promesas a la distancia y su relación con Dios le persuadió de que no había en el mundo entero algo más importante que esto. En medio del mundo en el que lo tocó vivir, Enoc decidió caminar con Dios. El testimonio de su hoja de vida (“curriculum vitae”) incluye que su vida agradó a Dios (Heb 11:5). No olvidemos que este es el personaje bíblico más importante luego de Adán y antes del diluvio. Tampoco olvidemos que no es conocido por su fe, sus milagros o su autoridad. Es conocido porque caminaba con Dios; algo de tal importancia en la Biblia que hasta el momento de escribir estas líneas, sólo él ha tenido el privilegio de ser traspuesto para no ver muerte.[1] La fe de Enoc (Heb 11:5) consiguió que Dios se bajara del cielo para venir a caminar con él. Su amistad y compañerismo con Dios son impresionantes. Un hombre que posee esta comunión es capaz de librar las más grandes batallas y ser capaz de vencer el mundo, la carne, al diablo y todas sus artimañas. Es desde esta perspectiva que Enoc era un guerrero de primera línea; su amistad con Dios le hizo grande.
Enoc decidió vivir una vida limpia y balanceada. Él enseñó a sus hijos que la muerte no es la última palabra. El nombre de sus hijo mayor, Matusalén, significa “el que trae con su muerte”. Enoc le enseñó a honrar a los suyos; recordemos que ellos vivieron mucho tiempo. Les enseñó que se puede vivir en el paraíso de Dios aunque estemos aquí. Les enseñó con su testimonio el valor de admirar la gracia y el poder de Dios. Les enseñó que se puede vivir sin ofender a Dios.
Enoc el profeta decidió caminar con Dios. Estudiando la Palabra encontramos las características que Enoc exhibía debido a su caminar con Dios. En primer lugar, caminar con Dios es ir en la dirección en la que Dios va. Enoc decidió hacer esto cuando nace su primer hijo (v 22). El primer bebé de la familia es el “turning point” de su vida. En segundo lugar, caminar con Dios significa caminar por fe. El texto de Hebreos 11 dice que lo hizo por fe. Y esto es así, porque caminamos por fe y no por vista (2 Cor 5:7). Esto es así porque sin fe es imposible agradar a Dios (Heb 11:6). Esto significa plena confianza. No olvidemos que la fe es la certeza de que tengo en la mano lo todavía no he recibido
En tercer lugar, caminar con Dios significa disfrutar y compartir su compañía con otros. “Caminar” es la expresión bíblica usada para describir compañerismo y obediencia. Caminar con Dios significa comunión inquebrantable y amistad con Dios. Re-lea el texto para que se percate que la Biblia enfatiza con frase como “Enoc vivió…Enoc caminó.” Es allí que comenzamos a vivir, cuando hablamos y caminamos con El. Esto implica que Enoc era un hombre de oración; sus hijos deben haber disfrutado de esto, porque al final del camino siguieron el modelo de su papá y de su abuelo. Es que un hombre de rodillas es más poderoso que el Presidente de Estados Unidos.
En cuarto lugar, caminar con Dios significa ser testigo del poder de Dios; adentro y afuera. D.L. Moody insistía en que Enoc podía ser visto como alguien excéntrico, pasado de moda, pero sus hijos valoraban sus enseñanzas. Enoc era profeta entre los suyos. Bautizó a su primer hijo con un nombre que declaraba que la muerte de Matusalén sería la fecha de un juicio divino (el diluvio). Matusalén muere cuando Noé cumple 600 años (Gen 7:6); el año del diluvio. El nieto de Enoc vive 777 años y muere 5 años antes del juicio.
El mensaje de Enoc era en contra del pecado y a favor de la segunda venida de un Cristo que aún no había nacido. Matusalén y Lamec le contaron esto a un muchacho llamado “Consuelo” (Noé). Le dijeron que no se pudo celebrar un funeral para Enoc porque no había cuerpo para sepultarlo. A Elías la gente le vio ir, pero Enoc se fue como se irá la Iglesia. Una pregunta obligada: ¿qué clase de hijos dejaremos aquí cuando nos vayamos al cielo?
En quinto lugar, caminar con Dios significa vivir con la seguridad de que seremos arrebatados para ir al cielo. Hebreos 11:5 dice que Enoc lo consiguió por fe y nos es una casualidad que el próximo verso subraye que sin fe es imposible agradar a Dios. Dios transfirió a Enoc; lo mudó a otra residencia. Le concedió una gracia única; no ver la muerte.
Es nuestro deseo que hoy día de los padres, cada uno de aquellos que poseemos responsabilidades paterno-filiales podamos retratarnos en el modelo de Enoc; el modelo de un padre que sabía caminar con Dios.
El segundo y último modelo paterno filial que queremos examinar es el del padre de la parábola del Hijo pródigo (Lcs 15:11-32). Este modelo nos llega dentro de una parábola que no es otra cosa que una forma literaria en la que un relato, una metáfora o una analogía, es usada para presentarnos una enseñanza.
El personaje central de esta parábola es un padre tan extraordinario que muchos lo han comparado con Dios.
Esa parábola comienza con la siguiente frase: “11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;” (Lcs 15:11). En el caso bíblico la enseñanza está relacionada al Reino de Dios. Del análisis de esta parábola se desprende que el padre descrito en ella conocía muy bien sus roles como padre de familia ¿Cómo sabemos esto? El comportamiento exhibido por él y por sus hijos nos permite llegar a esa conclusión. Veamos algunos ejemplos:
En el Libro del Deuteronomio se nos dice que los padres son responsables de la educación de bíblica de los hijos. En Det 6:4-12 nos dicen lo siguiente:
4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. 10 Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, 11 y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, 12 cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
Si los hijos del padre de la parábola del hijo pródigo saben confesar su pecado y arrepentirse es porque en algún lugar alguien les enseñó esa verdad bíblica y teológica. Estas verdades son ciertas y correctas tanto para los hijos, para las familia como para las naciones. Los valores que esta Palabra predica sostienen una nación, mientras que la ausencia de estos la destruye. Sobre esto decía lo siguiente Don José Trías Monge, Ex-Juez Presidente del Tribunal Supremo de Puerto Rico:
“Lo anterior revela el íntimo enlace entre la administración pública y el universo de los valores. Los principios de la administración pública no son entendibles excepto en función de los valores a que sirven. Quiérase o no, los preceptos que postulemos sobre lo que representa una buena administración entrañaran juicio sobre los valores preferentes en situaciones específicas. Empobrecemos y desviamos la función de la administración pública, por consiguiente, cuando oscurecemos el papel de los valores y sentamos normas sin referencias a las necesidades particulares de una sociedad dada y sus patrones valorativos…….Me inclino a pensar que varias de nuestras reformas administrativas han padecido de excesiva dependencia en principios derivables de otros sistemas, sin suficiente análisis de la adaptabilidad de las estructuras y valores envueltos a las realidades de nuestro país.”[2]
Este padre es también un padre misericordioso. La Biblia dice en Det 21:18-21 que este padre tenía en sus manos disposiciones en la Ley de Moisés para ajusticiar a cualquier hijo rebelde y contumaz. Sin embargo, él sabe que mientras hay vida hay esperanza y que si él se mantiene en el temor de Dios, sus hijos tendrán esperanza (Pro 14:26). Es desde esta perspectiva que este padre no tenía temor alguno en reconocer y aceptar las autonomías de sus hijos. En primer lugar les había enseñado bien. En segundo lugar, él sabía que la misericordia triunfa sobre el juicio (Stg 2:13), tal y como concluye esta parábola.
Este padre sabía esperar; no tenía otra alterativa. El ejercicio de la autonomía de sus hijos le lleva a tener que permitir soltar el control de sus hijos y permitirles que sufrieran algunas experiencias que les permitieran reconocer el valor de la enseñanza de la casa y la única ruta ganadora que hay en la vida; amar y servir a Dios con todo lo que somos. Hay un gran riesgo en esto. Los hijos deberán hacerse responsables de los resultados de sus acciones buenas o malas. Pero si se ha sembrado bien, la Palabra nunca volverá atrás vacía (Isa 55:11). La clave está en esto: hay que sembrar bien.
Este padre sabía esperar. La Biblia revela una gran enseñanza acerca de esto en esta parábola: hay que ir a buscar a las ovejas perdidas, mientras que a los hijos pródigos hay que esperarlos. Este padre pudo haber arreglado que alguna gente estuviera pendiente del hijo que se marchó del hogar. Este padre pudo haber hecho arreglos con el mismo jefe que luego reclutó a ese muchacho. Estas intervenciones habrían dañado las experiencias que este joven necesitaba vivir y por ende, los resultados que tenemos al final de esta parábola.
Por ejemplo, ¿qué hacemos cuando uno de nuestros hijos rompe el cristal del auto del vecino? ¿No es lo más correcto hacer que ese hijo trabaje en tareas cónsonas con su edad hasta que haya entendido que los errores cuestan y que hay que pagar por ellos? El “bail-out” (fianza rápida) le ha hecho daño a muchos de los hogares. Un buen padre no le hace la vida muy fácil a sus hijos. ¿Un consejo?: aprenda a decir que no.
Dios hace lo mismo con nosotros cuando venimos a Cristo y nos convertimos en sus hijos. Es cierto que nuestro Padre Celestial nos perdona y nos salva, pero no es menos cierto que nos deja experimentar algunas de las consecuencias terrenales de nuestros errores y pecados.
Este padre sabía esperar y esperó a su hijo menor hasta que alcanzó a verle venir de regreso a casa. Este sabía esperar y escuchar; esperó que ambos hijos dieran los discursos que habían preparado para su padre y que tuvieran sus respectivas catarsis.
Este padre escuchaba con empatía. Él sabía que su hijo menor quería ser jornalero (Lcs 15:19), pero él le haría saber que él nunca había perdido su lugar como hijo de la casa. Este padre escuchaba a su hijo mayor decir que ese otro hijo no era digno de volver a casa. Este padre le hizo saber que quien regresa es su hermano menor que necesitaba ser abrazado por un amor que redime, que sana y que restaura.
Este padre también sabía perdonar. El menor de sus hijos le había ofendido con sus acciones al punto de dejarle saber que prefería verle muerto (quería la herencia), que quería apartarse de todo el contexto que le recordara la fe en la que había sido criado y de la familia que lo crio. La Biblia dice que se fue a una tierra lejana en la que apacentaban cerdos y viviendo una vida que ofendía a su familia. Sin embargo, cuando este muchacho regresa a casa, encuentra que su padre no se ha olvidado de él, que es capaz de correr a recibirle en el camino para protegerlo de las costumbres de las aldeas palestinas que ajusticiaban a los desertores. Ese hijo encuentra que el padre no tiene coraje con él, y que es capaz de amarle con un amor incondicional.
Estas son las características centrales del padre de esta parábola. Este padre sabe enseñar, sabe ser misericordioso, sabe esperar, sabe escuchar y sabe perdonar. Sus roles y su autoridad como padre son sustentados por estas características. Quiera el Señor que todos aquellos que nos ejercitamos en el don y el privilegio de la paternidad, podamos hacer nuestras estas características y que esta nos ayuden a ser mejores padres.
Oramos para que estos modelos paterno-filiales bíblicos puedan servir de estímulo y de enseñanza a todos aquellos que se encuentran enfrascados en desarrollar su paternidad. Estos modelos trascienden el tiempo y el espacio y son dignos de ser imitados en cualquier época de la vida.
¡Feliz día de los padres!
[1] Nota: comprenda el lector que hay dos cosas que considerar si Cristo viene en el tiempo que existe entre la redacción y la publicación de esta reflexión. La primera de ellas, que Enoc tendría compañía con nosotros los que nos vamos. La segunda de ellas, que si ese evento ya ha sucedido y ud. está leyendo esto, ud. tiene un problema muy grande.
[2] Trías Monge, José. 1986.“Sociedad, derecho y justicia.” Río Piedras: Editorial UPR. (p 476)
“Modelos paterno-filiales de la Biblia”
La Biblia nos regala una cantidad insuperable de modelos que nos sirven como patrones para la evaluación y la corrección de nuestra conducta como hombres y mujeres al servicio de Dios. Muchos de estos modelos revelas patrones positivos de conducta. Otros, sirven como currículos negativos de enseñanza para que aprendamos qué cosas no debemos hacer y por qué no debemos hacerlas.
Dentro de esos modelos encontramos algunos que destacan las relaciones paterno filiales. No debe haber duda de que hay un modelo insuperable en esas relaciones: el del Padre Celestial.
¿Cuál es la importancia de estos modelos? ¿Por qué es que el Espíritu Santo insiste en que la Biblia esté llena de estos modelos? La realidad es todos aquellos que entendemos que la paternidad es un don de Dios y que cada hijo es un privilegio, nos encontramos cada vez más inquietos por el desempeño de nuestros roles como padres; particularmente de cara a los tiempos en los que vivimos. Ser padre es una tarea muy difícil e importante a la vez, que ha sido diseñada para que la disfrutemos.
Por otro lado, aparte de Dios, no hay un padre que sea perfecto. Por lo tanto, se hace necesario tener modelos que además de mantenernos a raya, nos provean de herramientas para saber si lo que estamos haciendo es correcto o no. Para entender esto mejor, basta considerar el “issue” de la autoridad paternal y si los roles de los padres han cambiado es porque nuestro mundo es un mundo que cambia.
Uno de los modelos paterno-filiales que queremos considerar en esta reflexión es el de Enoc.
El libro de Génesis nos regala una cantidad extraordinaria de historias poderosísimas de hombres y mujeres de Dios. El pasaje de Gen 5:21-24 es sin duda alguna una de las más interesantes de ese grupo. Es esos versos se nos identifica y describe el testimonio de un padre de familia llamado Enoc. Su nombre significa “el que instruye o enseña,” y la raíz de su nombre es similar a la raíz del nombre Ana (1 Sam 1:2 H2584) (Enoch es H2585). Su papá se llamaba Jared (“el que desciende” o “el siervo”).
Es importante señalar que alguien le enseñó en la Palabra, en la adoración y acerca de la relación con Dios. Su papá se crio viendo “la gloria de Dios” (traducción del nombre Mahaleel). Ese abuelo duró 960 años y sin duda alguna, padre y abuelo decidieron contagiar a Enoc con la experiencia más poderosa que se puede tener en la vida; caminar con Dios (Rom 8:14; Gal 5:18). Esto es, ser guiados por el Espíritu Santo. Enoc aprende a vivir exhibiendo la conducta de alguien bajo la influencia del Espíritu Santo. Esto le permite marcar y establecer la diferencia en su tiempo. Él se propuso caminar con Dios por 300 años (Gen 5:22)
El ambiente en el que Enoc se desarrolla, así como sus responsabilidades, deben ser objeto de estudio, toda vez que éstos nos permitirán determinar la relevancia de la enseñanza de su testimonio. Dentro de sus responsabilidades encontramos que le tocó ser esposo, patriarca, papá, sacerdote, profeta de su clan etc. Le tocó ser el que administraba la justicia, celebraba ritos en su familia, etc. En el descargo de estas responsabilidades Enoc es encontrado viviendo en santidad. Esto es tan obvio que D.L. Moody lo identifica como el primer profeta de la Biblia.
El ambiente que le rodea y las circunstancias en las que vive, no son las mejores. Enoc vive en una época en la que no hay revelación escrita, no hay ley mosaica, ni sacerdocio establecido; solo depende de la gracia. Es una época en la que los hijos de Caín “campeaban por su respeto.” La maldad era tan alta que poco después Dios decide limpiar el planeta. D.L Moody dijo que por un lado los hijos de Caín eran hombres de “luz y dirección; de cultura y progreso” Gen 4:17-21). Por ejemplo, Jabal dictó cátedra en la agricultura y la ganadería (v.20). Tubal-Cain era un manufacturero (v.22) y Jubal era una artista (v.21). Por otro lado, era al mismo tiempo una época que le provocó indignación a Dios (Gen 6:6). Sin duda alguna que Enoc debe haber sido visto por sus contemporáneos como un “odd man” (raro). Enoc pudo haber pasado ante ellos como un hombre que no valoraba los progresos que ellos estaban facilitando a su sociedad y las contribuciones sin precedentes que ellos hacían a los grupos en los que vivían. Es muy probable que lo odiaran, pues en sus ambientes no había espacio para un profeta de Dios. Es muy probable que no tuvieran idea, y mucho menos pudieran ser capaces de percibir al Dios invisible con el que Enoc caminaba.
El nombre de Enoc habla de su carácter; muy disciplinado, regulado e instruido. Él era una persona dedicada y cuyos hábitos eran regulados por la mano de Dios. Enoc podía ver en el horizonte como terminarían las cosas. Utilizando las genealogías como base de referencia, tenemos que Enoc tenía 57 años cuando Adán murió. Al tratar de imaginar una conversación entre ellos, me parece verle hablándole acerca de su relación con el “Amigo” (Dios) que Adán perdió y de las noticias que había recibido del cielo; “el Señor va a regresar a la tierra vestido de gloria y acompañado de sus millares de santos” (Judas 14). Tiemblo al pensar en las lágrimas que Adán debe haber derramado el resto de sus días.
Enoc vio las promesas a la distancia y su relación con Dios le persuadió de que no había en el mundo entero algo más importante que esto. En medio del mundo en el que lo tocó vivir, Enoc decidió caminar con Dios. El testimonio de su hoja de vida (“curriculum vitae”) incluye que su vida agradó a Dios (Heb 11:5). No olvidemos que este es el personaje bíblico más importante luego de Adán y antes del diluvio. Tampoco olvidemos que no es conocido por su fe, sus milagros o su autoridad. Es conocido porque caminaba con Dios; algo de tal importancia en la Biblia que hasta el momento de escribir estas líneas, sólo él ha tenido el privilegio de ser traspuesto para no ver muerte.[1] La fe de Enoc (Heb 11:5) consiguió que Dios se bajara del cielo para venir a caminar con él. Su amistad y compañerismo con Dios son impresionantes. Un hombre que posee esta comunión es capaz de librar las más grandes batallas y ser capaz de vencer el mundo, la carne, al diablo y todas sus artimañas. Es desde esta perspectiva que Enoc era un guerrero de primera línea; su amistad con Dios le hizo grande.
Enoc decidió vivir una vida limpia y balanceada. Él enseñó a sus hijos que la muerte no es la última palabra. El nombre de sus hijo mayor, Matusalén, significa “el que trae con su muerte”. Enoc le enseñó a honrar a los suyos; recordemos que ellos vivieron mucho tiempo. Les enseñó que se puede vivir en el paraíso de Dios aunque estemos aquí. Les enseñó con su testimonio el valor de admirar la gracia y el poder de Dios. Les enseñó que se puede vivir sin ofender a Dios.
Enoc el profeta decidió caminar con Dios. Estudiando la Palabra encontramos las características que Enoc exhibía debido a su caminar con Dios. En primer lugar, caminar con Dios es ir en la dirección en la que Dios va. Enoc decidió hacer esto cuando nace su primer hijo (v 22). El primer bebé de la familia es el “turning point” de su vida. En segundo lugar, caminar con Dios significa caminar por fe. El texto de Hebreos 11 dice que lo hizo por fe. Y esto es así, porque caminamos por fe y no por vista (2 Cor 5:7). Esto es así porque sin fe es imposible agradar a Dios (Heb 11:6). Esto significa plena confianza. No olvidemos que la fe es la certeza de que tengo en la mano lo todavía no he recibido
En tercer lugar, caminar con Dios significa disfrutar y compartir su compañía con otros. “Caminar” es la expresión bíblica usada para describir compañerismo y obediencia. Caminar con Dios significa comunión inquebrantable y amistad con Dios. Re-lea el texto para que se percate que la Biblia enfatiza con frase como “Enoc vivió…Enoc caminó.” Es allí que comenzamos a vivir, cuando hablamos y caminamos con El. Esto implica que Enoc era un hombre de oración; sus hijos deben haber disfrutado de esto, porque al final del camino siguieron el modelo de su papá y de su abuelo. Es que un hombre de rodillas es más poderoso que el Presidente de Estados Unidos.
En cuarto lugar, caminar con Dios significa ser testigo del poder de Dios; adentro y afuera. D.L. Moody insistía en que Enoc podía ser visto como alguien excéntrico, pasado de moda, pero sus hijos valoraban sus enseñanzas. Enoc era profeta entre los suyos. Bautizó a su primer hijo con un nombre que declaraba que la muerte de Matusalén sería la fecha de un juicio divino (el diluvio). Matusalén muere cuando Noé cumple 600 años (Gen 7:6); el año del diluvio. El nieto de Enoc vive 777 años y muere 5 años antes del juicio.
El mensaje de Enoc era en contra del pecado y a favor de la segunda venida de un Cristo que aún no había nacido. Matusalén y Lamec le contaron esto a un muchacho llamado “Consuelo” (Noé). Le dijeron que no se pudo celebrar un funeral para Enoc porque no había cuerpo para sepultarlo. A Elías la gente le vio ir, pero Enoc se fue como se irá la Iglesia. Una pregunta obligada: ¿qué clase de hijos dejaremos aquí cuando nos vayamos al cielo?
En quinto lugar, caminar con Dios significa vivir con la seguridad de que seremos arrebatados para ir al cielo. Hebreos 11:5 dice que Enoc lo consiguió por fe y nos es una casualidad que el próximo verso subraye que sin fe es imposible agradar a Dios. Dios transfirió a Enoc; lo mudó a otra residencia. Le concedió una gracia única; no ver la muerte.
Es nuestro deseo que hoy día de los padres, cada uno de aquellos que poseemos responsabilidades paterno-filiales podamos retratarnos en el modelo de Enoc; el modelo de un padre que sabía caminar con Dios.
El segundo y último modelo paterno filial que queremos examinar es el del padre de la parábola del Hijo pródigo (Lcs 15:11-32). Este modelo nos llega dentro de una parábola que no es otra cosa que una forma literaria en la que un relato, una metáfora o una analogía, es usada para presentarnos una enseñanza.
El personaje central de esta parábola es un padre tan extraordinario que muchos lo han comparado con Dios.
Esa parábola comienza con la siguiente frase: “11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;” (Lcs 15:11). En el caso bíblico la enseñanza está relacionada al Reino de Dios. Del análisis de esta parábola se desprende que el padre descrito en ella conocía muy bien sus roles como padre de familia ¿Cómo sabemos esto? El comportamiento exhibido por él y por sus hijos nos permite llegar a esa conclusión. Veamos algunos ejemplos:
En el Libro del Deuteronomio se nos dice que los padres son responsables de la educación de bíblica de los hijos. En Det 6:4-12 nos dicen lo siguiente:
4 Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. 5 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. 10 Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, 11 y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, 12 cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
Si los hijos del padre de la parábola del hijo pródigo saben confesar su pecado y arrepentirse es porque en algún lugar alguien les enseñó esa verdad bíblica y teológica. Estas verdades son ciertas y correctas tanto para los hijos, para las familia como para las naciones. Los valores que esta Palabra predica sostienen una nación, mientras que la ausencia de estos la destruye. Sobre esto decía lo siguiente Don José Trías Monge, Ex-Juez Presidente del Tribunal Supremo de Puerto Rico:
“Lo anterior revela el íntimo enlace entre la administración pública y el universo de los valores. Los principios de la administración pública no son entendibles excepto en función de los valores a que sirven. Quiérase o no, los preceptos que postulemos sobre lo que representa una buena administración entrañaran juicio sobre los valores preferentes en situaciones específicas. Empobrecemos y desviamos la función de la administración pública, por consiguiente, cuando oscurecemos el papel de los valores y sentamos normas sin referencias a las necesidades particulares de una sociedad dada y sus patrones valorativos…….Me inclino a pensar que varias de nuestras reformas administrativas han padecido de excesiva dependencia en principios derivables de otros sistemas, sin suficiente análisis de la adaptabilidad de las estructuras y valores envueltos a las realidades de nuestro país.”[2]
Este padre es también un padre misericordioso. La Biblia dice en Det 21:18-21 que este padre tenía en sus manos disposiciones en la Ley de Moisés para ajusticiar a cualquier hijo rebelde y contumaz. Sin embargo, él sabe que mientras hay vida hay esperanza y que si él se mantiene en el temor de Dios, sus hijos tendrán esperanza (Pro 14:26). Es desde esta perspectiva que este padre no tenía temor alguno en reconocer y aceptar las autonomías de sus hijos. En primer lugar les había enseñado bien. En segundo lugar, él sabía que la misericordia triunfa sobre el juicio (Stg 2:13), tal y como concluye esta parábola.
Este padre sabía esperar; no tenía otra alterativa. El ejercicio de la autonomía de sus hijos le lleva a tener que permitir soltar el control de sus hijos y permitirles que sufrieran algunas experiencias que les permitieran reconocer el valor de la enseñanza de la casa y la única ruta ganadora que hay en la vida; amar y servir a Dios con todo lo que somos. Hay un gran riesgo en esto. Los hijos deberán hacerse responsables de los resultados de sus acciones buenas o malas. Pero si se ha sembrado bien, la Palabra nunca volverá atrás vacía (Isa 55:11). La clave está en esto: hay que sembrar bien.
Este padre sabía esperar. La Biblia revela una gran enseñanza acerca de esto en esta parábola: hay que ir a buscar a las ovejas perdidas, mientras que a los hijos pródigos hay que esperarlos. Este padre pudo haber arreglado que alguna gente estuviera pendiente del hijo que se marchó del hogar. Este padre pudo haber hecho arreglos con el mismo jefe que luego reclutó a ese muchacho. Estas intervenciones habrían dañado las experiencias que este joven necesitaba vivir y por ende, los resultados que tenemos al final de esta parábola.
Por ejemplo, ¿qué hacemos cuando uno de nuestros hijos rompe el cristal del auto del vecino? ¿No es lo más correcto hacer que ese hijo trabaje en tareas cónsonas con su edad hasta que haya entendido que los errores cuestan y que hay que pagar por ellos? El “bail-out” (fianza rápida) le ha hecho daño a muchos de los hogares. Un buen padre no le hace la vida muy fácil a sus hijos. ¿Un consejo?: aprenda a decir que no.
Dios hace lo mismo con nosotros cuando venimos a Cristo y nos convertimos en sus hijos. Es cierto que nuestro Padre Celestial nos perdona y nos salva, pero no es menos cierto que nos deja experimentar algunas de las consecuencias terrenales de nuestros errores y pecados.
Este padre sabía esperar y esperó a su hijo menor hasta que alcanzó a verle venir de regreso a casa. Este sabía esperar y escuchar; esperó que ambos hijos dieran los discursos que habían preparado para su padre y que tuvieran sus respectivas catarsis.
Este padre escuchaba con empatía. Él sabía que su hijo menor quería ser jornalero (Lcs 15:19), pero él le haría saber que él nunca había perdido su lugar como hijo de la casa. Este padre escuchaba a su hijo mayor decir que ese otro hijo no era digno de volver a casa. Este padre le hizo saber que quien regresa es su hermano menor que necesitaba ser abrazado por un amor que redime, que sana y que restaura.
Este padre también sabía perdonar. El menor de sus hijos le había ofendido con sus acciones al punto de dejarle saber que prefería verle muerto (quería la herencia), que quería apartarse de todo el contexto que le recordara la fe en la que había sido criado y de la familia que lo crio. La Biblia dice que se fue a una tierra lejana en la que apacentaban cerdos y viviendo una vida que ofendía a su familia. Sin embargo, cuando este muchacho regresa a casa, encuentra que su padre no se ha olvidado de él, que es capaz de correr a recibirle en el camino para protegerlo de las costumbres de las aldeas palestinas que ajusticiaban a los desertores. Ese hijo encuentra que el padre no tiene coraje con él, y que es capaz de amarle con un amor incondicional.
Estas son las características centrales del padre de esta parábola. Este padre sabe enseñar, sabe ser misericordioso, sabe esperar, sabe escuchar y sabe perdonar. Sus roles y su autoridad como padre son sustentados por estas características. Quiera el Señor que todos aquellos que nos ejercitamos en el don y el privilegio de la paternidad, podamos hacer nuestras estas características y que esta nos ayuden a ser mejores padres.
Oramos para que estos modelos paterno-filiales bíblicos puedan servir de estímulo y de enseñanza a todos aquellos que se encuentran enfrascados en desarrollar su paternidad. Estos modelos trascienden el tiempo y el espacio y son dignos de ser imitados en cualquier época de la vida.
¡Feliz día de los padres!
[1] Nota: comprenda el lector que hay dos cosas que considerar si Cristo viene en el tiempo que existe entre la redacción y la publicación de esta reflexión. La primera de ellas, que Enoc tendría compañía con nosotros los que nos vamos. La segunda de ellas, que si ese evento ya ha sucedido y ud. está leyendo esto, ud. tiene un problema muy grande.
[2] Trías Monge, José. 1986.“Sociedad, derecho y justicia.” Río Piedras: Editorial UPR. (p 476)
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